jueves, 28 de noviembre de 2013

Mi versión de los hechos

Hace seis años estaba metida en un pozo. Estaba sola, mis amigas me daban la espalda, mi familia vivía lejos y la que vivía aquí no quería mucho conmigo. Pasaba mis días sola y cuando no estaba sola me sentía más sola que si lo estuviera. Acababa de pasar una ruptura terriblemente dolorosa y nadie parecía querer ayudarme. Tenía el corazón destrozado, pero aún así me levantaba todos los días con ilusión, sabiendo que algún día todo cambiaría y llegaría una vida mejor.

Y entonces llegaste tú, un hombre recién casado que se interesaba por mis problemas y me confesaba los suyos. Al principio no le di importancia, en ese momento había muchos hombres que se interesaban por mí y no precisamente para derretir mi helado corazoncito, así que no presté mucha atención a lo que estaba pasando. Pero poco a poco me fui dando cuenta de que quizá lo que estaba pasando era más de lo que de primeras podía parecer. Me confesaste que estabas enamorándote de mí, y me dijiste que no querías dar ningún paso más hasta que arreglaras tu situación, y reconozco que la manera en que respetaste a tu mujer, me respetaste a mí y respetaste tus propios sentimientos me cautivó por completo. Cumpliste tus promesas y me seguiste hasta el fin del mundo. Respetaste mis tiempos y poco a poco fui cayendo en tus redes, porque contigo todo era de verdad, querías conocerme, querías entenderme y querías cuidarme, todo era cierto y nada de lo que decías era palabrería barata.


Durante mucho tiempo todo fue perfecto, mi vida fue perfecta, y te quise para siempre. Me conocías, me escuchabas y me entendías como nadie. Por fin alguien quería comprender mis motivos, y contigo superé fantasmas del pasado que me rondaban día y noche, tú trabajaste sin descanso para que yo fuera feliz, y lo fui. Nos prometimos amor eterno y decidimos que nadie sería mejor padre para nuestros hijos que el otro.



Y entonces, entre tanta felicidad, la vida nos golpeó y llegó tu despido. Pasaron los meses y el teléfono no sonaba, y de repente todo cambió. Yo llevaba a tu hija dentro de mí, y tú empezaste a despreciarme por ello. Durante todo el embarazo ni me miraste, ni me hablaste, ni me comprendiste, ni fuiste el que eras. Yo estaba pasando una pesadilla interna, y sin saberlo tú me hiciste pasar una pesadilla externa. Yo te rogaba, te gritaba, te insultaba... todo para intentar despertar algo en ti, para que me hicieras caso, para que te dieras cuenta de que existía, y lo intenté todo, todo lo que se me ocurría. Intenté despertarte con cariño y comprensión por lo que tú estabas pasando, pero no sirvió de nada, intenté despertarte con desprecio y repulsión, pero tampoco sirvió de nada, intenté ponerte límites, darte ultimatums, intenté chatajearte emocionalmente... pero nada servía.



Abril nació, encontraste trabajo y durante un tiempo todo fue mucho mejor. Tú por fin despertaste, te diste cuenta de tus errores y no volviste a caer en un hoyo tan enorme. Y yo te perdoné. Perdoné y olvidé, como hace la gente sabia, y seguí enamorada de ti como antes. Pero los problemas ocasionados por estar tanto tiempo sin ingresar dinero siempre quedaron ahí, y ahí siguen. Nunca pudimos ser felices por todo lo que arrastrábamos.



La vida siguió y tuvimos que dar un paso atrás en cuanto a comodidades, pero no nos importó, lo hicimos con toda nuestra ilusión de ir a mejor y vivir tranquilos, pero en la nueva casa las cosas no fueron a mejor. Tú seguías teniendo problemas, aún no sé muy bien de qué tipo porque nunca quisiste compartirlos conmigo, y eso te hacía despreciarme. Tanto me despreciabas que tuve que vivir una vida paralela sin ti. Todas las noches dormía a tu lado, pero en mi cabeza soñaba con estar lejos de ti, empezar de cero sola con mi hija y no tener que vivir mi vida en una cárcel donde tú sabías que no iría a ninguna parte, porque simplemente no tenía ningún sitio a donde ir.




