miércoles, 31 de agosto de 2011

Jerky bastard

Hoy me apetecía volver la vista atrás hacia algo que hice hace mucho, mucho tiempo con muchísima ilusión: un vídeo para mi novio americano. No llegó nunca a verlo mientras aún éramos pareja, pero se lo envié cuando lo terminé, al menos para que supiera toda la energía que yo le ponía a nuestra relación cuando todavía existía. Las imágenes son de cuando estuvo un mes en España.

Terminamos fatal antes de que lo terminara y él prácticamente ni me agradeció el vídeo (ni el vídeo ni nada en general), pero yo me alegro de al menos haberlo terminado, aunque fuera con toda la pena de que sería en vano, estoy muy orgullosa de mi trabajo, sobre todo teniendo en cuenta de que lo hice sola sin ayuda de nadie y que por aquellas épocas no tenía ni idea de informática.


Ahora lo puedo ver tranquilamente sabiendo que tengo mi vida totalmente encarrilada (y mucho), pero me costó mucho darme cuenta de que en realidad él nunca se portó bien conmigo y romper con él fue un duro golpe para mí.



Espero que les guste:





domingo, 28 de agosto de 2011

Pánico

Ahora que tengo una hija (sí, ésta es una de esas entradas en las que reflexiono sobre la maternidad, están avisados) me sorprendo a mí misma recordando lo diferentes que eran las cosas antes.

Ahora que acabo de volver de una visita a la urbanización donde pasé todos los veranos de mi vida hasta que tuve 13 años me doy cuenta de lo fácil que era todo antes tanto para nosotros como para nuestros padres. Recuerdo que con 6 años (¡¡6 añitos!!) hice amigas y me pasaba el día por ahí con ellas en bicicleta, sin decirle a mis abuelos a dónde iba ni con quién iba ni qué iba a hacer ni nada. Y jamás me pasó nada de nada. No recuerdo haberme parado en un cruce con la bici ni una sola vez en mi vida, y ahí en Cabo Roig las cosas no eran como ahora que está todo mucho más civilizado con sus Stops y sus... sus Stops, ¡no señor!, aquéllo era un marica el último donde la educación vial era algo que todavía no se había inventado.

Y yo pienso en dejar a mi hija con 6, 7, 8 ó hasta 9 años por ahí suelta con su bici y me subo por las paredes.



Recuerdo que por algún motivo durante toda mi adolescencia se me asignó el papel de Lolita y tenía un increíble éxito entre los hombres entre 35 y 50 años, algo que a mí me horrorizaba, pero ahora visto con perspectiva no sólo me horroriza, si no que despierta mis instintos asesinos más primarios, ya que era bastante frecuente que hombres mayores se pararan a hablar conmigo y me tiraran los trastos. Yo no era aún lo suficientemente madura como para mandarles al infierno, lugar del que nunca debieron haber salido, así que me limitaba a darles largas hasta que se daban por aludidos, pero sí era lo suficientemente lista como para nunca dejarles entrar en mi espacio vital, espacio que ahora veo claro que ellos habrían cruzado de buena gana si no hubiera podido denunciarles por ello.


A los 11 años, 12 de la mañana y más o menos dando la vuelta a la esquina de mi casa un hombre intentó meterme en un coche diciéndome que trabajaba para una revista y estaba haciendo entrevistas a chicas de mi edad. Me hacía preguntas "obscenas", y entre pregunta y pregunta me repetía que me subiera al coche que así de pie no me entendía bien. Fui inteligente y no me subí, pero no porque me diera cuenta de que me estaba queriendo hacer el lío, si no porque no me gustaba la idea de hablar con un desconocido en un espacio tan cerrado. Siempre me he preguntado qué habría pasado si me hubiera subido al coche, pero está claro que nada bueno.

Más adelante, con unos 16 ó 17 años, recuerdo que había muchos, muchos hombres, mayormente clientes del bar donde trabajaba, que no se cortaban un pelo en pedirme cosas indecentes como "recostarse sobre mi pecho" o "abrazarme para oler mi sudor después de venir del gimnasio", y aunque todas esas indecencias nunca me han causado ningún trauma ya que afortunadamente nunca tuve que lamentar nada, me da ganas de vomitar al recordar todo aquéllo, sobre todo si pienso en que alguien pueda hablar así a mi hija, a mi pequeña criatura por la que cortaría cabezas sin dudarlo si alguien se atreviera a tocarle un pelo de su cabeza.



