martes, 26 de marzo de 2013

¡¡Tercer cumplemes!!

Hoy mi pequeñajo cumple 3 meses. Sé que siempre digo lo mismo, pero es increíble cómo pasa el tiempo. Por un lado siento que parece que fue ayer cuando nació, y por otro lado siento que me parece mentira que haya podido vivir sin él, como si llevara toda la vida conmigo.

Siempre he oído que los bebés que no son buscados y que sus padres reciben la noticia como algo negativo, cuando nacen son mucho más buenos e intentan no ser una molestia en absoluto. Siempre me ha llamado mucho la atención esa teoría, porque aunque está claro que los bebés perciben muchas cosas desde que están en la tripa, me cuesta creer que eso pueda afectar a su comportamiento o personalidad.

Sin embargo, en el caso de Eric ha sido completamente cierto. Hace ya un par de noches que duerme toda la noche en el tirón y desde que tiene sólo un par de semanas se despierta sólo una vez en mitad de la noche y vuelve a caer como un tronquito hasta bien entrado el día. Para los lectores que no tengáis bebés... eso es una bendición, creedme.

Recuerdo la primera noche que Abril nos dejó dormir toda la noche. Cuando nos despertamos creímos que estábamos aún soñando... 10 meses de criatura despertándose tres y cuatro veces exigiendo un bibe y después de tomárselo podían pasar hasta 45 minutos sin que quisiera dormirse, sólo quería estar ahí, en bracitos, y si no lloraba a voz en grito hasta que viniera alguien y la cogiera.

Eric es muy bueno, y eso que yo odio decir que un niño "es bueno" cuando da poca guerra, porque eso significa que si un bebé requiere atención es "malo", y eso no es justo, los bebés requieren atención y punto, es lo normal, pero esque Eric, sin ser un niño seta que no se nota que está, es un bebé que respeta muchísimo sus horarios y te deja tranquila muchas horas al día. Pero vamos, lo de que no se nota que está es imposible, ya que ahora le ha dado por echarle una sonrisa arrebatadora a todo el que se le acerca (menos a una cámara), con lo que se tiene ganado el corazón de la mayoría de mis compis de curso, que vienen todas las mañanas a saludarle y él, en su salsa, pues deleita a todas con todo su repertorio de sonrisas y gestitos que hacen que quieras comértelo de un mordisco.


Ayer una persona a la que conocí ayer mismo me dijo que soy una súper madraza y que se me abren los ojos como platos y se me ilumina la cara cuando nombro a mis niños. No me esperaba en absoluto que alguien me dijera algo como eso, ya que estoy más acostumbrada a recibir comentarios sobre todo lo contrario, pero la verdad... ¿cómo no voy a estar profundamente enamorada de mis dos bebés...?















          










martes, 19 de marzo de 2013

Recuperando el tiempo perdido

Hace unos días que vengo pensando en algo en lo que no había reparado hasta ahora. Supongo que ahora es cuando más obvio es, pero sea como sea es algo completamente inconsciente y a lo que he llegado sin planearlo en absoluto, pero me resulta muy curioso.

Resulta que, como ya he contado muchas veces, yo no tuve una adolescencia como tal. Si me oyera mi madre me tiraría una tostadora a la cabeza, porque desde su punto de vista me pasaba todo el día de fiesta con mis amigos viviendo la vida loca sin preocuparme de nada y parasitando como si no existiera nada mejor que hacer en la vida. Mira, una cosa buena de que mi madre no lea mi blog y se la pique mi vida, me ahorro un escobazo.

Pero lo cierto es que no fue así para nada.

Mi visión de mi propia adolescencia, sobre todo ahora que la puedo ver con perspectiva, es que mi vida era bastante asquerosa. Desde los 10 años mi padre dejó de ser un padre para convertirse en parte del mobiliario (feliz día del padre, papá). Y no es que dejara de existir, esque encima de no ser un padre en condiciones daba el por saco como el que más. Me pasé el 70 por ciento de la primera mitad de mi adolescencia castigada en casa sin poder salir, sintiéndome un fracaso para toda mi familia, que es lo que me hacían ver que era, y cultivando un odio y una rabia que todavía arrastro y de la que no he sido capaz de librarme.

