domingo, 15 de junio de 2014

Casi un año

Dentro de poco va a hacer un año que me separé, un año de intentar adaptarme a la nueva situación, de conocer más profundamente a mis hijos y a cómo ellos lidian con este tipo de cosas a pesar de lo pequeños que son, un año de dificultades, de un obstáculo detrás de otro, de montaña rusa de sentimientos constante y en general, un año de intentar volver a ser yo misma, o mejor dicho de redescubrir a la persona que soy y que ni siquiera sabía que era.

En este año he pasado por todo tipo de estados. La gente se ha permitido el lujo de decirme constantemente lo que debería hacer, cómo debería sentirme, qué tipo de relación debería tener con el padre de mis hijos. No te fíes, no le hables, no le cuentes, ve a por él, sácale hasta los ojos, incluso (mi favorita) no le dejes ver a los niños. ¿Qué tipo de persona se siente en el derecho de decirle a una madre que le arrebate a sus hijos el derecho de ver a su padre?, jamás he sentido si quiera por un momento el arrebato de negarle a mi ex marido su derecho a ver a los niños, pero si todo esto fuera tan grave como para tener que recurrir a algo así, yo lo sabría, no haría falta que nadie me lo aconsejara. Pero, como tantas y tantas veces he comentado en mi blog, cuando estás en una situación débil o desfavorecida, todo el mundo se cree con derecho a decirte lo que tienes que hacer.


Los primeros meses de la separación fueron una pesadilla interna, realmente no sabía qué iba a ser de mí, y tener que superar una separación se juntó con tener que superar que mis padres me dieran la espalda cuando les pedí ayuda al respecto. Por si todo eso fuera poco, no toda la gente que yo consideraba mis amigos fueron capaces de entender mi situación, y tuve que lidiar también con perder a mucha gente por el camino, algunas relaciones simplemente se fueron apagando y otras se esfumaron de una forma un poco más agresiva y dolorosa. A pesar de los malos rollos, también hubo muchísima gente que me sorprendió para bien, lo cual también me creó un estado de confusión, ya que no me lo esperaba en absoluto.


Ahora que las cosas ya están más asentadas, que afortunadamente he dejado atrás todo el barullo que supuso mi nueva situación y tengo un poquito más claro qué gente está conmigo y qué gente sólo se acerca a mí para sermonearme, puedo decir que soy más yo misma de lo que he sido nunca. Soy muy feliz siendo soltera y sin tener nadie a mi lado. Hago lo que quiero cuando quiero hacerlo y nadie me hace sentir culpable, y si lo intentan, me resbala por completo, ya no me hace daño. Me ha llevado mucho tiempo entender que no está mal ser como soy a pesar de que toda la gente a la que he amado en mi vida se haya empeñado en hacerme sentir que hay algo malo en mí, que algo no funciona, que hago las cosas muy mal y que debo ser castigada constantemente por ello. Que me merezco que me abandonen, que me merezco que me hagan la vida imposible o que me merezco hasta que me insulten en la red. Nunca he entendido por qué alguien querría dedicar su vida a amargar la de otra persona, pero lo cierto es que hay gente a la que le llenaba profundamente amargar la vida de los demás, y salir de todo aquello ha sido lo más difícil que he hecho nunca, pero lo he hecho y me siento mejor que nunca.



Durante este año he estado metida en una relación intermitente con un hombre al que he querido muchísimo. El tiempo que hemos estado juntos lo he disfrutado con todos mis sentidos, y el tiempo que pasamos separados sólo me sirvió para darme cuenta de que siempre he usado las relaciones para sentirme completa, para rellenar el vacío que siempre supuso para mí el abandono de mi familia, y en lugar de disfrutar de estar sola como todo el mundo hace, lo único que hacía era echarle de menos de manera enfermiza e intentar llenar el hueco intentando conocer gente que en el fondo no tenía nada que ver conmigo y que me hacían volver a casa completamente devastada de ver que a cuanta más gente conocía, más le echaba de menos y más miserable me sentía, y eso me hacía odiarle, odiarle por dejarme sola, como todo el mundo previamente había hecho, pero lo cierto es que él siempre fue un apoyo, nunca jamás me mintió y tenerle a mi lado fue el único brochazo de color que tuvieron las épocas más oscuras del proceso. Tengo mucho, mucho que agradecerle, a pesar de que las temporadas que pasamos separados me hicieran sentir el doble de soledad que si nunca le hubiera tenido.



Ya no estoy en ese punto. No es que quiera estar sola, pero creo que quiero aprender a estarlo y estar bien. Me espera un mes y medio por delante sin ver a mis hijos, y una vez superado el pánico que eso supuso de primeras, creo que no podría haber mejor momento que éste para pasar por tantísimo tiempo seguido para mí misma, porque necesito aprender a entender que sola también puedo sentirme completa y feliz. Sé que estar sin mis hijos durante tanto tiempo no va a ser la situación ideal, pero en cierto modo lo necesito, necesito entrar en mi casa y poder dedicarme a pensar en mí misma, y no en la de cosas que me quedan por hacer antes de caer rendida en la cama hasta que empiece un día nuevo. Necesito dedicarme tiempo y asegurarme de que no voy a meterme de cabeza en una mala relación sólo porque estoy auto-sugestionada de que necesito a alguien.