Y recordando toda aquella época me sorprendo enormemente porque si miro hacia atrás solo veo a una idiota con granos y coleta con una ropa rarísima más fea que pegarle a un padre que se sentía exactamente así. Vamos, nada que ver con las adolescentes de ahora, que van súper monas siempre con su raya de los ojos pintadísima y su pelo con kilos de laca, un poco demasiado pelandruscas para mi gusto, pero al menos conjuntadas. En fin, que yo era un callo (sí, de los del pie, no de los cayos de Florida) y me sentía como tal, con lo que no entiendo por qué yo tenía ese éxito entre todos los pederastas salidos de la región y el resto de las chicas no.



No sé si antes pasaban menos desgracias y por eso teníamos más libertad que ahora o simplemente había menos información, pero me da pánico pensar que a mi hija pueda pasarle algo relacionado con hombres intentado tocarla, simplemente tocarle la piel.

Yo no soy para nada miedosa, la típica madre que no deja hacer nada a su hija, de hecho soy la única en toda la urbanización que no va detrás de su hija mientras ésta corretea alrededor de la piscina, ¿por qué?, pues porque prefiero que se caiga dentro, algo que ya ha ocurrido, y que aprenda por sí misma que acercarse a la piscina está mal. Se cayó, la saqué y nunca más ha vuelto a acercarse tanto. A lo que me refiero es a que no quiero cortarle las alas sabiendo que el mundo está lleno de gente mala que quiere hacerle cosas malas, pero la verdad, no sé cómo reaccionaría si me enterara de que alguien ha intentado hacerle algo, como me pasó a mí desde que tenía nada más que 6 añitos en mi propia casa con un amigo de mi hermano (nada grave, fui lista, pero menos mal que lo fui...).





Sólo espero que para cuando mi hija crezca sepa lo que le puede pasar si no tiene cuidado, yo desde luego pondré todo de mi parte para concienciarla.

sábado, 27 de agosto de 2011

Malita, muy malita

Nuestra visita al zoo a ver las crías de oso panda y el espectáculo nocturno de delfines ha sido un estrepitoso batacazo: hemos llegado, nos hemos chupado la cola correspondiente, hemos entrado, hemos ido a canjear la entrada por el bono parques (con lo poquito que queda de año sale muy barato), hemos visto de cerca los flamencos... y mamá se ha puesto malita malita a morir, así que nos hemos ido, y ya que tenemos el bono parques, volvemos mañana.


Parece que salir ayer de noche con una falda súper-mega corta y sentarme en una silla de metal que me provocó una sensación de frío en los muslos de lo más otoñal tuvo sus consecuencias: tengo una cistitis mortal. Para los que no estén familiarizados con la cistitis, se trata de una enfermedad súper asquerosa a la que una servidora tiene tendencia que consiste en que si coges frío en tus partes íntimas por alguna razón, estás fastidiada. Tienes ganas de ir al baño constantemente pero cuando vas no hay nada, y si por alguna casualidad hay, es una triste gotita solitaria que pica como un demonio y que hace que te acuerdes de la falda corta y jures no volver a ponértela en la vida. En algunos casos, sea lo que sea lo que caiga al baño cuando vayas, va acompañado de litros de sangre. Éste es mi caso hoy.


Así que aquí estoy, en mi casita con mi chándal (y mis partes íntimas bieeeeen abrigaditas). En mis manos, "Cumbres borrascosas". En mis oídos, George Michael. En mi estómago, una piña natural. En mis pies, unas babuchas. En mis ojos, un cansancio. Estoy feliz, estoy tranquila, estoy en paz, no necesito nada más. Bueno sí, una sonda.


Estar malita es un rollo, yo quería ver delfines y pandas y loros, y sin embargo estoy en casita yendo al baño cada 4 minutos. Pero la verdad, tener a Mr. Rossi preocupándose por mí y dándome toooodos los cuidados que necesito (y más) también a veces es un buen plan de fin de semana.


