martes, 4 de agosto de 2009

Marte vs. Venus

Me queda exactamente 1 semana para saber si voy a ser madre de una niña o de un niño, y creo que ésta es la espera más larga y ansiosa que he sufrido en mi vida.

La diferencia entre tener un niño o una niña para mí es como la diferencia entre irte de vacaciones a un tranquilo crucero por el pacífico o irte de aventuras a un safari por Kenia, dos mundos completamente distintos, y aunque sé que voy a tener un bebé y sé más o menos cómo se me presenta el primer año, todavía no tengo ni idea de cómo va a ser el resto de mi vida con mi hijo/a.

Según dicen en las 1.001 páginas web para "Mamás primerizas cagadas en los pantalones" en las que me meto, los niños son mucho más difíciles en los primeros años, siempre jugando con bichos, metiendo las manos en el barro, necesitando un cambio de camiseta, pantalón y pañal cada 20 minutos... mientras que las niñas tienden a ser mucho peores según se van acercando a los años de adolescencia, perfeccionando su capacidad para dramatizar terriblemente cada mínimo problema, ya sea de colegio, de amigas, o de (¡oh no, horror!) de chicos.

Supongo que, como todo en esta vida, es una teoría plenamente subjetiva y no tiene por qué ser así en absoluto, pero creo que si miro para atrás en mi vida, aunque mi hermano no era de ese tipo de niños que guardan caracoles en un bote o que rompen ventanas con una pelota de fútbol, nuestra infancia se parece bastante a esa teoría.

Por mí está bien, no tengo ningún problema en lidiar con cualquiera de las dos circunstancias, pero simplemente, quiero saber qué tipo de madre debo ser, la que se tira al suelo a rebozarse en la arena para construir un fuerte para los Pokemon... o la que está preparada mentalmente para un día tener que oír las terribles palabras: "Mamá, a mí los que me gustan son los pokeros".

Sea como sea, sólo son teorías hipotéticas, y además, no sé de qué me preocupo, puede que ahora tenga una preciosa niña, tranquila y fácil de dominar... y dentro de unos años tenga un simpático niño inquieto, revoltoso y travieso, y de esa forma tendría que torear las épocas más dificiles de cada uno al mismo tiempo. O puede que tenga un niñito de lo más tranquilo que le guste jugar tranquilamente con sus puzzles y no se meta en líos, o una niña de esas que cuando empiezan a gatear no las puedes perder de vista ni medio minuto porque la está liando en algún rincón de la comunidad de vecinos.

En fin, podría escribir un libro sobre todas las dudas que van brotando diariamente como setas según va avanzando mi prematernidad, pero creo que no me queda más remedio que resignarme a lo que me depare el destino, y prepararme para todo, en una mano un escudo, y en la otra un paquete de clínex.

1 comentario:

Dana dijo...

un niño como mi churro sería una bendición...acaso ha existido en el mundo un niño más lindo y más mono que el?

Web Statistics