viernes, 30 de noviembre de 2012

Re-inventarse o hundirse

Que este país se va a pique no es nuevo para nadie. Yo tengo la costumbre de preguntarle a la gente que cómo van de crisis en su trabajo, sea cual sea, y aunque los hay que me dicen que no han notado los efectos de la crisis o incluso que se han beneficiado, la gran mayoría me dicen que fatal, fatal fatal. Pero es normal, el ciudadano corriente está sin un duro. Todo ha subido de precio, nos quitan las pagas extras, nos recortan derechos... ¿así cómo vamos a consumir?.


Sin embargo hay empresas que han decidido luchar contra todo esto y renovarse. Yo admiro muchísimo a la gente que sabe adaptarse a las circunstancias, y he observado que hay muchas empresas que han cambiado su imagen para intentar salir a flote en esta masacre que estamos viviendo.

Éstas son las empresas que tienen toda mi admiración por su manera de resurgir y las que estoy intentando consumir sólo porque aplaudo su forma de re-inventarse:



McDonalds




Hace unos años, McDonalds era una empresa de comida rápida mega-barata con ingredientes de dudosa procedencia. El hecho de que todo fuera tan cutrillo, matemáticamente y de manera subconsciente te hacía pensar en que era muy barato, con lo que íbamos y nos comíamos una hamburguesa pensando en saciar nuestro ansia de comida súper basura por dos duros. Su contrincante más directo era Burger King, cada uno tenía su público y no se metían en el espacio del otro.

Pero el mundo cambió y todos empezamos a preocuparnos muchísimo más por nuestra salud. Salieron muchas leyendas urbanas sobre el extraño animal que McDonalds usaba para la carne de sus hamburguesas, salieron a la luz varias demandas por causar a la gente un exceso de peso y un colesterol desorbitados, e incluso se realizó un documental de fama mundial sobre los horrores de comer su comida.

Y McDonalds se hartó de su mala fama. Ni es la cadena de comida rápida más grasienta, ni es la que más engorda, y ni mucho menos recomienda su propia comida para que se consuma a diario. Pero es la que más ganancias tiene de todas las cadenas de comida rápida, y como todos sabemos, la envidia es la peor enemiga del éxito, así que después de tanto ataque externo, decidió re-inventarse.

McDonalds decidió dejarse una súper fortuna en marketing para limpiar su imagen y empezó a contratar estrellas súper chulas y de éxito mundial para sus anuncios, nada menos que Justin Timberlake bailó y cantó al ritmo de su sintonía. Cambiaron radicalmente toda la decoración de sus restaurantes haciéndola muchísimo más gourmet y moderna, y yo personalmente nunca he visto una decoración tan innovadora de forma barata que la del McDonalds del aeropuerto, con un montón de manzanas verdes metidas en pequeños cubículos de cristal, dándote una sensación de frescura y para nada de comida basura. Los empleados de McDonalds hace mucho tiempo que no son inmigrantes, y no es que yo tenga nada en contra de los inmigrantes, ni muchísimo menos, pero cuando todos los empleados son inmigrantes y tienen puesto de fondo reggaetón a todo trapo (ejem, Burger King, ejem), inconscientemente lo primero que piensas es que están trabajando sin contrato y de manera precaria, con lo que ahora en McDonalds son gente española o inmigrante sin ninguna pinta de acabar de aterrizar que te atiende muy, muy amablemente preocupándose por su trabajo y no haciéndolo lo más rápido posible. Los juguetes de los menús para niños han dejado de ser una chorrada cualquiera para convertirse en muñecos con luces y sonidos de lo más chulos. Han instalado una máquina para que hagas tu pedido a modo de cajero y pagues rápidamente, evitando así las innecesarias colas y las aglomeraciones en el pequeño apartado destinado a la entrega de pedidos. Y lo más importante e inteligente para mi gusto, han cambiado el color de su logo de rojo a verde para transmitirnos la sensación de que es comida sana, diferenciándose así de otras cadenas de comida grasienta como Burger King o Kentucky Fried Chicken.

Y por si todo eso fuera poco, se han currado muchísimo sus campañas para demostrarnos que los ingredientes son de excelente calidad, saliendo así de la sombra de todas esas horribles leyendas urbanas que llevan acechando a McDonalds toda la vida. Si entras en su página oficial, hay un link directo a demostrarte que sus ingredientes son de la mejor calidad. Así, sin promesas, con pruebas y nombres.



Para mí, un aplauso para McDonals, una empresa que ha sabido renovarse sin subir sus precios ni un ápice. La sensación de comer comida de mucho mejor calidad que en el pasado pero pagando lo mismo de siempre no tiene precio.



Deliplús


No son pocas las historias que oigo últimamente sobre que la marca de Mercadona, Hacendado, ha bajado muchísimo su calidad manteniendo los mismos precios o incluso incrementándolos. Yo la verdad es que nunca he tenido paciencia para ir midiendo todo lo que compro y si me suben unos céntimos algunos productos ni me entero, yo voy al Mercadona, cojo lo que necesito y lo pago, y tampoco soy una friki de la calidad, con lo que si la sopa ha dejado de estar tan buena como estaba antes pues o es algo muy obvio o tampoco me entero, así que me tengo que fiar de lo que me cuenta la gente que sí tiene esa paciencia.