Feliz sábado con cistitis.

viernes, 26 de agosto de 2011

¡Aloha!

Y después del sábado pasado...











... ¡a ver qué hago yo este fin de semana!

jueves, 18 de agosto de 2011

Cine. Buen cine.

Hace poco tiempo que me ha venido a la mente una película que vi hace un montón de tiempo en el cine: El incidente.





No tengo ni idea de por qué la recordado de repente, aunque creo que en realidad nunca he dejado de pensar en ella desde que la vi.

Recuerdo que cuando salí del cine pensé que me había encantado, o algo mucho más allá que encantarme, pero que jamás la volvería a ver en mi vida (y yo soy MUY de volver a ver películas), porque la sensación de claustrofobia que me creó es algo que todavía me dura. No saber qué ocurre, no saber por qué ocurre y no saber quién será el próximo al que le ocurra es una sensación muy intensa, desde luego.

Para los que no hayan visto la peli, la trama es simple: gente corriente con una vida corriente empieza a suicidarse sin motivo aparente y con lo primero que pillan a mano, ya sea una pistola, un cristal o tirándose por un puente. No atienden a razones, no escuchan y al parecer no están en su sano juicio, simplemente se suicidan de manera repentina y en masa.

Y eso es algo que realmente me dio muchísimo miedo. De verdad que prefiero que se me aparezca la que le pega su marido en mi cocina antes que vivir algo tan horrible como que todo tu entorno se quite la vida sin explicación.


El caso es que M. Night Shyamalan me apasiona desde su primera película (no sé si saben cuál es...), y aunque a veces se le va la pinza de un modo raruno raruno (The Village me dejó un poco en plan... "¿ein?") reconozco que para mí es una de las personas más talentosas que campan por el séptimo arte, porque creo que sus historias son realmente diferentes. La elección de actores es esencial en su cine (John Legizamo, uno de mis maridos), aunque le perdonaremos que de vez en cuando trabaje con Mel Gibson (¿dónde está Ed Harris cuando se le necesita?).



Soy una súper-mega cinéfila, cada día más, y estoy muy abierta al cine de nuevos directores, pero gracias a eso me he dado cuenta de que cuando la ópera prima de un director es buenísima, se ejerce una presión sobre el creador que hace que la siguiente obra sea un bodrio y las siguientes sean bastante mediocres. Pasa en el cine, pasa en la música y seguramente pase también en otro tipo de artes de los que no soy seguidora. Y si no, recuerden Tesis.


¿Y por qué ocurre eso? ¿por qué cuando una mente es capaz de crear una obra de arte algunas veces es incapaz de volver a imaginar algo tan bueno? ¿por qué a veces la maravilla es la primera obra, cuando lo lógico sería que lo bueno fuera algo creado con más experiencia en la materia?. Pero no, es fácil ver que no es así.


La primera obra suele ser un trabajo de años, un guión, maqueta o manuscrito creado con una ilusión especial que ha llamado a miles de puertas y en cuya fabricación su autor ha volcado todo su talento. La obra tiene éxito, correspondiendo así de una vez por todas el estrujamiento de cerebro y el esfuerzo por crear algo realmente bueno del autor. La obra siguiente suele ser más bien fruto de la presión por crear algo para lo que ya no tienes tantos años por delante ni seguramente tantas ganas, la segunda obra está creada bajo la sombra intimidatoria de intentar acercarte a la categoría de tu primer fruto... y por supuesto, sale algo completamente distinto a lo que te gustaría.


Y es por eso que este director me impresiona tanto, porque todos y cada uno de sus proyectos me han resultado apasionantes (¡El Protegido, wow!), y eso para mí es talento, talento de verdad, no un golpe de genialidad. Todas sus películas (todas, porque las he visto todas) me han producido sensaciones extremadamente intensas, y creo que eso es exactamente lo que un director pretende, ya sea diversión, miedo o simplemente empatía, el cine está hecho para transmitir sensaciones, sensaciones que no todos los directores o los artistas en general consiguen transmitir.