Y eso es lo que todo este año me ha enseñado, que soy suficiente, que no soy un fracaso, que no me hace falta nadie para estar bien y que no pasa nada por tener 31 años, dos niños y un divorcio a mis espaldas. Ya no lo vivo como una evidencia de que me equivoqué, que me casé demasiado rápido y que corrí demasiado para todo. Mi madre pasó 21 años siendo una persona infelizmente casada, eso es un fracaso, ¿lo mío?, más vale ser divorciada joven y con toda la vida por delante para poder rehacerla antes que malgastarla por no tener el valor suficiente para luchar por ser feliz.


Me encanta ser como soy, lo digo muy en serio. Durante este año me han tachado de vaga, de aprovechada, de querer que me lo den todo hecho y de muchas otras cosas que no quiero ni nombrar, pero lo cierto es que mucha gente, muchísima, habría actuado muy parecido a mí en mi situación, lo que pasa es que no lo saben porque la vida nunca se lo ha demostrado, porque nadie sabe lo que es criarse en una familia completamente desestructurada, nadie sabe lo que es divorciarse sin que tu familia te ayude y nadie sabe lo que se siente cuando tanta gente te considera un estorbo. Pues claro que si una persona que no tiene por qué ayudarme me viene con una bolsa llena de comida la acepto, ¿es malo eso?, ¿es eso aprovecharme de la gente?, ¿es eso vivir dando lástima?, el problema es que nadie se da cuenta de lo importante que es para una persona a la que sus padres no quieren ni la han querido nunca sentir que alguien se preocupa por ella, especialmente cuando es alguien que no tiene ninguna obligación sobre mí y mi familia, y lo siento mucho pero no me siento una abusadora ni una egoísta por dejar que gente con un corazón que no les entra por la puerta nos hayan invitado a mí y a mis hijos a comer en su casa cuando no he tenido comida en la nevera.


Por supuesto que no es agradable no ser auto suficiente, por supuesto que a mí me encantaría no tener que pedir favores nunca porque puedo valerme por mí misma y mantener a mis hijos sin ayuda de nadie, pero esto es simplemente un bache, todos los tenemos y prefiero sentir durante una época de mi vida que soy una aprovechada y que mis hijos coman a diario a ser muy digna y tener mucho orgullo y que se vayan a la cama con el estómago vacío. Es así, y si hay algo bueno que he sacado de todo esto es que he comprobado que hay gente muy buena por el mundo, muchísimo, y que también he descubierto que soy una persona profundamente agradecida, algo que no puedo decir de toda la gente que conozco, porque a toda la gente que me ha ayudado daría lo que fuera por ayudarles si alguna vez necesitaran algo, lo tengo claro.



Aún sigo luchando contra muchísimos momentos en los que siento que todo es un desastre, porque todavía hay muchísimas cosas que siguen hechas un lío, a veces siento ganas de abandonarlo todo, de coger a mis hijos y pirarme a la otra punta del mundo y que nadie pueda encontrarme, de finalmente y aunque moralmente sea una equivocación, plantarme delante de toda esa gente a la que le partiría la cara y se la dejaría del revés y... bueno, hacerlo. A veces siento ganas de cerrar este blog, que me lleva acompañando durante 7 años, sólo porque la mayoría de gente que lo lee es gente que me odia y lo hace simplemente para cotillearme esperando a ver si cuento desgracias y pueden sacar el champán de una vez y llenar así sus vidas de felicidad a costa de mis desgracias. A veces siento ganas de buscar la forma de tirar la toalla y dejar de luchar, a veces en mayor medida y a veces simplemente abandonar algunos aspectos de mi vida que por un lado me llenan pero mantenerlos activos me roba energía, pero cuando me enfrío me doy cuenta de que abandonar supondría darle la razón a toda esa gente que se esfuerza tanto en decirme que soy un fracaso y que toda la culpa es mía, que me merezco unos padres que no me quieran, que me merezco que me despidan de mi trabajo por quedarme embarazada y que me merezco un matrimonio fallido. Aquí una muestra de la psicótica y voy-a-amargarte-la-existencia-sólo-porque-no-me-aguanto-a-mí-misma de mi cuñada que habla sin saber lo que dice y asume que no paran de echarme de los trabajos, que nadie me habla, que todo el mundo se aparta de mí como la peste y no sé qué chorradas más. Qué poco inteligente es asumir que lo que lees por aquí es lo único que hay, porque por suerte yo necesito las dos manos y los dos pies para contar a mis amigos de verdad, querida, cuando quieras te lo demuestro. 4 años fingiendo que pasas de mí pero por lo que veo no te pierdes ni un capítulo de mi espacio...


En fin, que malos rollos aparte, quiero seguir creciendo, me entusiasma seguir descubriendo que salgo adelante, porque miro hacia atrás y lo que veo siempre es peor que mi momento actual, así que aunque voy despacio, sé que voy por el camino correcto. Me siento sola algunas veces, sí, pero ¿quién no?, también he descubierto que muchas otras veces estar sola es lo que más feliz me hace en el mundo, con mi guitarra, mi blog, mi música, mis libros y mis chorradas, y eso es completamente nuevo para mí.



Llevo cerca de un año separada, y aunque no ha sido el mejor año de mi vida, lo que tengo claro es que ha sido el año en el que más yo misma me he sentido, y no voy a dejar nunca más que nadie me diga lo que tengo que hacer o cómo me tengo que sentir. Voy por el buen camino, lo tengo claro...







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