miércoles, 27 de febrero de 2013

2 meses después

Mi niño cumplió ayer dos meses. El tiempo pasa volando, reconozco que tengo la sensación de que di a luz hace dos días, pero esque, como ya he comentado, estos dos meses han sido una locura y no he parado.

Eric se viene conmigo a clase y tengo que reconocer que no esperaba una aceptación tan grande de todos mis compañeros, especialmente de mis compañeras. Todo el mundo viene a saludarle cada mañana, le cogen, le abrazan, le miman muchísimo y se lo rifan para tenerle un ratito cogido, y él, como es lógico, pues se deja querer feliz de la vida.

Algunas personas me preguntan si no me importa que le cojan, por esa estupidez de que a los niños no hay que cogerles mucho, "no vaya a ser que se acostumbre". Pero... ¿cómo voy a decirle a alguien que quiere darle su amor a mi niño que lo mejor para el peque es que no le coja? ¿cómo voy a privar a mi niño de tanto cariño? estoy feliz de que esté convirtiéndose en un bebé tan sociable gracias a que pasa todas las mañanas con gente que se muere de amor de verle y que le hace tonterías que hacen que se ría, ¿cómo voy a negarle eso a mi bebé? ya tendrá tiempo en su vida para que la gente le dé la espalda, y ahora que son puras esponjas de emociones y estímulos, que las muestras de cariño son su manera de comunicarse porque no entienden otro tipo de lenguaje, me parecería una aberración decirle a la gente que no le coja si realmente quieren hacerlo.


En casa ya nos vamos acostumbrando a ser cuatro y cada día me sorprendo más de lo buena hermana mayor que es Abril, que no se puede ir al cole sin darle un beso a su hermanito y que siempre que llora tiene que ir a hacerle caricias y a decirle que no se preocupe que ella está con él.

Me muero de amor con mis hijos. Me muero de amor con mi vida...





... me muero de amor...




lunes, 18 de febrero de 2013

Últimamente


Pocas cosas hay que me gusten más en el mundo que la gente me diga que llevo demasiado tiempo sin escribir una entrada y me reclamen que vuelva a publicar algo. Me gusta que la gente me lea. Pero lo cierto es que estoy tan liada que no tengo tiempo, sobre todo tiempo mental, para pasear por aquí y plasmar mis pensamientos como tan a menudo solía hacer.


He empezado un curso, un curso maravilloso de desarrollo personal y orientación profesional. Un curso que me abre las puertas a contar de manera oficial mi proyecto y recibir un feedback profesional donde me orientarán en todas esas cosas en las que me siento tan perdida. Un curso donde profesionales de la escucha interior me están enseñando a creer en mí misma (más aún), a focalizar lo que quiero en mi vida y a aprender a llevar las riendas de mis sentimientos y mis emociones. Un curso donde estoy conociendo montones de gente que están en el mismo punto espiritual que yo, pero que vienen de entornos completamente distintos y que de otra forma jamás hubiera conocido. Un curso donde cada mañana todo el mundo viene a saludar a Eric y a turnarse por tenerle unos minutos en sus brazos, y donde todos los días, todos sin excepción, varias personas, profesores y compañeros, me transmiten su más sincera admiración y me recalcan lo valiente que soy por llevarme a mi hijo conmigo al curso y no resignarme a perderme esta experiencia sólo porque no tengo con quien dejarle.

Ja, valiente yo. Con la cantidad de veces a lo largo de los últimos tres años de mi vida que la gente de mi alrededor me ha tachado de mala madre. Con la cantidad de veces que la gente de mi alrededor se ha atrevido a juzgarme por haber tenido hijos sin tener una situación estable en mi vida. Con la cantidad de veces que la gente de mi alrededor se ha creído en el derecho de decir a mis espaldas o de manera anónima cosas horribles de mí sólo porque no soy en absoluto el tipo de madre que se encierra en casa y baña, da de cenar y acuesta a sus hijos exactamente a la misma hora cuadriculada cada día, olvidándose así de que además de madre también es esposa, amiga y sobre todo, una persona individual. Valiente yo...

Este curso me tiene absolutamente enamorada, y creo que a medida que vaya pasando el tiempo, ya que sólo llevo una semana, va a ir afianzándose más y más la sensación de que mi despido por embarazo vino en el momento justo y cuyas consecuencias, después de todo, han sido inmensamente positivas.


A parte del curso, hay algo que estoy haciendo a tiempo completo: VIVIR.

He estado de viaje maravilloso con mis chicas, estoy viendo todo lo que puedo a todos mis amigos y estoy pasando todo el tiempo posible con mi marido y mis hijos. Me harté de vivir bajo la sombra del "no tengo dinero" y, ahora que nos hemos recuperado de ciertos baches, estoy intentando aprovechar el tiempo al máximo y llenar mi vida de experiencias, de esas experiencias que todo el mundo tiene y yo por mi circunstancia no he podido acumular.


El viaje que hice a La Rioja con mis niñas fue tremendamente especial para mí. Un viaje fugaz de una noche en la que reímos, lloramos (sobre todo yo), bailamos, bebimos, nos emborrachamos (sobre todo yo), compartimos y, justo como esperaba que ocurriera, nos unimos. Es tremendo decir esto, pero es increíble estar en un grupo de mujeres y sentir que no te están juzgando y que no haya ni un ápice de envidia asomando por algún rincón. Creo que nunca había sentido esa naturalidad hablando con mujeres, y me siento inmensamente feliz de haber encontrado unas amigas como ellas, que de verdad se preocupan por mí, de verdad me entienden y de verdad quieren ayudarme a estar mejor.


Así que lo siento, querido lector, si últimamente me paseo menos por aquí de lo que me gustaría, pero estos días estoy demasiado ocupada construyendo una nueva Patricia, olvidándome de todas las cosas que me hacen daño y escribiendo una nueva página en mi historia, esta vez cargada de positividad y de buenas esperanzas.












... pero... ¿quién no estaría así de feliz si tuviera algo como esto...?
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