En definitiva, me declaro fan de Michael Night (y no precisamente del de El Coche Fantástico) y reconozco que no pensé que hubiera ninguna película que pudiera darme más miedo que El Sexto Sentido (y doy las gracias a mi hermano, que me dijo "¡vete al cine a verla antes de que nadie te cuente si quiera de qué va y te la destripe!"), pero sí, sí la hay. El Incidente es la película que más terror me ha producido, amplificado por la sensación de quizá, sólo quizá, un día podría ocurrir algo similar si seguimos por este camino. Buen cine, lo miren por donde lo miren.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Lectores en la sombra

Me encanta mi blog. Me encanta el mundo de los blogs en general. Esa sensación de poder expresarte de manera escrita y que todo el que quiera pueda leerte sin necesidad de trabajar para un periódico o una revista. La libertad de expresión en su máxima potencia.


Por suerte mi blog es exactamente lo que quería. Tengo un número más que respetable de visitas con respecto a otros blogs del mismo estilo, escribo todo lo que quiero cuando quiero, mucha gente me ha dicho que me lee a diario... me siento muy satisfecha con este hobbie que, desde luego, tiene una gran función terapéutica para mí.


Pero como todo en esta vida, tiene su parte mala, y en este caso la otra cara de la moneda es ese porcentaje de lectores, normalmente anónimos, que usan los blogs ajenos para desfogar su frustración de la vida diaria. Esos lectores que permanecen agazapados en las sombras pero que no dudan un momento en usar su maza de la justicia divina para arremeter contra el blogger en lo que les venga en gana. Como si ser el receptor de lo que aquí compartimos diera derecho a expresar su odio sin pensar en las consecuencias, algo que el blogger, en este caso yo, se cuida mucho mucho de hacer en sus entradas y siempre piensa dos veces lo que dice, consciente de que le sigue gente de todas las edades, ideologías y nacionalidades.

Me imagino a todos esos lectores en su casa, sin perfil propio en blogger, porque ésa es la característica que diferencia al que da una opinión del que intenta herir y humillar, que uno lo hace con la cara relativamente descubierta (aunque sólo sea la ciber-identidad) y el otro no, leyendo blogs en los que nunca comenta, porque su función no es dorarle la píldora al blogger, su función es buscarle el punto débil y atacar sin piedad, hasta que encuentra una contradicción, un mal gesto, incluso una falta de ortografía, una falta moral, y entonces ahí si que se molesta en comentar, hirviendo de emoción. Despacio, sin demasiadas palabras desagradables, solo con un tono de infinito desprecio.

Y es algo que me resulta muy interesante en lo que pensar, porque tanto los bloggers como todos los lectores somos la sociedad, o al menos una parte de ella. Y esa necesidad de juzgar, de dañar, de hacer ver a los demás los errores fundamentales que cometen en sus vidas y lo equivocados que están en sus opiniones se ve tan claramente revelada en la gente en general, que a mí personalmente me da miedo, porque si lo aplicamos a la vida real no me queda más que preguntarme... ¿cuántas de las personas que me rodean en realidad por dentro están deseando decirme que lo que pienso, que lo que siento, que lo que opino está categóricamente mal y cuántos de ellos si se vieran en la seguridad del anónimato, darían rienda suelta a esa intolerancia con el más profundo de los desprecios?.


Cuidado, no es que los bloggers tratemos de que nos digan que sí a todo y que qué bonito y qué reflexivo todo lo que contamos. No se trata de eso en absoluto. Pero hay que entender que el que contemos nuestras cosas aquí no significa que estemos sentando cátedra, ni que seamos egocéntricos que pensamos que todo lo hacemos bien ni que no tengamos defectos, simplemente contamos nuestras anécdotas o nuestras opiniones sobre las cosas intentando no herir a nadie, o al menos en mi caso, que suelo hablar de manera informativa sobre mí misma y no hablar de lo que me parece lo que ha hecho el de al lado a menos que sienta que está actuando de manera dañiña para mí o para cualquier otra persona. Es que es algo tan obvio que cada vez que me encuentro con un troll de estos flipo, y pienso que si no te gusta un blog, si no te interesa la persona que está detrás y te parece que dice estupideces como que le gusta pensar en la utópica imagen de cenar una noche con Clint Eastwood (¡oh, qué ofensa la mía!), pues no lo leas, ¿por qué sufres?, ¿por qué te torturas leyendo otra entrada, y otra, y otra?, ¿será que en realidad no sufres tanto y te lucras intentando humillar a la persona detrás de esas palabras y ridiculizarle ante todos sus lectores?.