Sin embargo hay algo en lo que sí he reparado, y es en el absoluto make-over que le ha practicado Mercadona a su sección de perfumería.

Todos hemos sabido siempre que las cremas de Deliplús eran una pasada, todas tenemos en casa algo de maquillaje, crema solar, pasta de dientes o desodorante de la marca Deliplús. Y tan contentas. Pero si ya sabíamos que su cosmética era tentadora, ahora lo es mucho, muchísimo más.

Para empezar la chica que te atiende en perfumería no es una dependienta cualquiera, es una maquilladora profesional. Creanme, sé de lo que hablo, he ido a informarme sobre dos tonterías de productos y la chica me ha dado consejos que me han servido como profesional. Eso aparte de maquillarme guapísima sin obligación de comprar nada, como si de El Corte Inglés se tratara. Ahora las dependientas de perfumería son chicas a las que les podemos contar nuestros problemas de piel poniendo en sus manos la decisión de elegir el producto que mejor vaya para nosotras sin miedo a que nos recomiende lo primero que se le ocurra o lo más caro sin cabeza. Y hablar con una maquilladora profesional es lo que más nos gusta en el mundo a las mujeres... ¿o no?.


Pero aparte de eso, Deliplús ha sacado un montón de productos de alta gama llamados Gold (los cuales recomiendo ciegamente) y se ha currado unos envases que podrían pasar por esas marcas indies tan maravillosas que tanto nos gustan. Aceite de marruecos para hidratar el pelo, crema de rosa mosqueta para la cara o brochas de lo más profesionales para maquillarnos son algunas de las maravillas que podemos comprar desde no hace demasiado tiempo en Mercadona a un precio que no tiene nada que ver con el que las que sabemos de maquillaje estamos acostumbradas.

Y eso para mí es saber re-inventarse y saber llegar al público. Tres hurras por Mercadona y Deliplús. Y atentas al maquillaje que han sacado para Navidades...



Decathlon



A mí me encantaría ser de esa gente que apoya al pequeño negocio y que no se deja engañar por las grandes y todo-poderosas superficies. En serio, me encantaría. Me encantaría ir a una tienda de deportes del centro de la ciudad y comprarme unas mallas maravillosas a 6.95 euros, o unos patines por 29.95 euros, o tener un inmenso despliegue de cañas de pescar, o de zapatillas de deporte, o cinco tipos distintos de manguitos para niños. Me encantaría que todas las pequeñas tiendas me ofrecieran tantísimos modelos distintos de bikinis con la posibilidad de comprar la parte de arriba y de abajo por separado (ya saben ustedes mis graves problemas con los bikinis). Me encantaría ir a una pequeña tiendecita empresa familiar y apoyar su negocio comprando material de yoga, chanclas o un banco de abdominales por un precio que tienes que mirarlo dos veces para creertelo y además saber que la calidad es estupenda.

Me encantaría, pero reconozco que lamentablemente a veces la pequeña empresa no puede competir con estos monstruos, y yo tengo que preocuparme más por mi propia economía que por la de los demás, con lo que Decathlon me parece una empresa que ha revolucionado por completo el mundo del deporte a nivel usuario. No conozco a nadie que no tenga una camiseta de deporte Domyos. Y si no la tiene es porque aún no la ha descubierto. Y eso por no mencionar lo perfectamente instruídos en la materia que están sus trabajadores. Y dar con un vendedor que sabe de lo que habla es la sensación más satisfactoria del mundo en absolutamente todos los productos de este mundo.

Ahora si me tengo que comprar unas deportivas, una toalla o una bici ni me lo pienso, sé perfectamente dónde encontrarlos. Decathlon es al deporte lo que en su momento Ikea fue a la decoración. Así que bien por Decathlon y bien por la amplísima gama de productos súper chachis que nos ofrece.



Apple

No cuento nada nuevo si digo que Apple es una de las empresas líderes en el mundo por su innegable carácter revolucionario. Apple no tiene rival, por mucho que le imiten, le admiren y le plagien todas las empresas de tecnología. Todos tenemos algún I-producto y todos soñamos con tener más.

Sin embargo, yo no estoy interesada en los números. Lo que me impresiona de empresas como Apple es la sutil inteligencia que la convierte en número 1 en todo el mundo.

Para empezar, su logo. ¿Puede ser más sencillo?. No. ¿Puede ser más fácil de procesar a la vista?. Rotundamente no. ¿Qué tiene que ver una manzana con la tecnología?, nada, absolutamente nada, pero nos encanta su logo. Y como en Apple saben que nos encanta su logo, cada vez que compras un producto Apple, te regalan una bonita pegatina con la manzanita. Ni el nombre de la empresa, ni letra pequeña, ni siquiera el molesto simbolito del Copyright, sólo la manzana en un discreto blanco semi-transparente y en un tamaño perfecto para que nos quepa allá donde queramos ponerlo pero que se vea bien. ¿Y qué hacemos todos nosotros?, pues colocar la pegatina en algún lugar visible, pero no en el aparato, ya que el aparto tiene su propia manzanita incorporada, la colocamos en sitios ajenos a nuestro I-producto. Con esta sutileza de mínimo gasto para la empresa, Apple nos invita a todos sus usuarios a hacerle publicidad en nuestras carpetas, nuestro coche o nuestra mesa de trabajo haciendo que todo el mundo sepa que somos usuarios de la marca, y haciendo así que veamos la manzanita de manera inconsciente unos doce mil veces al día y la grabemos en nuestras memorias. La manzanita está por todos lados. Gasto cero.