Hasta que un día, cuando tenía 15 años, mi padre se fue y yo me sentí la persona más liberada del mundo. Se acabó la dictadura... y empezó la anarquía más absoluta.

Mi madre vivió su accidente como un "voy a hacer lo que me pida el cuerpo" (ojo, no la culpo,  esta entrada no va de eso), y el cuerpo le pedía evadirse. Y ella se evadía sin más. A veces se evadía encerrándose en su cuarto a llorar durante 48 horas seguidas, a veces se evadía yéndose de viaje sola durante semanas, y a veces se evadía pasando absolutamente todo su tiempo delante del ordenador hablando con gente de diferentes partes del mundo. Limpieza, comida y otra serie de obligaciones no entraban en los planes de nadie en mi casa. Sea como sea, todo lo que le pedía el cuerpo no nos incluía a nosotros, y mi hermano, a parte de tener una personalidad mucho más independiente y solitaria que yo, tenía 21 años y su vida orientada a lo que le daba la gana. Pero yo no. Yo tenía 16 años y muchas ganas de que alguien me hiciera caso sin hacerme sentir un estorbo.

Pasé una etapa diciendo "qué guay, puedo hacer lo que me salga del pie sin que nadie me controle", pero esa fase pasó rápido, para empezar porque nadie de mi entorno podía seguirme el ritmo, y para seguir, porque todos, y especialmente a ciertas edades, necesitamos una disciplina, a alguien que nos pare los pies, un ejemplo a seguir. Unos padres, a esa edad todos necesitamos unos padres, y yo no los tuve. Creo que de hecho no los he vuelto a tener, aunque mi madre recuperara el norte y mi padre apareciera de nuevo años después nunca he tenido una figura de autoridad después de aquello. Recuerdo como si fuera ayer que la busqué, recuerdo cómo yo hacía las cosas en base a que ellos se sintieran orgullosos de mí, como dejar de fumar o tener una vida ordenada con mis facturas al día sin pedir ni un sólo duro y ser autosuficiente, pero lo cierto es que nunca sentí que nadie me lo valorara. Es como si todo eso formara parte de mi deber en la vida, sin aplausos, sin palmaditas de ánimo, ser responsable es lo que me tocaba y punto.



Después de eso mi madre se fue y las cosas se desmadraron bastante, me costó mucho encontrar mi camino y ponerle un poco de orden, y ahora que soy madre de dos maravillosas criaturas a las que adoro y sé quién soy más que nunca, me he dado cuenta de que el cuerpo me está pidiendo vivir esa adolescencia que nunca tuve.


Toda mi ansia es vivir experiencias, muchas muchas experiencias. Risas, viajes, fotos haciendo el canelo, amigas, amigos, calle, borracheras... , ir a muchos sitios, conocer a mucha gente y que todo el mundo me caiga bien sin importarme nada más. He notado mis ganas de vivir sin preocupaciones hasta en la música que escucho últimamente, ahora más fiestera, bailable y despreocupada que nunca. A ver, tampoco es que me haya convertido en Paquirrín, no es eso, aún sigo disfrutando de un buen libro y no hay nada que me llene más que el cine con sustancia y bueno de verdad, pero ya no vivo obsesionada todo el tiempo con cultivar el intelecto a cada paso que doy como si fuera lo único en la vida, ahora me apetece disfrutar sin pensar en el mañana, y además considero que esta adolescencia tardía me está dando la posibilidad de hacer las cosas con cabeza y sin hacer daño a nadie, con lo que lo vivo de manera aún más satisfactoria.


La verdad es que no sé si es una nueva forma de vivir mi vida o es simplemente una etapa, pero lo cierto es que se duerme mucho más tranquila sin mirar a la gente con lupa y poniéndole un pero a todo lo que la vida te pone delante.