Yo, por desgracia, tengo mi troll personal, un gusano cibernético que intenta esconderse detrás de comentarios terriblemente ofensivos y no se da cuenta que se le ven los cuernos a leguas. Una vampira emocional que hace como que mira para otro lado cuando me ve cara a cara pero que en cuanto cruza el umbral de su espacio se dedica a cotillear entre mis anécdotas virtuales a ver por dónde puede herirme. Una auténtica frígida afectiva incapaz de sentir ningún placer con lo que tiene, únicamente encontrando satisfacción en fastidiar a su víctima, ya sea diciendo mentiras sobre ella o ridiculizándola a sus espaldas.


Esa es mi cruz virtual, pero soy seguidora de distintos blogs personales y me doy cuenta de que por desgracia no soy la única cuyo blog tiene uno de estos tumores tan dañinos.


No es que con esto quiera pedirle a mi troll que deje de meterse en mi vida, ya que se lo he pedido varias veces de la única manera que puedo, escribiendo, y no ha servido de nada, pero me encantaría que la gente que me lee y que disfruta con ello participara más activamente en mi blog y se convirtiera en algo más común que mis entradas tuvieran comentarios positivos, y poder sentir así que lo que hago tiene a veces también su recompensa.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Señoras que

Hace unos días que iba yo tan tranquila caminando por la calle, pensando en mis cosas y sin reparar mucho en el mundo exterior, como de costumbre, cuando llegué a un paso de zebra. Estaba en rojo para los peatones, así que me quedé quieta esperando al borde de la acera, muy quietecita y muy educadita como me enseñaron cuando era pequeña, no como esa gente loca que cruza alegremente.

No me había dado cuenta, pero una señora mayor de pelo blanco se había quedado al lado mío esperando también. Yo seguía a mi rollo y en mis cosas mientras el muñequito seguía en rojo, y antes de que pudiera reaccionar y darme cuenta estaba en mitad de la carretera, siendo arrastrada del brazo por la señora, que me había agarrado y gritado "¡¡¡¡AHORA!!!!". Cuando llegamos al otro lado, la señora se soltó y siguió su camino sin decir ni media, esque ni "ahí te pudras" me dijo. Me sentí muy usada.


Esta mañana a la misma hora y parada en el mismo cruce la veo venir a paso de hormiga, lo cual me sorprendió mucho porque cuando quiso poner el turbo la tía no veas si lo puso. La observo desde tres peatones más para allá, y la señora llega al paso de peatón y antes de que salga el muñequito verde le hace exatamente la misma jugada a un chico con una mochila con una pinta de guiri mortal. Con él ha sido aún peor, porque se lo llevó tirando de la mochila, por lo que el pobre chaval hizo el camino medio de lado, flipando y seguramente sin saber qué leches estaba ocurriendo.


Esta vez que lo he observado como público, no como protagonista, y he tenido más tiempo para analizar la estrategia me he dado cuenta del objetivo. El cruce está al ladito de una esquina, con lo que si viene un coche no lo ves y el coche no te ve a ti, así que la señora realmente no quiere que la ayudes amablemente a cruzar, no señor, la señora te coge para ponerte en el lado por el que vienen los coches y si uno te lleva por delante te lleva a ti, no a ella. Vamos, lo que viene siendo un escudo, la señora me utilizó como escudo.


Ahora que he descubierto su finalidad siento que se han aprovechado de mi lozanía. Si la vuelvo a ver se lo pienso hacer yo a ella, ¡a ver si le hace gracia que la traten como a un triste objeto!.

lunes, 8 de agosto de 2011

No cuenten conmigo

Últimamente estoy reflexionando mucho sobre el tipo de gente que me rodea. Me gusta mi vida, me gusta cómo soy y cómo llevo mi día a día, y es por eso que soy observadora (también llamada cotilla) y me doy cuenta que las relaciones que mantiene la gente cada vez son más superficiales, huyendo de la amistad verdadera que requiere que a veces des la cara por alguien o estés ahí simplemente para escuchar las penas.