Para seguir, su atención al cliente. En España el trato al usuario es de lo peorcito que tenemos en el país. Ya eres cliente, ya te tienen agarrado por los machos, ahora pueden abusar de ti ignorando tus problemas y haciendo que pierdas los nervios. Pero en Estados Unidos, que saben muy bien lo que hacen, es cien por cien al contrario. Un cliente cabreado es un cliente perdido. Aquí tenemos sólo unas pocas compañías de telefonía móvil y todas son igual de abusonas, allí tienen más de 500 y los contratos de permanencia son ilegales, así que si llamas al servicio técnico de tu compañía y te tienen 15 minutos con la musiquita para que después te atienda una Benelerda que no tiene ni idea de lo que habla y no te solucione el problema, te cambias de compañía y no se hable más. Apple ha querido conservar toda la atención que le prestan a los clientes en su país natal y llevarlo al resto del mundo, así que si se te estropea el I-producto, tienes un mensajero esa misma tarde en tu domicilio para recogerlo y te devuelven tu cacharrito en un plazo de 24-48 horas. Y eso sí, si la complicación les va a llevar algo más de tiempo no se lo piensan: si estás en garantía, te dan uno nuevo. Hoy en día nuestro móvil es nuestra vida y la mayoría de nosotros lo usamos para trabajar, ¿qué es eso de que lleves tu móvil a arreglar a Orange por un problema de audio y te digan que te lo dan en unos 15 días? (historia verídica actual del móvil de Mr. Rossi). Una persona no puede estar 15 días sin su móvil. Un ser humano del siglo XXI es absolutamente inútil si le quitan su ventana al mundo hoy en día.

Señores presidentes de todas las empresas de tecnología de este mundo, por favor aprendan de Apple y solucionen nuestros problemas, nadie en este mundo se cree que vayan a tener a un técnico trabajando 8 horas de lunes a viernes durante 15 días en nuestro aparatito, esos 15 días está en una caja hasta que le llega el turno de que le dediquen 40 minutos. No puede ser.


Mi aplauso a Apple y a su más que innovadora manera de trabajar.



Y éstas son para mí cuatro empresas que tienen todo mi respeto como usuaria por su inteligente observación de lo que quiere y necesita el consumidor.



Próximamente en Voy a contarte un secreto... empresas que eran mega-chachis y se han convertido en una auténtica mierda, estrella invitada: Vips. No se lo pierdan...

miércoles, 28 de noviembre de 2012

domingo, 25 de noviembre de 2012

Thanksgiving

Ayer celebramos en Villa Farfalla nuestra ya tradicional cena de Thanksgiving.

A mí me encanta el sentido de Acción de Gracias porque es la única fiesta sin obligaciones y sin necesidad de compromisos, de comprar regalos o de sentirse incómodo por tradiciones. A ver, a mí me encanta comprar regalos y me encanta la Navidad, pero sé que no a todo el mundo le hace la misma gracia tener que comprarme algo a mí o incluso juntarse conmigo por obligación, así que Acción de Gracias es algo que disfruto sabiendo que todo el que viene a mi cena lo hace de corazón. Es más, hay gente a la que invito y no muestra ningún interés en acudir, así que mira, mejor que no vengan y punto, y no me refiero a la gente que no viene porque tiene otros compromisos, si no a la que no muestra ningún interés.


El sentido de Acción de Gracias es sentirse agradecido por lo que uno tiene, así que cada año me gusta hacer mi lista con todas las cosas por las que me siento afortunada (sí, soy la tonta de las listas, ya lo he dicho muchas veces).

Ésta son algunas de las cosas por las que me gustaría dar las gracias este año:


- Por la buena salud que tiene mi hija, que quitando algunos moquillos cuando empieza el frío tiene unos genes robustos como los de su mamá. Oigo cada cosa de otras madres que me da una pena horrible. Mi hija por suerte ha salido a mí y no se enferma fácilmente en absoluto.

- Por un embarazo sano y sin complicaciones de ningún tipo. Una vez más, oigo cada cosa por ahí...

- Por las nuevas amistades que he hecho este año, que me han ayudado muchísimo en muchísimos sentidos. Diana y Marcos, Celia, Sara, Aroa, Andrea... todo lo bueno que me han aportado y lo que me queda por aprender de todos ellos.

- Por las viejas amistades que aún consevo. Araceli y Jorge, Jebo, Bernabé, Alba, Lola, Gema..., porque aunque unos están más presentes y otros algo menos, todos están conmigo de una u otra manera.

- Por mi marido. Porque le quiero con mi vida. Porque no hay nadie más alto que él en mi lista de amor absoluto.

- Por mi familia, lo poquito que me queda de ella, tan lejos pero tan, tan cerca espiritualmente hablando. Por lo mucho que me ayuda mi abuela y lo muchísimo que me apoya mi tío. Por el amor absoluto que siento hacia los dos y lo mutuo que es.

