miércoles, 2 de julio de 2014

Hasta aquí

Estoy taaaan cansada, tanto..., duermo cada noche unas 5 horas porque por algún motivo llevo meses despertándome en mitad de la noche y siendo incapaz de conciliar el sueño de nuevo. A veces me da por llorar de todo el agobio que me entra de pensar en algunas situaciones, y otras veces me da simplemente por darle vueltas a todo en espiral sin llegar a ninguna conclusión mentalmente sana, porque ya saben ustedes que ése es el efecto que tiene la noche, que todo es más negro sin motivo.


La buena noticia es que mi divorcio ya está presentado y hay una luz al final del túnel, ¡yupi!, ¿verdad?.


Pues no. Yupi es lo que debería sentir, pero no es así.



El pasado domingo le pedí a mi ex marido que me trajera a los niños para verles una última vez antes de que se fueran a la playa, y lo hizo. Me hizo el favor de venir hasta aquí y dejar que jugara con mis pequeños unas horas. Diana y Marcos estuvieron conmigo para que los niños jugaran juntos, y después de un fin de semana fantástico de cañitas, fiestecita y concierto, ver a mis niños y estar con ellos parecía el colofón perfecto antes de empezar mi vida de soltera temporal mientras mis hijos estaban de vacaciones en la playa.


Pero no, no pudo ser, y como viene siendo habitual mi ex tuvo que manchar todo eso con su odio, sus amenazas y sus mierdas.


Cuando vino a recoger a los niños, le pregunté que si había hecho ya el ingreso. "Este mes no hay ingreso", me dijo, y tal y como hacía siempre cuando yo le hablaba, se dio la vuelta y me dejó con la palabra en la boca.


¿¿Qué?? espera un momento, ¿cómo que no hay ingreso este mes?



Aún no hay nada firmado y a los ojos de la ley seguimos siendo un matrimonio perfectamente avenido, con lo que si le da la gana de no darme mi dinero, pues es lo que hay, me tengo que aguantar. Pero no, no me voy a aguantar de que vuelvas a hacer lo que te dé la gana y a jugar con mi vida. Por mucho que los niños estén contigo un mes entero, la manutención se sigue pasando, porque sigue habiendo facturas que pagar de los pequeños... ¿o cómo están contigo durante un mes la casa donde viven no se paga?.


Me puse a gritarle en mitad de la calle que de eso nada, que este mes me tenía que pagar como cualquier otro, y él, en su línea y con su actitud habitual de "yo tengo el poder" siguió andando en modo triunfal. Ya he jodido a mi ex mujer otra vez, me siento taaaaan completo y taaaan satisfecho con mi vida...


Así que sin pensarlo me acerqué corriendo y cogí a mi niña en brazos. Eric estaba en los brazos de él, con lo que desde luego no iba a forcejear para quitárselo, pero agarré a mi niña y corriendo me metí con ella en el portal. "Si no me das la manutención no te llevas a la niña", le grité mientras mi hija lloraba y gritaba que se quería ir a la playa con su papá. Él salió corriendo detrás mío pero llegué a tiempo a mi portal para cerrarlo. "Mañana te hago el ingreso". Ja, muy astuto, querido.


Subí a casa con las manos temblando, mi hija con un pseudo ataque de ansiedad gritando y moqueando, pidiéndome por favor que la dejara irse con papá (qué listo hacerme quedar a mí como una bruja malvada delante de mis hijos) y lo primero que se me ocurrió fue llamar a mi abogado. Según estaba hablando con él, antes de que me diera tiempo casi a contarle lo que había pasado, mi ex marido me llamó, pero como viene siendo habitual entre nosotros, no conseguimos llegar a ningún acuerdo. "Dame a la niña, tengo hasta el día 5 para hacerte el ingreso", "la niña no sale de aquí si no me das el dinero ahora mismo", "te estoy diciendo que te lo voy a dar, ¿¿qué te hace pensar que no te lo voy a dar??", "oh, perdona, qué desconfiada, no sé cómo puedo ser tan tiquismiquis, no será quizás que... ¿hola? ¿¿me acabas de decir que este mes no iba a ver un duro??, no sé, igual es eso...". Colgamos el teléfono, y mientras intentaba calmar a mi hija de un tremendo ataque de ansiedad, suena el timbre. "Policía municipal, por favor abra la puerta".


Bieeeeen perfecto. Claro que sí, suban, que les voy a contar un par de cosas que les van a encantar...


