
-Loción refrescante de fresas y champagne, de Victoria´s Secret. Una amiga no muy dada a este tipo de frivolidades me lo dio porque se lo habían regalado y no lo iba a usar. Reconozco que su olor es algo tan embriagador que a veces mientras estoy tomando el sol me echo un poco en la muñeca para poder estar oliéndolo constantemente. Aplicarme un producto a base de fresas y champagne me hace sentir como una estrella de Hollywood de los años 50, con sus excéntricos caprichos. Pero no sólo de frivolidades vivimos las estrellas, mi piel vuelve a respirar con normalidad en su momento after-sun cuando le aplico esta delicatessen para calmarla.
- Salem´s Lot, un clásico de Stephen King. Después de literalmente zambullirme en otro de sus clásicos, Bag of bones (Mattie Devore es el personaje literario con el que más me he identificado en mi vida), el cuerpo me pedía más y más Stephen. Aún lo estoy empezando, pero la verdad que el amo del suspense nunca me ha decepcionado, al menos de manera literaria, porque las adaptaciones al cine de sus libros suelen ser un desastre, a excepción de Misery y Carrie.
- Mi I-pod. Cuando el mundo exterior sobrepasa la línea de mi acústico espacio vital, algo que ocurre bastante a menudo en mi piscina, me tumbo en mi toalla, me pongo mis gafas de sol y muevo la rueda del volumen de mi I-pod al máximo. Y de repente estoy bailando "Moondance" con Michael Bublé en un salón vacío dentro de un palacio de cristal, o haciendo un duelo de guitarras con Ben Lee tocando "Gamble everything for love" o me voy de marcha con Justin Timberlake y bailamos "Cry me a river" sin parar, como solía hacer en mi cuarto cuando tenía 16 años. Y si se acaba el mundo seguramente no me entere.
- Summer Hair, de Fekkai. En el packaging se puede leer: "crea un pelo con textura de surfera sexy". Irresistible. Ni científica ni activista de grandes causas: surfera sexy.
- Juguetes de goma, pañales limpios, toallitas, gomas de pelo, horquillas con lazos, manguitos..., si por algún casual depronto necesitas sonarte la nariz y me pides un Kleenex, tendrás que esperar a que rebusque en mi bolso y esquive las miles de cosas que una niña necesitas para ir a la piscina.
- Mi "cuaderno para todo". No es que lo lleve a la piscina, esque esté en el piso que esté en mi casa, mi cuaderno tiene que estar a menos de 4 metros a la redonda por si me viene la inspiración. Como si fuera Leonard Cohen o Bob Dylan, necesito apuntar mis momentos iluminados, porque puede que si los dejo pasar, nunca vuelvan. El agua, el sol y la relajación veraniega suelen ser musas bastante influyentes, así que me gusta llevarlo siempre conmigo en mi bolso de piscina.
- Muestras de crema facial Lancaster SPF 50. Para retoques, que suena como a señora importante.
- Gel revitalizante y relajante de pies y piernas de Deliplús. Su extraño efecto frío-calor hace que cada vez que me la aplico luzca mi preciosa dentadura, creo que no queda persona en este mundo a la que no se la haya recomendado, todo un descubrimiento.
- Salem´s Lot, un clásico de Stephen King. Después de literalmente zambullirme en otro de sus clásicos, Bag of bones (Mattie Devore es el personaje literario con el que más me he identificado en mi vida), el cuerpo me pedía más y más Stephen. Aún lo estoy empezando, pero la verdad que el amo del suspense nunca me ha decepcionado, al menos de manera literaria, porque las adaptaciones al cine de sus libros suelen ser un desastre, a excepción de Misery y Carrie.
- Mi I-pod. Cuando el mundo exterior sobrepasa la línea de mi acústico espacio vital, algo que ocurre bastante a menudo en mi piscina, me tumbo en mi toalla, me pongo mis gafas de sol y muevo la rueda del volumen de mi I-pod al máximo. Y de repente estoy bailando "Moondance" con Michael Bublé en un salón vacío dentro de un palacio de cristal, o haciendo un duelo de guitarras con Ben Lee tocando "Gamble everything for love" o me voy de marcha con Justin Timberlake y bailamos "Cry me a river" sin parar, como solía hacer en mi cuarto cuando tenía 16 años. Y si se acaba el mundo seguramente no me entere.

- Juguetes de goma, pañales limpios, toallitas, gomas de pelo, horquillas con lazos, manguitos..., si por algún casual depronto necesitas sonarte la nariz y me pides un Kleenex, tendrás que esperar a que rebusque en mi bolso y esquive las miles de cosas que una niña necesitas para ir a la piscina.
- Mi "cuaderno para todo". No es que lo lleve a la piscina, esque esté en el piso que esté en mi casa, mi cuaderno tiene que estar a menos de 4 metros a la redonda por si me viene la inspiración. Como si fuera Leonard Cohen o Bob Dylan, necesito apuntar mis momentos iluminados, porque puede que si los dejo pasar, nunca vuelvan. El agua, el sol y la relajación veraniega suelen ser musas bastante influyentes, así que me gusta llevarlo siempre conmigo en mi bolso de piscina.
- Muestras de crema facial Lancaster SPF 50. Para retoques, que suena como a señora importante.
- Gel revitalizante y relajante de pies y piernas de Deliplús. Su extraño efecto frío-calor hace que cada vez que me la aplico luzca mi preciosa dentadura, creo que no queda persona en este mundo a la que no se la haya recomendado, todo un descubrimiento.
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