- Por haberme quitado de encima el cáncer de comunidad de vecinos donde vivía. Lo que en principio podría parecer un paso atrás por las dimensiones de la casa, fue un inmenso paso adelante en muchos, muchos sentidos. Afortunadamente no tengo ya ninguna conexión con ellos y el haber roto lazos hace que no esté constantemente oyendo historias renovadas de su infinito odio al prójimo, con lo que la desconexión de aquello ha sido absoluta, afortunadamente. Aunque me consta que esa desconexión no funciona en los dos sentidos, gracias a este blog.

- Por mis sobrinos, que cada año que pasa me admiro más y más de lo listísimos, educados, cariñosos y especiales que son todos ellos, los cuatro sin excepciones.

- Por la avalancha de apoyo que he recibido al crear mi nuevo proyecto. No me lo esperaba, pero recibí muchísima ayuda al arrancar. Súper agradecida.

- Por la magnífica cena que tuvo lugar ayer en mi casa. Por toda la gente que acudió, algunos de ellos con muchas dificultades. Por la gente nueva a la que conocí en ella comprobando así con mis propios ojos lo que ya imaginaba. Por la conexión que hubo entre los invitados, porque en ningún momento se hicieron grupillos, todos estuvimos al tanto de la misma conversación en todo momento, y eso me encanta. Por lo entregada que se mostró la gente y lo agradecidos que fueron todos. Porque algunas veces, cuando estás en lo más bajo del hoyo más profundo, ocurre algo que te hace creer de nuevo en un futuro brillante cercano.



Tengo muchas cosas que agradecer este año y estos días he estado reflexionando mucho sobre todas ellas. Y me siento bien por ello, me siento muy, muy bien...

martes, 20 de noviembre de 2012

Fotos sí, gracias

Hace unos días alguien me dijo que a ver si cambiaba mi foto de perfil de WhatsApp que parecía maligna. "A mí me gusta", le dije yo, y me dijo "¡con lo bien que sales en todas las fotos y tienes que poner una que pareces maligna y re-quemada!".

Me hizo pensar, porque la verdad es que yo en la vida jamás he sido nisiquiera un poquito fotogénica, nunca, nada, cero. Sin embargo me hago fotos, me hago muchas fotos y me encanta, aunque no salga especialmente favorecida. A mí me gusta mucho cómo soy físicamente, y no de manera natural, si no que sé sacarme mucho partido sobre la base que tengo, y estoy satisfecha con el resultado, así que no tengo complejos.

El caso es que hoy en día me hago fotos, muchas fotos. Me hago fotos con la gente con la que quedo a tomarme un café, me hago fotos con mis sobrinos y con mi niña, me hago auto-fotos sola con mi móvil... y no me da ni vergüenza ni mal rollo que las vea todo el mundo.


Pero todo esto tiene un motivo, no es así porque sí. Si me hago montones de fotos es por una razón, y esa razón es que he madurado.

Me explico.


Mi padre era muy de hacerme fotos cuando yo era pequeña, mucho. De hecho, mi hermano siempre dice que él tiene muchísimas fotos de cuando era pequeño... hasta que cumplió 5 años. 5 años tenía mi hermano cuando yo nací. Mi padre me hacía fotos constantemente. Los domingos en el Retiro, en mi casa de la playa, en la ducha, en casa, con mis primas... fotos fotos y más fotos. Yo por supuesto, como todos los niños, salía divina, estupenda y monísima.

Pero depronto me entró esa tontería ridícula como con 9 años de "no me hagas fotos que salgo espantosa". Me tapaba la cara, rehuía las cámaras y jamás dejaba que nadie me fotografiara. Por supuesto, con la adolescencia fue a más, ya que la falta de naturalidad a la hora de ponerme delante de una cámara crecía, con lo que salía más y más horrorosa en las pocas fotos que me dejaba hacer.

Esta obsesión por el "fotos no" llegó a tanto que hoy en día no tengo absolutamente ni una sola foto de todo lo que fue mi adolescencia. Creo que la última foto que recuerdo haber visto es una en la que tenía como unos 10 años, y así hasta después de los 20.


Así que un día me harté. Me harté de no tener ni una sola foto para recordar cómo era, qué pinta tenía con 11 años, o con 15, o con 18. No tengo ni idea de cómo era. Sólo recuerdo (ni siquiera la tengo) una foto en la que salgo con mis amigas con unos 16 años, y la recuerdo porque la tuve puesta en mi cuarto bastante tiempo, pero en algún momento entre alguna de mis primeras mudanzas desapareció por el camino.

Me harté y decidí que jamás diría que no a una cámara cuando alguien la sacara, así que empecé poco a poco a familiarizarme de nuevo con la sensación de sonreír a una cámara, y con el paso del tiempo descubrí lo satisfactorio que es mirar para atrás unos años y ver lo que has cambiado, especialmente cuando es para bien. Es genial ver lo diferente que eres de unos años atrás a través de una foto, pero también es maravilloso recordar el moomento en el que la foto fue tomada. Una fiesta, un viaje o simplemente una foto con alguien, con algún amigo en un momento especial.


Así que a día de hoy soy conocida como la que siempre saca la cámara o el móvil para inmortalizar el momento, aunque sólo sea una cañita con una amiga, pero me encanta hacer fotos de lo que hago y de la gente con la que paso mi tiempo y luego mirarlas y remirarlas mil veces para recordar el momento. Desde luego no voy a dejar que un día en el futuro mire hacia atrás y me pregunte cómo sería antes, qué pinta tendría, no quiero volver a sentir eso, así que me hago muchas, muchas fotos a diario.