"Abril, métete en tu cuarto y no salgas cariño, métete en tu cuarto y cierra la puerta mi vida, no salgas hasta que mamá no te lo diga, ¿¿de acuerdo??", "¿pero quién es mami? ¿¿es papá??", "no cariño, son unos señores que no quiero que te vean, vete a tu cuarto y cierra la puerta cariño mío...".


"Nos ha comentado su marido que no le deja ver a su hija, no sé si usted sabe que eso es ilegal y no lo puede hacer..."


"Claro que lo sé, agente, pase, pase y siéntese, que le voy a contar la situación..."



Después de contarle la historia y, por supuesto, darme la razón, me dieron el sermón obligado que he escuchado como un millón de veces de "por favor déjense de rabietas, ¿o esque no se dan cuenta de que los perjudicados son los niños?", sin poder hacer nada al respecto porque admitieron que yo era quien tenía derecho a hacer lo que estaba haciendo ya que él no estaba cumpliendo sus obligaciones como padre, sin más se fueron.


¿Y entonces qué hice? pues lo que hago siempre que estoy bloqueada, llamar a mis amigos, que en estos casos tienen mucha más claridad de mente que yo, para intentar encontrar una solución. Y por supuesto me la dieron. "Que te meta el dinero en el cajero ahora mismo, así la transacción en por banco, como él quiere, tú tienes el dinero al instante, como tú quieres, y es algo que no se puede echar para atrás como se podría echar una transferencia".


Así que le llamé, se lo propuse así y así lo hizo, tuve mi dinero al instante y dejé que la niña se fuera con él, no sin antes decirme que no me acercara a él y que dejara que la niña fuera andando sola no fuera a ser que le acusara de malos tratos. Sí, por supuesto, eso es lo que más me apetece, fingir delante de mis hijos que me estás pegando, como si no hubiera habido veces que te han oído gritarme, llamarme prostituta, despreciarme y hasta incluso darme patadas dentro del coche delante de ellos como para que ahora tuviera que fingirlo. No, gracias, quiero acercarme y quiero despedirme de mi hijo.


Así que después de ver cómo mi hija corría a los brazos de su padre, de su héroe, el que va a llevarle a la playa, le digo que me dé un último beso, se abraza a mí y me dice "mami esque me gusta mucho estar con papá", "ya lo sé cariño, ¿ves como yo te decía que no tenías que llorar que mamá lo iba a solucionar?", "ya, pero esque yo quería irme con papá...". Y sin más se fueron.



Yo no soy del tipo de persona que monta pollos delante de los niños. No soy del tipo de persona que usa a sus hijos en contra de su padre. No soy del tipo de persona que se aprovecha de su ex marido y le saca hasta el hígado. No soy para nada el tipo de persona a quien no le importa que sus hijos sufran sólo para sentir que gana la batalla. Pero esto no, esto no estaba dispuesta a consentírtelo. Puede que sea injustísimo, puede que te parezca un abuso total que si los niños están contigo, pasar la manutención es sólo para el beneficio de la madre, puede que te creas por encima de la ley, que creas que tus decisiones son las más correctas y que lo que tú decidas es lo que va a misa y nadie puede toserte, pero no. La niña pasó un mal rato de lo más desagradable, y seguramente el niño yendo a comisaria también, pero sentí que eso es lo que debía hacer, y no por mi bien, si no por el suyo, porque si tú no me pagas, yo no puedo pagar la casa donde viven.

He hecho las mates, y la guardería de Eric, más el comedor de Abril más la chica a la que he contratado para que cuide de ellos antes de que entren al cole y después de que salgan, sólo con eso, los niños cuestan casi 700 euros al mes. A eso súmale comida de los peques, súmale ropa, súmale la luz que usan, el agua en la que se bañan, los lavavajillas y las lavadoras que pongo para lavar sus cosas. Súmale los libros de texto que corresponden pagar a la madre por ley. Súmale cortes de pelo, medicamentos, regalitos de cumpleaños para sus amigos. Súmale el dinero que hay que poner en el cole para material, todo lo que piden en la guardería para hacer trabajos, regalos del día del padre, fiesta de disfraces. Súmale cuadernos de deberes para que la niña practique en verano, súmale tratamientos para los piojos, súmale transporte para que los niños se muevan. Súmale lo que cuesta la casa en la que vivimos, que NO es cara al contrario de lo que tú piensas


Tú no lo sabes porque no vives con ellos, pero créeme, los niños cuestan mucho más de lo que tú me pasas al mes, así que lo siento si te parece tan injusto pagar la manutención cuando van a estar contigo, pero entonces, si el mes que viene están conmigo entero y tú no les vas a ver... ¿por qué no me pagas el doble?.