De cualquier forma, me gusta la nueva YO...

sábado, 9 de marzo de 2013

Bucket list


- Lanzar un dardo a un mapa y viajar a donde aterrice

- Firmar un autógrafo

- Dormir en una playa desierta

- Hacerme una sesión de fotos pin-up

- Que alguien me regale unos Louboutin

- Ver todas las películas en las que actuó Marilyn

- Recrear una foto de cuando era pequeña

- Montar en monopatín con Rob Dyrdek

- Hacerme una foto cruzando Abbey Road

- Que un famoso me retwitee

- Ir a una fiesta en algún ático de Nueva York

- Adoptar un galgo

- Conocer a mi doble

- Vaciar y decorar una calabaza

- Bailar bajo la lluvia

- Tener una cita en un auto-cine



- Ir de truco o trato

- Visitar una casa encantada

- Probar todos los productos de Bath and Body Works

- Hacerme una trenza de raíz

- Poner una gota de lavavajillas en una fuente

- Hacerme un tatuaje con mi mejor amiga

- Jugar con las hojas secas

- Aprender a hacer flip-flops

- Comer ositos de gominola de vodka


- Teñir las puntas de mi pelo de algún color chillón

- Hacer un striptease privado

- Vivir en una casa con escaleras de caracol

- Soplar fuego

- Tocar un elefante

- Hacer una guerra de almohadas de plumas

- Tener un gato

- Hacer un animal con un globo

- Conocer a Bobby DeNiro

- Perdonarle. Perdonarla.

- Ir de vendimia

- Hacer 10 flexiones con una mano

- Hacer un cameo

- Tirarme a una piscina con mi vestido de novia

- Pasarme un juego sin mirar la solución

- Alojarme en el castillo de Cenicienta en Disney World

- Visitar Strawberry Fields


- Saberme el nombre de todos los países del mundo

- Vivir en SF

- Ser la portada de una revista de tatuajes

- Probar todas las tartas de Cheesecake Factory

- Ser perseguida por un papparazzi

- Hacerte el hombre más feliz del mundo

- Ver un concierto desde la zona VIP

- Escribir algo en un árbol juntos

- Alojarme en el Bellagio

- Dejar 60€ de propina en algún restaurante

- Nadar con delfines

- Pasar un día entero montando en barco

- Desgastar unas zapatillas de correr

- Visitar un viñedo

- Vivir mis 15 minutos de fama

- Estampar una tarta en la cara de alguien

- Que me entierren junto a él

- Sumergirme en arenas movedizas

- Visitar Palm Springs

- Cantar una canción con Michael



- Ver el atardecer desde dentro de la Torre Eiffel

- Comerme un chicle kilométrico de una sola vez

- Reírme de él como él lo hizo de mí. Y que le duela.

- Componer junto a Mike Shinoda

- Encontrar la cura para la enfermedad de ELA

- Plantar tulipanes

- Decirle a Julia que es mi musa

- Visitar Philadelphia

- Conocer a Bruce Springsteen en el backstage

- Patinar en bikini y shorts con mi Ipad y unas Rayban en algún lugar de playa

- Que Ryan Gosling me abrace

- Coleccionar todas las paletas de sombras de Too Faced



- Que hagan un sabor de helado, un diseño de bolso o un sanwich con mi nombre

- Sobrevivir a un tornado

- Hacerme un tatuaje de una ardilla

- Coger al vuelo una pelota de baseball en un partido

- Comprarle galletas a unas girl scouts

- Que me quede bien un bikini

- Ser la dueña de un perro durante toda su vida

- Pasar San Valentín en Nueva York



- Coleccionar skeleton keys

- Irme de fiesta con Green Day

- Hacer voo doo

- Patinar en un lago helado

- Evitar una boda

- Hacer un nudo en un rabo de cereza con la lengua

- Visitar la Isla de Pascua

- Jugar a la botella

- Probar todos los sabores de Ben & Jerry

- Tener una Polaroid

- Jugar al escondite en Ikea

- Emocionarme ante el epitafio de alguien que nunca conocí

- Conocer a la Patricia Buelta de Alemania

- Pasar un día entero sujetando un cartel de "regalo abrazos" en la calle

- Dar de comer en un albergue de gente sin hogar

- Ir a una reunión de alcohólicos anónimos

- Organizar una fiesta sorpresa

- Cantar en un micrófono abierto del Bluebird Cafe



- Trabajar en Goodwill

- Aprender a hacer malabares

- Fumar un último Chesterfield

- Cantar el himno americano ante millones de personas

- Aprenderme la coreografía de Thriller

- Ir de público a The late show with David Letterman

- Celebrar mis bodas de oro


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