Éstas son sólo algunas de las fotos tomadas en los últimos meses que tengo en mi cuenta de Instagram en las que salgo yo o cualquier parte de mi cuerpo. Y me encantan:



Good night moon

Where them girls at, girls at!!


It´s not easy being a Snow Queen...




Gris Montaigne en mis manos

Besties!!

 Baby baby, please stop kicking...



 Feeling lazy



Así que cuatro años más con usted, señor Presidente... #GoObama! #POTUS



Maravillosa visita inesperada del tío Berna!!


Hubby and I


Chillin´ with Juno



Adoro el otoño...




Color Casino Royale en mis dedos. Laca de uñas removida, no agitada...



Eric y yo calentitos en mi jersey de la liga femenina de baseball de Escanaba, Mi #Antisexy


jueves, 15 de noviembre de 2012

Deseos anticipados

Estamos a mediados de noviembre y yo sólo pienso en que pase por fin este terrorífico 2012. Siempre digo lo mismo, pero estoy convencida de que el 2013 va a ser mi año. Básicamente porque a peor ya no puedo ir, así que cuando uno toca fondo sólo se puede ir para arriba, y este año desde luego he tocado fondo en muchos sentidos.

Sin embargo hay algo que afortunadamente no puedo evitar, y es el optimismo. Soy una persona naturalmente optimista, y tengo muchas esperanzas en este nuevo año tanto para mí como para mucha de la gente que me rodea.

Yo soy una persona de acción, nunca me ha gustado sentarme a esperar que todo vaya mejor, a mí me gusta marcarme objetivos y trabajar en ellos, así que he hecho una pequeña lista de algunas cosas que le pido a este 2013 que ya empieza acecharnos y en el que por fin disfrutaré de la pequeña criaturita que me patea los riñones.

Éstas son algunas de las cosas que harían del 2013 un año infinitamente mejor que el desastroso 2012 en el que estamos. En algunos puntos puedo influir, en la mayoría no puedo hacer nada en absoluto, pero no pierdo la esperanza de que muchos de ellos se cumplan:



- Un buen alcalde para Madrid

- Una subida de sueldo para Mr. Rossi

- Una cámara de fotos nueva

- Un hijo sano y felicísimo como su hermana

- Una bajada sustancial del paro

- Unos añitos de prisión para Urdangarín

- Un concierto en Madrid de Pink, Kelly Clarkson, Linkin Park o Eminem. Me valdría con que cualquiera de ellos se dignara a visitar a sus fans españoles por primera vez

- Una súper fiesta de cumpleaños

- Un verano feliz

- Que todos mis nuevos proyectos lleguen a buen puerto

- Un BUEN disco de Madonna. Uno BUENO, como sólo tú sabes, Madonna....

- Una epidemia de optimismo para este triste país

- Una nueva interpretación flipante de Sean Penn

- Un viaje a algún lugar de Europa

- Un nuevo premio Nobel para España. Que dejemos de destacar sólo en deportes

- Un tatuaje para Mr. Rossi. Uno grande, enorme...

- Que mi troll se busque a otra a quien envidiar

- Algo especial e inesperado. Pero que esta vez no sea un embarazo, por favor...

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Mi verdad

Escribí esta entrada hace unos días sin ninguna intención de publicarla. Sin embargo he pensado que éste es mi diario y escribo lo que siento, aunque sea extremadamente íntimo y profundo. Advierto que es una historia muy intensa y bastante victimista, pero es exactamente cómo me siento, así que para los lectores que no disfruten con las entradas sobre sentimientos, les recomiendo que se la salten, la escribí en un momento bajo que afortunadamente no es como me siento todo el tiempo, con lo que habrá entradas más positivas.



Cuando una está tan tranquila en su vida intentando asentarse, dejar por fin de luchar y estabilizarse, depronto llega un día en el que ocurre algo inesperado, algo teóricamente bueno, y lo descoloca todo.

Te quedas embarazada sin buscarlo, y sientes un pánico horrible pensando en cómo vas a afrontar todo lo que eso supone sin volver otra vez a la espiral horrible de gasto de energía y de muchas más cosas del que todavía no te has librado gracias al anterior embarazo. Pero lo asumes. Lo asumes e intentas verlo de la manera más positiva posible, y entonces depronto te hace muchísima ilusión y lo compartes con todo el mundo. Todo el mundo incluído tu jefe.

Y entonces sin que puedas hacer nada por evitarlo y antes de que te dé tiempo a compartirlo con más gente, tu jefe te echa de tu trabajo, no quiere saber nada de ti. Le da igual la que se te viene encima. Es más, te echa de tu trabajo que tanto te cuesta realizar precisamente porque no quiere aguantar la que se te viene encima, prefiere alguien que trabaje igual o peor, pero a la que no le vayan a doler los tobillos. Le dan igual tus problemas y se los quita de encima. Sencillamente, tu vida no es su problema.

Y entonces vas al paro, pero resulta que allí te dicen que no cumples el mínimo para que te corresponda un dinero decente. Te faltan 7 días trabajados en un año. Sólo 7 días. Si no, no pueden ayudarte. Les cuentas la injusticia que acabas de vivir y te dicen que pobrecita, pero que no cumples los requisitos. Tu vida, por supuesto, no es su problema.