Yo no quería hacer lo que hice, no quería hacer sentir a mi hija que no la dejaba ir a la playa con su papá y su hermano, pero es lo que sentí que debía hacer, no por mí, si no por ellos, que bastante mal lo han pasado ya con todo lo que has jugado con nuestro dinero. Me ha llevado mucho tiempo decidirme a solicitar oficialmente el divorcio, pero una vez que lo hice, me siento completamente en paz con esa decisión.


Ha habido muchísimas cosas en mi vida sobre las que no he tenido ningún control y que simplemente me ha tocado aceptar. He tenido que aceptar que no tuve una adolescencia idílica precisamente, porque estar constantemente en duelo con ello me habría convertido en una persona agria y con rabia interior. He tenido que aceptar que mi familia me dejara a mi suerte cuando era sólo una niña. He tenido que aceptar que elegí una profesión tremendamente infravalorada en la que sólo querían una muñeca que dijera que sí a todo, a recoger cafés que la gente iba dejando por ahí, a no tener jamás un mal día, a no tener derecho a días de asuntos propios como tiene todo el mundo, a que la gente se riera de mí dejando la cocina sucia cuando no les veía a ver si se salían con la suya y me la jugaban haciendo que me llevara una bronca sin conseguir darme cuenta de quién en concreto había sido. He tenido que aceptar que el mundo laboral me diera la patada en el momento más indefenso de mi vida, que fue mi segundo embarazo, y me dejaran en la calle sin opción a encontrar un nuevo empleo. He tenido que aceptar que mis padres eligieran otra familia y renegaran por completo de mí. He tenido que aceptar que me casé con un hombre maravilloso que de un día para otro cambió radicalmente y decidió pagar todas sus frustraciones conmigo encerrándome en una cárcel de vida de la que no me dejaba escapar. He tenido que aceptar que una vez que decidí coger las riendas de mi vida y mirar hacia delante en lugar de hacia atrás, siempre tuviera que conformarme con las migajas que a ti te apetecía darme. Ahora no voy a ver a los niños aunque me corresponda, ahora te doy mucho menos dinero, ahora pongo a tu nombre deudas que he creado yo, ahora te doy el dinero... pero el último día límite que tengo para hacerlo sólo para fastidiarte, ahora que me pides que por favor te ingrese algo a fin de mes para poder comprar unas uvas y algo de cenar en Nochevieja me voy a permitir el lujo de negártelo para que no cenes si quiera esa noche. Pero por encima de todo he tenido que aceptar que nunca supe qué pasó, nunca supe por qué ese odio repentino hacia mí, hacia tu mujer, hacia la madre de tus hijos, nunca supe por qué me odiabas tanto y nunca supe por qué si tanto me despreciabas, nunca te marchabas ni tampoco dejabas que me fuera yo.


Me llevó mucho tiempo aceptar todo eso. Me supuso un esfuerzo horrible llegar al punto en el que lo que quería para mi futuro era mucho más importante que el equipaje emocional que llevaba. Que para conseguir lo que tanto deseaba tenía que dejar atrás todo ese peso que cargaba allá donde iba. Tenía que dejar de llorar porque mi madre no me quiere cada vez que me tropezaba y me caía, hablando de forma metafórica pero también literal, porque allí estaba mi madre presente en todo lo que me pasaba, bueno y malo, intimidándome, obsesionándome y faltándome en todo, en lo malo y en lo bueno. Si me llegaba una factura que no podía pagar, la culpa era de mi madre por no echarme una mano como hacen las madres. Si mi hija empezaba a andar, qué horrible era mi madre por estar perdiéndose esto. Si me daba un martillazo en un dedo, qué fácil sería todo si pudiera llamar a mi madre y decirle que me acabo de hacer daño. Pero lo hice, o al menos lo estoy haciendo, aceptando que no está y que nunca va a volver porque no quiere, porque no me quiere y porque no quiere a sus nietos, sus nietos son los hijos de las hijas de su marido, esos son sus nietos, pero mis hijos no. Dejé atrás la esperanza de que volviera, la rabia, la vergüenza de que tu familia te abandone por una bronca estúpida provocada por una idiota envidiosa. Dejé atrás mi doloroso pasado y miré hacia adelante, o por lo menos eso es lo que quiero creer que estoy haciendo, porque por supuesto que todavía llevo una mochila llena de falta de confianza en los demás y de miedos que me encantaría enterrar en algún momento no muy lejano, pero sé que todavía la llevo conmigo allá donde voy.