Y en esa vorágine llegó el segundo embarazo. Me quedé embarazada de ti por tu error, porque no quisiste hacer las cosas de manera responsable. Y de nuevo volviste a hacerme vivir una pesadilla. Me despidieron, lo cual para mí fue un inmenso puñetazo en el estómago, y tú te recreaste en ello. Ya no valía nada. Embarazada de tu hijo, sin trabajo y deprimida como en mi vida... no tenía ningún valor para ti. Yo lloraba y lloraba y lloraba y rezaba y rezaba y rezaba por que alguien me ayudara... pero nadie lo hacía. Era un auténtico infierno en vida. Te volviste agresivo, y cada vez que intentaba acercarme a ti de alguna manera me decías que te daba asco, que no valía nada, que me dabas desprecio porque desprecio era lo único que merecía. Te pedía que por favor te fueras, que me dejaras vivir una vida sin ti, y me decías que no te irías a ninguna parte, que si quería que me fuera yo. Pero de sobra sabías que yo no tenía dónde ir, por eso te aprovechabas. Sabías que yo no me iría, por eso te permitías el lujo de convertir mi vida en una pesadilla sin pensártelo dos veces.


Nació Eric, y busqué soluciones por todos lados. Fuimos a terapia, pero dábamos un paso alante y dos atrás. Sacabas lo peor de mí y me provocabas para que lo demostrara delante de extraños, te encantaba provocarme para hacerme quedar como una loca, te alimentabas de verme llorar, te hacía fuerte, porque sabías que de esa forma yo quedaba como la irracional.



Así que decidí que ya estaba bien, que había tenido suficiente y que cualquier cosa era mejor que vivir en un infierno, y te dejé.




Aún recuerdo tu mirada cuando te lo dije delante de dos personas más, en terapia. Tu cara se desencajó, no exagero cuando digo que sinceramente vi como cada ojo miraba hacia un lado, y vi esa cara completamente deformada durante dos días más. Nunca creíste que fuera a hacerlo, te pilló de sorpresa, rompió todos tus esquemas. Pero lo hice, y entonces, si cabía, me odiaste aún más. Desde que nos separamos no has dejado de odiarme, tú me lo dijiste, me dijiste que me odiabas y nunca ibas a dejar de hacerlo. Yo también te lo dije a ti, pero esque te odiaba, odiaba cómo habías convertido mi vida en una cárcel sin escapatoria.



Hace sólo unos meses que vivo sin ti, y nunca he estado más tranquila conmigo misma. Soy profundamente infeliz, porque la situación que estoy viviendo es terriblemente complicada, pero por dentro estoy tranquila. Tú juegas a la intimidación, al chantaje, a hacerme vivir con miedo, cada vez que no cedo en tus juegos me amenazas con destrozarme la vida de nuevo. He oído de todo, me has amenazado con quitarme a mis hijos, me has amenazado con llamar a mi casero para contarle que el contrato que firmamos es mentira porque tú no vives aquí y así forzarle a echarme, me has amenazado con rajarme las ruedas del coche, y tu favorita y la que usas todo el tiempo, me amenazas constantemente con no darme la manutención de los niños. Todos los meses vivo con miedo a que llegue el día en que me tengas que pagar y no lo hagas, porque sabes de sobra que sin ese dinero no puedo vivir. Te encanta manejarme y te encanta dominar mi miedo, te encanta.




Me insultas delante de mis hijos, me llamas cosas que no soy, me deseas la muerte y les dices a los niños que soy una egoísta y no les quiero. Me acusas todo el tiempo de ser egocéntrica y querer lo peor para mis hijos, y me adviertes de que me odiarán algún día por mi egoísmo. Me acusas de ser mala madre, de hacer a mis hijos pasar por situaciones horribles, pero esque tú no les conoces, porque tú eres su padre cuatro días al mes, por supuesto que eres un padre idílico. Nunca les llevas al médico, nunca les cortas las uñas, nunca te pones delante de la nevera con ganas de llorar porque llevas tres noches dándoles la misma patética cena porque no tienes dinero para más, nunca se te encoge el corazón de que Eric manche un pañal justo después de cambiarle porque acabas de malgastar algo que para ti significa dinero, nunca te pones delante de una profesora que viene a decirte que a ver si le cortas el pelo a tu hija que esa melena es un nido de piojos. Todo eso ya lo hago yo por ti, tú sólo estás para llevarles a la nieve, a comer una hamburguesa, para que duerman en una casa donde la calefacción está puesta toda la noche y donde se cena un plato casero cada noche. Pero yo soy la mala madre, yo soy la egoísta y yo soy la que no les quiere. Yo soy la que sólo piensa en ella misma, pero paradójicamente sólo tengo cuatro días libres al mes, aunque tú intentes arrebatándomelos presionándome para que utilice los viernes en llevarte a los niños a tu casa y renuncie así a mi tarde libre. Todo lo haces para hacerme daño, como cuando tocaste fondo y te dedicaste a decirme que me merecía que mi madre no me quisiera y que no te extraña que me odien mis padres porque doy asco. Me odias, no puedo hacer nada para evitarlo más que ceder a tus chantajes, y no voy a seguir permitiéndote controlar mi estado de ánimo.