Entonces te pones a hacer entrevistas como una loca escondiendo la ya más que obvia tripa de embarazada. En las entrevistas te hacen preguntas de todo tipo, desde dónde vives hasta si tienes familia o planeas tenerla. Tú te preguntas que todo eso a ellos qué mierda les importa, pero les importa. Mientes. Mientes sobre que tienes una hija, mientes sobre el lugar donde vives y por supuesto mientes sobre tu embarazo. Pero se te olvida mentir sobre que estás casada, y por algún motivo huelen la maternidad en tu mirada, o en tu edad, o en tu estado civil, y de repente nadie te llama de nuevo. Hasta que alguien lo hace y te promete estabilidad. Les gusta que estés casada, les gusta que tengas una hija y les gusta que lo que busques sea quedarte muchos años en una empresa para dejar de rodar por todas las empresas de España y finalmente echar raíces. Mienten con respecto al dinero que finalmente te van a pagar, mienten mucho, y te sueltan la verdad cuando ya has firmado el contrato. Te da igual, te da exactamente igual, sobrevivirás. Pero sabes que te han mentido, y eso te quema.

Te esfuerzas hasta límites insospechados en realizar tu trabajo de manera satisfactoria, en dar mucho más de lo que piden, en que estén encantados contigo y nunca quieran que te marches. Sin embargo un día cometes el error de llevar un vestido que hace que tu embarazo, pasada ya su primera mitad, sea bastante intuible. La gente te cede su asiento en el metro y tú te echas a temblar. Pero piensas que no pasa nada, que lo entenderán, que en esta empresa ése es el tipo de gente que buscan, gente estabilizada.

Sin embargo empiezas a ver caras raras al ver tu vestido. No sabes muy bien definir qué representan esas caras, pero algo pasa con tu vestido. Así que llegas a casa con una crisis mortal pensando en que se va a repetir lo de tu último trabajo, y dos despidos en el mismo embarazo es mucho más de lo que puedes soportar.

Así que vas al médico a que te ayude a superar tu crisis de ansiedad a sabiendas que debido a tu embarazo no puedes recurrir a los métodos habituales, y el médico, cuya obligación es que sí le importe tu vida dentro de lo que él pueda solucionar, te dice que te mereces un descanso ante tanta presión y que te tomes unos meses de paréntesis.

Entonces llamas a tu jefe y le cuentas lo que pasa. Le cuentas que no vas a volver hasta dentro de muchos meses, que es tu derecho como trabajadora, como mujer y como ser humano en general, pero a él no le gusta, no le gusta nada. No te lo dice, pero hay ciertas cosas que son bastante fáciles de adivinar. No te lo pone nada fácil, pero después de todo ya te da igual, es tu momento de descansar y tienes mucho tiempo por delante para olvidarte de que depronto ya no le pareces tan guay a tu jefe como te demostró al principio. Intentas desconectar pero no es nada fácil, te ha dejado muy marcada tu última conversación con él en la que te ha dado a entender cosas muy feas. Tu vida, tus problemas y tu estado no son su problema en absoluto.


Así que te vas. Te vas huyendo de toda la presión. Te vas a que te cuiden y a que por primera vez en tu vida te lo den todo hecho. Te vas despertando rumores, malas caras y envidias a tu espalda, pero lo necesitas, así que te vas.

Y descansas, descansas mucho. Te cuidan, te miman, te quieren y te demuestran que vales muchísimo. Te sientes bien, pero no del todo. La presión por todo lo que se te viene encima se acentúa cuando llega el primero de lo que va a ser tu sueldo los próximos meses. Después del tremendo escalón hacia atrás que fue el cambio de empresa, ahora se acentúa por la nueva circunstancia. Y te entra un pánico horrible al echar cuentas sobre el papel.

Intentas desconectar, descansar, olvidarte. Y vuelves. Vuelves a Madrid descansada y contenta de haberte ido, pero sabes que te esperan unos meses horribles.

Llega septiembre, y tú tienes estudiado cada euro, cada céntimo que va a entrar en tu cuenta. El inicio del cole va a ser un gasto mucho más fuerte de lo que habías pensado, pero hay que asumirlo. No sabes ni con qué dinero vas a comer o echar gasolina ese mes, pero aún así sabes que sobrevivirás a pesar de todo.

Y entonces llega el día, llega el día en el que por fin entra tu sueldo, y tú tienes ya una lista de todo lo que tienes que comprar y pagar ese día, a sabiendas de que te vas a quedar a cero de nuevo, pero al menos con tus cosas bien pagaditas. Pero vas al banco, y el cajero dice que no te quiere dar nada, ni 20€, nada. Lo intentas una y mil veces, pero nada, el cajero no te da dinero. Llamas al banco, y te dicen el por qué. Tienes demasiadas deudas y han decidido cobrárselas a su manera. No sólo no te van a dar ni un euro este mes, si no que todavía les debes mucho, mucho dinero, y te piden que les hagas el ingreso cuanto antes. Lloras, suplicas, le explicas tu situación a la persona al otro lado del teléfono, pero no hay piedad: este mes no cobras.