Y de pronto, cuando estoy en mitad de un proceso de superación de un pasado doloroso y una decepción enorme de matrimonio que ha conseguido que vea el amor como una gran mentira, me vuelves a venir con éstas, con una escena en la que yo quedo como la mala delante de mis hijos y monto un número en plena calle con policía incluída. Y no sé cómo avanzar, cómo dejar atrás un matrimonio de abuso y manipulación.

Pero sorprendentemente no es la rabia lo que me atasca y no me permite avanzar, es simplemente la falta de control sobre mi propia vida que aún sigues creando. Es el miedo a salir a la calle, a que no me devuelvas a mis hijos cuando te los lleves, a ir un día a por ellos al colegio y que te los hayas llevado, es el pánico de que al estar aún casados pongas a mi nombre cualquier cosa y me llegue una factura inmensa que no pueda pagar. Es el miedo a que alguien venga con un bate de beisbol a reclamarme todo el dinero que le debes. Es la ansiedad que me produce pensar en que de pronto no te dé la gana de pagarme más la manutención y tenga que esperar meses a poder reclamarla judicialmente mientras sigo sin recibir dinero. Es saber que he dejado atrás el matrimonio pero aún no he podido escapar del abuso.


Es saber que la pura verdad es que gracias a ti, en cualquier momento puedo perder por completo el control de mi vida a pesar de que estoy luchando con todas mis fuerzas para salir adelante.


Así que supongo que después de todo, no son los insultos y los desprecios que me dedicabas lo que no consigo superar, es el hecho de que aún tengo que bailar a tu ritmo. Estoy intentando desesperadamente reconstruir las ruinas de una vida completamente destrozada mientras tú sigues jugando conmigo y montándome escenas delante de mis hijos, de la policía y en la puerta de mi casa para que mis vecinos puedan ver lo mala madre que soy no dejando a los niños irse con su padre a la playa.


Estoy cansada, estoy harta de ti. Estoy cansada de ver cómo te sales siempre con la tuya porque yo jamás les digo a los niños una palabra mala de su padre. Estoy muy harta de ver que una jueza no considera un abuso tangible que le lleve una grabación en la que se te oye llamándome puta y guarra delante de los niños mientras la niña nos pide que nos callemos, una grabación en la que se oye perfectamente cómo me dices que sólo voy a salir adelante con mis tetas, que es lo único que sé hacer, usar mis tetas. Estoy harta de que la gente me venga diciendo que qué injusta es la ley para los hombres que tienen que mantener a sus mujeres una vez que éstas les echan sin piedad de su casa y les arrebatan a sus hijos. Pobrecitos maridos, qué malas somos las mujeres. Estoy harta de que tú seas quien llevas a los niños a la playa y a la nieve, pero mientras están conmigo no les llames nunca para hablar con ellos. ¿No te apetece hablar con ellos? adelante, eso no lo contempla la ley por ningún lado. ¿No quieres devolverme mi coche para que pueda llevarles al colegio? tranquilo, el coche está a tu nombre aunque lo pagamos a medias, la policía simplemente levantó los hombros cuando fui a pedir ayuda. ¿Quieres pasar de pagar la manutención aún sabiendo que sin ese dinero tus hijos se van a la cama con el estómago vacío? claro que sí, no hay problema, total aún no hay nada firmado y cualquier acuerdo de dinero es simplemente de palabra. ¿Que ya te ha llegado la citación judicial solicitando el divorcio pero has decidido no responderla para mantener esta situación el mayor tiempo posible? adelante, no hay nada urgente que la ley pueda hacer. ¿Que quieres decirle a los niños que su madre es una egoísta y no les quiere? claro que sí, la ley tampoco contempla eso en su lista de "cosas que hacen a un hombre un padre pésimo".



¿Cuándo voy a poder decir BASTA?, ¿cuándo voy a poder tener el control de mi vida y dejar de estar constantemente rezando por que te hayas levantado con el pie derecho?.