¿Y yo? yo no te odio, yo no siento nada. Yo no soy capaz de sentir nada por nadie. Tengo el corazón tan congelado que creo que nunca voy a poder querer a nadie de nuevo. Creo que nunca voy a poder confiar en nadie nunca más. He pasado tanto tiempo justificándote, justificando tu manera de actuar, intentando convencer a la gente que me rodea de que no eres malo, que eres bueno, que no eres tú quien habla, que es tu depresión, he pasado tanto tiempo intentando demostrarle a la gente que tus errores no definían lo que tú eres como ser humano, que tú eres mucho más de lo que le muestras al mundo, que hay tanto que nadie ve, que sólo yo veía..., que ya no puedo justificarte más. Ya no puedo defenderte más. Me lo pones demasiado difícil para seguir diciéndole a la gente que eres un ex marido estupendo que se está portando de maravilla, no puedo seguir creyéndome mi mentira, no puedo hacerlo más.



Yo sé que he cometido errores horribles contigo, sé que yo fui la primera en insultar, la primera en cruzar ciertos límites, la primera en abrir la puerta a los gritos y a la discusión, pero esque no sabía que hacer para llamar tu atención. Sé que he cometido muchísimos errores en mi vida, pero esque yo no he tenido a nadie para enseñarme, yo no he tenido unos padres dispuestos a aconsejarme o una familia a la que poder recurrir cuando me sentía perdida, porque yo siempre he estado perdida. He tenido que aprender sola, y he cometido millones de errores contigo. Pero ahora ya no sé qué más hacer para seguir creyendo en mí, ya no sé cómo hacer para volver a confiar de nuevo en que habrá una vida mejor esperándome, porque me siento exactamente igual que hace seis años, con el corazón completamente destrozado y sin ganas de luchar ni un minuto más.



Nunca jamás me imaginé que un día tendría que recurrir a la policía con grabaciones agresivas para poder cubrirme las espaldas, nunca creí que la persona que elegí para ser el padre de mis hijos me amenazaría con arrebatármelos, y nunca creí que volvería a pedir ayuda a un médico porque no tengo ganas de vivir. Pero hoy por hoy mi vida es así, y no sé qué puedo haber hecho tan mal para merecerme todo esto.



Lo único que siento cada vez que me atacas es lástima, porque un hombre que no cuida a su mujer mientras ella lleva a su hijo en su vientre no es un hombre, un hombre que desprecia a su mujer no es un hombre, un hombre que habla mal a sus hijos de su madre no es un hombre, y yo sé que tú sí eres un hombre, porque siempre he visto en ti mucho más que tú mismo, y sé que en el fondo eres tu peor enemigo y todo esto no forma parte de ti en absoluto.





Hace unos días mi hija me hizo un dibujo, me dibujó tumbada. Le pregunté que por qué me había hecho tumbada, y me respondió que porque estaba cansada, "mamá siempre está cansada porque tiene mucha pupa". Ella lo ve, aunque lo intento esconder ella se da cuenta de lo infeliz que soy, y no me puedo perdonar el no ser lo suficientemente fuerte como para trasmitir algo distinto y que ella no se dé cuenta, pero esque no puedo más. Algunas noches me meto en la cama y cuando intento desconectar, de repente el mundo se viene sobre mí, cuando despejo la mente de los problemas del día a día aparece la realidad, ésa que tanto intento esconder manteniéndome ocupada, y sin motivo alguno me pongo a llorar con un dolor en el corazón que no puedo explicar, y lo único que me viene a la cabeza es por qué mi madre no está aquí para consolarme, por qué mi madre eligió otras hijas que no eran las suyas para ayudarlas a pasar por sus malos momentos mientras la suya se derrumba una y otra vez ante tantísima decepción, y una vez más, siento que nunca jamás voy a ser capaz de querer otra vez, que nunca voy a permitirme el confiar, y en esos momentos me juro a mí misma que voy a mantener eternamente mi corazón en la jaula donde se encuentra encerrado ahora mismo.




Con todo esto no pretendo hacerte quedar mal, porque sinceramente no te odio, no siento absolutamente nada por ti, pero a veces necesito recordarme a mí misma todas las veces que te he perdonado, todas las veces que he olvidado tus puñaladas, y necesito recordar todo lo que he pasado en seis años a tu lado.


Pero para ser honestos, nadie tiene la verdad absoluta, esto es sólo mi versión de los hechos...

1 comentario:

Unknown dijo...

hablas con tanto sentimiento que no creo que no puedas volver a querer..
quieres a tus hijos, y los tienes ahi esperando a que salgas de tu carcel interna. no a tu madre ni a tu ex lo que necesitas si no a ti misma y a tus hijos. mira para delante cielo que seguro que esto cambiara, me encanta leer tu bloogg y esta entrada me ha llenado los ojos de lagrimas. espero que tu noria vuelva a estar arriba y empieces a vivir pronto

Web Statistics