jueves, 17 de octubre de 2013

Parte del orden

Estoy pasando por el momento más difícil de mi vida, todo el mundo lo sabe. La gente me llama, me escribe, se interesa por mí, me ofrece su ayuda, me ofrece su apoyo, me aconseja, me escucha, me ofrece alternativas, me proponen soluciones, me compadecen, hablan de mí entre ellos para buscar en equipo una salida para mí, piensan en mí y algunos hasta rezan por mí. Y yo no puedo sentirme más agradecida, porque sin todo ese apoyo no sé dónde estaría.

Pero lo cierto es que aunque todo el mundo piense que este momento de mi vida por la circunstancia debería ser el peor, el más duro y el más difícil que he pasado nunca, se equivocan.


Yo siempre he sido parte del caos. Mi adolescencia fue triste, solitaria, confusa. Durante muchos años tuve un tremendo sentimiento de vacío, algo me faltaba, y nunca he sabido muy bien si me sentía así desde fuera hacia adentro o alrevés, es decir, no sabía si los demás me hacían sentir así y entonces yo sentía caos dentro de mí, o yo era caótica y como consecuencia de mi comportamiento la gente me apartaba. Pero el caso es que he sido caótica toda mi vida. Intentaba buscar mi sitio y nunca conseguía encontrarlo, intentaba buscar atención a toda costa, porque era lo que no había tenido en todos aquellos años en los que todo fue tan difícil, atención. Y con mi caos personal traía caos a la vida de mucha gente por culpa de mi comportamiento acaparador y demandante. Porque nunca tuve atención de la mayoría de la gente a la que quería, y la atención que tenía era para criticar mi comportamiento, para advertirme de lo mal que me iría todo en la vida con la personalidad que tenía. Y todo eso me llevaba a la más absoluta de las desesperaciones, porque sentía que todo el mundo me estaba castigando por haber nacido siendo así, que me estaban imponiendo el no ser yo misma, me estaban obligando a ser algo que no era, y yo simplemente no sabía ser de otra manera. Lo intentaba, intentaba agradar a la gente intentando ser otra persona, pero ni conseguía ser de otra manera, ni conseguía agradar a nadie. Siempre he sentido que nadie me respetaba, nadie respetaba mis tiempos, nadie respetaba mi confusión, nadie respetaba mi evolución y nadie respetaba mi manera de lidiar con los cambios, los cambios en mi entorno y los cambios dentro de mí, así que era como una bomba de relojería constante. Caos, puro caos.


Y pasaron los años, y perdí amistades, y encontré amistades nuevas, y las volví a perder, y me mudé de país, y me volví a mudar, y tuve una pareja, y tuve otra distinta, y después tuve otra, y un trabajo, y otro, y otro más, y nuevas amistades, y nuevas decepciones, y una casa y un perro y una piscina, y una nueva vida, y otra nueva vida, y otro comienzo, y otro más, y una nueva esperanza, y un nuevo sueño, y un nuevo intento de que todo salga bien........


Y caos. Y más caos. Y nada de lo que tenía lo elegía yo, ni bueno ni malo. Intenté encontrar la felicidad intentando hacer felices a los demás, y no funcionó. Intenté encontrar la felicidad siendo egoísta y mirando sólo por mí, y tampoco funcionó. Intenté encontrar la felicidad haciendo muchas cosas, viviendo experiencias, llenando huecos, llenando mi tiempo sin dejar ningún espacio para pararme y pensar, y por supuesto tampoco funcionó. Nada funcionaba. Los años pasaban, mi vida seguía y nada funcionaba.


Y depronto un día todo paro, yo lo paré. El mundo dejó de ir tan deprisa, miré hacia adelante y pensé en que tengo dos hijos a los que proteger, y que no puedo seguir buscando la paz en los sitios equivocados.


Decidí intentarlo de otra forma. Decidí poner en práctica por primera vez en mi vida el no tratar a nadie de la forma en que a mí no me gustaría que me trataran. Soy una persona muy enjuiciadora, extremadamente crítica, siempre he sido así y no puedo evitarlo. Tiendo a ponerle a la gente y a su manera de actuar etiquetas, actúan de forma errónea o egoísta o inconsciente, y rápidamente quiero decir de ellos que son unos idiotas, o unos insensatos, o unos canallas. Y ya no quiero ser así más. Estoy intentando hacerme aprender a mí misma que nunca sabes, nunca sabes sobre la gente, nunca sabes sobre lo que llevan detrás, nunca sabes qué les lleva a actuar así, y quiero con todas mis fuerzas dejar de pensar en la gente como seres malintencionados e irresponsables. Me hace daño ser así, me hace daño ir con esas gafas por la vida, y es algo que quiero enseñar a mis hijos desde su cortísima edad.


Ahora me gusta pensar en mí misma como una persona despierta. Puede que mi vida, lo que me rodea, esté atravesando por el peor momento de toda mi existencia, la mayor tormenta de arena que he vivido nunca, eso es cierto, pero tengo que admitir que por dentro, dentro de mi cabeza todo está en orden por primera vez en mi vida. Sé quién soy más que nunca. Soy consciente de que suena al típico mantra que la gente se repite a sí mismo a ver si así se lo cree, pero no, no es así. Siempre he sido muy consciente de que todo dentro de mi cabeza era distorsionado, siempre he buscado otras maneras, he leído, he investigado y he trabajado muchísimo buscando inspiración, buscando algo a lo que agarrarme, y ahora por fin siento que estoy tranquila, que el caos ya no está dentro de mí, ya no formo parte de él.


Aún estoy aprendiendo, sigo necesitando mucha ayuda y apoyo, estoy pasando un momento de auténtico infierno que no me deja disfrutar de absolutamente nada, ni de mis hijos ni de las cosas bonitas de la vida. Pero sé que pasará. Porque al menos ahora por primera vez, me gusta lo que soy, lo que he conseguido y a lo que he llegado. Por primera vez siento que formo parte del orden, y no del caos nunca más.






No hay comentarios:

Web Statistics