Cada vez la gente se rodea más de amigos con los que puedan tomarse unas cañitas y echarse unas risas, pero se alejan sin pensárselo si su plan deja de ser tan trivial como de costumbre y vaya más allá de hablar de fútbol, de trabajo o de cualquier tema que no requiera darle a la cabeza más de lo estrictamente necesario. Y eso, según mi opinión, es no tener una relación sincera.

La gente corriente cada vez elige más llevar una vida lineal en la que ni el trabajo ni la gente de la que se rodean les dé muchos quebraderos de cabeza que les hagan pensar demasiado. Está socialmente aceptado como conversación interesante el hablar mal del trabajo y poner verde la empresa sin piedad, pero a la hora de la verdad nadie mueve un dedo por avanzar o salir de ese trabajo que tanta hostilidad rebosa.


También es cierto que cada vez veo más relaciones amorosas basadas en la comodidad, parejas en las que ya no hay pasión, pero sí una buena relación e intereses comunes de diferentes tipos. ¿Hay amor en estas parejas?, no lo sé, desde luego lo que tengo claro es que ese amor yo no lo quiero para mí.



Esa vida en general no la quiero para mí. Cuando he estado amargada en el trabajo, me he movido para encontrar algo en lo que me sintiera más valorada aunque al principio el cambio pareciera un paso atrás, cuando me he sentido decepcionada con amigos y he tenido la sensación de que no me estaban dando lo que yo considero que un amigo te debe dar, lo he apartado de mi vida diaria aunque eso significara pasar largas temporadas de soledad, y desde luego tengo muy claro que si tengo una pareja es para que cuide de mí y para sentirme segura de que es la persona con la que quiero estar siempre, no para sentir que seguramente haya alguien por ahí que me dé la vuelta al estómago, pero que como soy una perezosa y no tengo ganas de seguir buscando, mejor me quedo con éste que no me da muchos problemas.


La verdad, me compadezco de la gente que lleva una vida mediocre en la que nada le satisface más allá de pasar el tiempo esperando que un día les toque la primitiva y poder tirarse a la bartola el resto de sus vacías vidas. Yo tengo la suerte de no ser así para nada, tengo muchísimas ilusiones y el día a día me produce una inmensa emoción ante todas las cosas pequeñas que puedan surgir. Disfruto muchísimo de mi familia, de mis amigos, de mi nuevo trabajo, y no vivo para nada con la sensación de estar conformándome.

Creo que estamos creando una sociedad de amargados/as en la que lo moderno y lo que "mola" es decir que estás hasta las narices de todo y que vaya mierda de vida que todavía queda una eternidad para el próximo puente o las próximas vacaciones. Ya no está de moda beber los vientos por tu pareja o decir que tu trabajo te enseña muchísimo a diario y que te sientes muy valorado, ahora hay que decir que estás hasta las narices de tu pareja o si no no eres cool, hay que poner verde al jefe, al compañero y a la nueva, ¡y que a alguno se le ocurra cogerse una baja, que ya verás qué pronto van todos como buitres a decir que éste tiene más cuento que Calleja y lo que pasa es que le apetecía pasar un par de semanitas tocándose los pendientes reales!.


Me deprime esta nueva sociedad basada en el cotilleo donde la gente se lucra de ver fotos de famosas con celulitis o de guaperas sacándose un moco. Una sociedad envidiosa donde nos pasamos la vida criticando al que tiene más que nosotros pero no hacemos nada por avanzar, nos apalancamos y nos hacemos cómodos en una posición mediocre y nos pasamos la vida lamentando nuestra suerte, que por supuesto es la culpable de este estado tan miserable en el que nos encontramos.




Envidia, cotilleo, mala intención, holgazanería, apalancamiento, conformismo y en general, miseria. Lo veo a diario a mi alrededor.





Pero no señores, yo soy una luchadora y yo estoy por encima de todo eso. Así que no, gracias, no cuenten conmigo.

martes, 2 de agosto de 2011

Mi amiga Alba es una artista...

... y nos hizo esta foto:




Y me encanta.
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