Este mes había una presión añadida para nuestra sorpresa mensual, puse tanta energía en la última que hacer algo que estuviera a la altura era demasiado difícil. Sin embargo, tengo que decirlo...me superé a mí misma.
Por la mañana, una clase de equitación. Suena como si fuéramos unos expertos: "equitación", pero en realidad eso es lo que fue, una auténtica clase de equitación.
Para ser la primera vez que nos montábamos en un caballo, creo que no lo hicimos "demasiado" mal. No sé qué opinarían nuestros profesores,
Sony, mi caballo, y Espléndida, la yegua de
Luismi, pero la verdad que con lo que yo tiré de las riendas, el pobre
Sony tenía que estar acordándose de toda mi familia, y el tío no se quejó ni un poquito.
Primero hicimos unos cuantos intentos fallidos de aprender a trotar, y después, nos dimos un paseo por toda la finca. Nos gustó muchísimo la experiencia, aunque eso sí, las agujetas nos impiden sentarnos con normalidad. Gajes del oficio.
La verdad es que no sé si fue muy buena idea la siguiente actividad que tenía preparada, patinaje sobre hielo, porque caerse de culo en la pista después de tu primera clase de equitación debe ser el doble de doloroso, y después de nuestro historial de patinaje sobre ruedas en el que ya rompimos hasta la ropa interior de los
culazos, fui un poco
masoca con el orden de los ejercicios. Pero a pesar de tentar al destino de esa manera, no nos
caímos ni una sola vez. Eso sí, cuando yo ya había completado mi vuelta a la pista y estaba observando al público a ver si encontraba a
Luismi entre la multitud, cuando finalmente le veía...caerse no se cayó, eso es verdad, pero el
bailecito que llevaba luchando por mantener el equilibrio era como para haberse
traído la cámara. Una lástima.
La experiencia nos gustó mucho, aunque estaba tan lleno de gente que era demasiado
difícil patinar tranquilo. Como era nuestra primera vez en una pista de patinaje sobre hielo, nos colocamos en la fila de los que se caen, es decir, la que está más cerca de la barandilla, y por supuesto, estaba llena de gente de la que se te agarra porque no pueden parar y acaban tirándote a ti y al tío que tú hayas agarrado para no caerte. Supongo que la próxima vez que vayamos nos pondremos en la fila de los "novatos que no se les da mal", un poquito más cerca de los expertos.
Y por la noche...tengo que reconocer que ahí sí que me
lucí.....

Varekai, del Cirque du Soleil.
He estado intentando buscar una foto en internet que demuestre la esencia del espectáculo, pero ninguna de las que he encontrado le hace justicia.
Todo lo que pueda decir es poco, pero eso sí, salí de allí con una conclusión muy clara: el ser humano, si se lo propone, SÍ que puede volar.
Después de esto, a ver qué hago yo ahora para la sorpresa de febrero....