Vuelves a casa intentando buscar una solución, necesitas pagar tus facturas y comprar todo lo que tu hija necesita para el colegio, y nada puede esperar. Sabes que toda la ropa se le ha quedado corta, que no tiene casi ropa de invierno de su talla y rezas por que el frío tarde mucho mucho en llegar, pero aún así, en el colegio te piden muchas cosas de manera inminente, y todavía necesitas comprar todo lo que va a necesitar el nuevo bebé, que no tiene ni armario en su habitación. Intentas asumir en pareja la que se te viene encima, pero la tensión creada por la situación hace una mella horrible entre vosotros. Después de todo lo que ha pasado, estás sola.

Lo compartes con tus amigos, con la gente que supuestamente te quiere. No buscas ayuda, sólo comprensión, pero tampoco la tienes. Al principio la gente se compadece. Te deleita con algo de ánimo, pero con el paso de los días y según vas contando los avances de tus problemas, no sabes muy bien si es porque tus problemas les superan o porque ellos nunca se han visto en la situación, pero la gente empieza a darte ligeramente la espalda. De vez en cuando te llaman y te proponen planes caros, muy caros, planes con los que tú ahora mismo no te atreves ni a soñar, planes tan simples como salir a cenar. A ti te llevan los demonios pensando en cómo se le ocurre a la gente proponerte algo así con lo que estás pasando, pero respiras hondo, respondes que no puedes permitirte algo así ahora mismo y propones un plan alternativo con gasto cero. Pero no, no interesa, y rechazan tu plan. Si no puedes permitirte planes sofisticados, tu compañía no es interesante, así que posponen el hecho de veros hasta cuando tengas dinero. Sencillamente, tu situación no es su problema.

El día a día se hace absolutamente insoportable, ya que cada pequeño céntimo que entra en casa tiene un destino fijado. Priorizas absolutamente todo, pero no es suficiente. Miles de facturas sin pagar se te amontonan, y la nevera tiembla cada vez más. La comida se acaba, el depósito de gasolina se vacía y las empresas de recobros te llaman 30 veces al día para insultarte, decirte que eres una maleducada y que no tienes vergüenza. Cada vez que suena tu móvil se te da la vuelta el estómago, ya ni siquiera miras el visor, sabes de sobra que no te está llamando nadie para ofrecerte ayuda, y dejas que suene desde otra habitación. Acuestas a tu hija sin cenar varias noches y la despiertas soñando con que te diga que hoy no quiere una galleta, que con el Cola Cao le basta. Ella te pide merienda cuando llega del cole, pero algunos días puedes dársela y otros días tienes que enseñarle para que vea con sus propios ojos cómo el cajón de los plátanos está vacío. A ti ya se te ha olvidado hace tiempo lo que es desayunar.

En tu tiempo libre, que es mucho, piensas en tu familia. Piensas en cómo pueden vivir tranquilos sabiendo que tú estás pasando por esto. Piensas en lo que tú harías si supieras que tu hija el día de mañana pasara por esta situación, y te juras a ti misma que tus hijos jamás en su vida se sentirán así de solos mientras tú vivas. Pueden pasar hambre, pueden pasar todas las penurias del mundo, pero ahí estarás con ellos para apoyarles. Piensas en cómo la gente te juzga por no hablarte con tu madre, en cómo todos piensan que es una cuestión de orgullo, en cómo nadie sabe nada. Porque nadie sabe nada. Pero tú sabes que jamás en la vida volverás a mirar a nadie de tu familia de la misma manera, jamás podrás perdonar a alguien que vive su vida tranquila mientras tú pasas por todo esto. Le has perdido el respeto, y ya no hay vuelta atrás, esto no es una etapa, esto es un antes y un después.

Intentas apoyarte un poco en tu familia política. No les quieres contar tu situación, porque sabes que no reaccionarán bien. Sabes que te van a sermonear, te van a culpar de todo esto y lo peor de todo, que van a hacerlo sin siquiera ofrecerte un ápice de ayuda, va a opinar desde la barrera. Y eso te quema, te quema que la gente se atreva a opinar y a echarte más mierda encima sin formar parte de la solución. Gente con sus hipotecas ya pagadas, gente que se va de vacaciones tres veces cada verano, gente con cinco vehículos en sus garajes, gente que lo ha tenido todo rodado en esta vida se atreve a decirte que todo lo haces mal, se atreve a juzgarte y se atreve obviar tu problema fingiendo que no existe cada vez que te ve por miedo a que les pidas ayuda. Es más, al igual que tus amigos, dejan de llamarte cuando tienes problemas. Tu terrible situación no es en absoluto su problema.

Así que no les cuentas nada porque lo último que necesitas en este momento es un sermón, pero intentas buscar algo de ayuda maternal y cuando vas a visitarles les dices que si hay sobras te vendría genial llevártelas a casa, "así no tienes que cocinar al día siguiente", pero ni siquiera eso es bien recibido. Tu comentario ofende y hace sentir a tu familia como si te estuvieras aprovechando de ellos.

Tiene gracia. No has pedido ni un mínimo de ayuda en toda esta tormenta y ellos sienten que les estás sacando los cuartos por un poco de cocido en un tupper. Así que cuando llegas a casa vuelves a sacar tu bloc de notas mental y a tachar una línea más en tu lista de "posibles apoyos".

Los recursos se han terminado, estás sola en todo esto. Es más, estás sola POR todo esto.


Los días pasan y se acerca el momento de que llegue tu bebé. Es casi imposible conciliar el sueño pensando en todo lo que aún tienes que comprar para cuando llegue, pensando en cuánto tiempo más va a pasar hasta que puedas comer a diario con normalidad, pensando en la gente que ha decidido ayudarte y en cómo y cuándo vas a devolverles su préstamo. Ninguna de tus prioridades importa ya. Ni ropa de embarazada, ni tardes al cine antes de que llegue el pequeño ni siquiera algún pequeño capricho para que tu bebé no lleve absolutamente todo de cuarta mano, lo único que importa es pagar deudas, pagar a todo el mundo y que dejen de llamarte de una vez, dejar de vivir con pánico sabiendo que un día abrirás el grifo y no tendrás agua caliente y dejar de sentir una losa inmensa en la espalda sabiendo que le debes dinero a gente que lo necesita tanto como tú pero que se ofreció a sacrificarse un poquito por ti.

Cada vez que vas a la compra es como si tuvieras 6 años el día de reyes, y lloras de emoción al colocar la leche en su estante y la carne en el congelador. De hecho por las mañanas, cuando nadie te ve, vas varias veces a la cocina y abres la nevera sólo para oler la fruta en su cajón. Te sientes ridícula, pero lloras de emoción, lloras de verdad, no es una forma de hablar. Pero sabes que el camino aún es muy largo y que queda mucho, muchísimo, hasta que estés al día. Sabes que tu hijo vendrá al mundo y tú aún no habrás salido de todo esto, y rezas por poder comprarle a tu hija por su cumpleaños la bicicleta con la que llevas soñando todo el año. Sueñas con ver su cara de emoción al verla, y vuelves a rezar por poder regalársela.

Piensas una y mil veces en toda la gente que te ha dado la espalda en todo este proceso, e intentas centrarte en la gente que te ha ayudado, y depronto caes en algo en lo que no habías reparado antes. Todos los que te han prestado ayuda son amigos, gente ajena a tu sangre, gente que sencillamente no tenía por qué, mientras que todos los que tienen un vínculo obligado han pasado de largo por delante del hoyo en el que estás metida y han fingido que no oían tus gritos de auxilio. Te das cuenta de que, después de todo, en este mundo hay gente buena, gente buena de verdad, y puede que no tengas toda la vida para contar con su apoyo, porque la gente viene y va, pero al menos sabes que has podido sentir un poquito de calor en todo esto, aunque sea ajeno.

Sin embargo el frío causado por tanto rechazo se hace más fuerte. Cada vez que no puedes lavar la ropa porque no te queda jabón o que tienes que renunciar a salir de casa porque el depósito de gasolina está vacío te acuerdas de toda esa gente que te ha dejado sola ante todo esto.
Te acuerdas de tu padre, que ve desde la ventana de su habitación el hospital donde vas a tener a tu hijo al que él no quiere conocer.
Te acuerdas de tu cuñada, que finje que no lee tu blog y así puede hacerse la sorda con tus problemas pero que sabes de sobra que en realidad se ha buscado la manera de acceder a él sin que quede registrado y así puede cotillearte sin sentirse obligada a actuar por los vínculos de sangre.
Te acuerdas de tu hermano, que llamó a la única persona en la familia que te ha prestado ayuda para decirle que eres una indeseable y contarle todo tipo de injusticias, a ver si con un poco de suerte lo poco de familia que te queda también se une a ellos en tu contra.
Te acuerdas de tu madre, te acuerdas mucho, mucho de tu madre, que cada vez que venía a tu casa te decía lo incómodo que era estar a tu alrededor y las ganas de volver a "su casa" que tenía, que todos los años te comentaba que ya no iba a volver ninguna Navidad más porque siente que echa demasiado de menos su vida allí y que con ver un par de días a sus hijos le sobraba y no era necesario venir dos semanas, que te mandó un email diciéndote que no la escribieras más porque no podía obviar todo el dolor que siente por tu culpa. Tu madre, que se marchó a mil millones de kilómetros cuando tú eras una niña sin mirar atrás, sin pedirle opinión a nadie, sin pensar en el desastre que dejaba a sus espaldas. Tu madre, que vio a tu hija por última vez cuando ésta tenía sólo un año. Tu madre, que sabe que estás embarazada, que sabe que te despidieron, que sabe muchas cosas aunque no quiera. Te acuerdas de tu madre, te acuerdas mucho, mucho de tu madre sin poder evitarlo. Te acuerdas de ella y sientes una terrible culpa pensando en que la odias tanto por dejarte tan sola que no la llamarías para ofrecerle tu apoyo ni aunque te dijeran que se está muriendo. Pero sabes de sobra que ella tampoco te llamaría a ti para ofrecerte apoyo si te estuvieras muriendo. Porque en cierto modo te estás muriendo, y ella, como siempre, no está contigo.

Odias odiar, pero odias. Odias tanto como amas a quien amas, y te preguntas si algún día en tu vida dejarás de odiar así, si encontrarás paz interior, algo que nunca jamás has tenido, y si serás capaz de sentir indiferencia hacia su rechazo. No lo sé, pero tal y como me siento hoy en día, lo dudo...

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