Estoy cansada de mirar mi cuerpo en la ducha y saber que pasé cuatro años de mi vida escuchando cómo me decías que te daba asco. Estoy cansada de saber que permití que me dijeras que me despreciabas durante tanto tiempo porque quería desesperadamente recuperarte y tener una familia unida por los niños. Estoy cansada de sentir que estoy en un constante proceso de curación de cosas sobre las que no he tenido el control. Abandono de mi padre, abandono de mi madre, abandono de mi marido y una larga lista de abandono de amistades en las que realmente confiaba. A veces me siento como si mi vida entera hubiera sido una continua caída y cada vez que sentía que finalmente aterrizaba, la tierra se volvía a abrir bajo mis pies. Necesito volver a ganar el control de mi vida en lo que a ti respecta.



Ya es suficiente.



Me debes dinero en todo lo que respecta al cuidado de los niños, y decidí que ya estaba bien, que ya era hora de dejar de permitirte que sigas sumando más ceros a la cuenta, porque estamos hablando de los niños, no de mí. Necesito saber que no tienes por qué ser tú el que diga la última palabra en cuanto al dinero de los niños se refiere, y me da igual que la gente piense que me aprovecho de ti, que te saco la pasta, me da igual que la gente me siga diciendo en mi cara que las leyes son injustísimas para los hombres en lo que a divorcios se refiere. Necesito dejar de oír de una maldita vez el chiste de que la Barbie divorciada cuesta el triple de cara, lo necesito.


Necesito decirte en tu cara que a pesar de los abusos, de los insultos, de las manipulaciones, de las mentiras sobre que mis amigos le llaman para ponerme verde en cuanto me doy la vuelta, de jugar con mi dinero y con mi vida, sigo aquí, y sigo de pie.


Me da igual que le cuentes a todo el mundo lo pobrecito que eres, el poco dinero que te queda al mes porque tu ex se lo lleva y se lo gasta todo en ella misma, me da igual que le vayas al juez con todas esas mentiras y le cuentes que vivo una vida de excesos y tú, pobrecito, viviendo con tus padres sin ningún sitio a dónde ir. Me da igual que digas que soy una vaga y que no he trabajado todo este tiempo porque prefería que me mantuvieras tú.


Mi ex marido de pronto dice que no me da el dinero de mis hijos y por encima de mi cadaver voy a dejar que eso suceda, y que arda toda la ciudad si hace falta, pero créeme que voy a luchar con uñas y dientes para que sepas que no estás en el derecho de dejar a mis hijos sin su manutención y que la decisión no es tuya, por mucho que tú te los lleves a la playa, al burger y a todos los sitios que te hacen quedar como un padre súper chachi. Me dejo el culo trabajando todos los días, incluso cuando no tenía el trabajo de oficina que por fin tengo, para que a esos niños no les falte de nada, no voy a dejar que vengas tú a quitarles el plato de la mesa. No se le quita el dinero a una persona y se actúa como si no pasara nada. No se reducen las comodidades de tus hijos porque su salud, su bienestar y su felicidad en general no están a tu merced. No se destroza la vida de tres personas que resulta que además son tu familia y te molesta cuando las cosas no se hacen como tú quieres.


Después de todo el incidente del domingo, mi abogado me dijo que tenía todas las de ganar en esto porque la manutención sí se debe pasar incluso en el mes de vacaciones, y me animó a denunciar cualquier cosa que se saliera de la norma, insultos y amenazas incluidas. Pero lo que mi abogado no se da cuenta es de que la ley, esa ley taaaan injusta para los pobres hombres divorciados, no considera unos insultos con grabaciones una prueba válida de abuso, lo que considera es que tú eres caprichosa que quieres fastidiar a tu marido porque te aburres y eres una rencorosa. Vuelve cuando tengas un ojo negro y unos cuantos moratones en las costillas, bonita. El país en el que vivo es conocido por ignorar el machismo, por ignorar la violencia verbal, por ignorar la violencia económica (casualmente la más común, la de que tu marido no te deje tocar el dinero) y por ignorar hasta que un hombre le diga a sus hijos que su madre es una prostituta que sólo sirve para comer p*llas. El país en el que vivo es un país donde tú vas a una jueza (mujer) y le explicas que éste es tu último cartucho para que el padre de tus hijos deje de insultarte y de vejarte, y esa jueza te mira y te dice, literalmente "a ver... ¿me entiendes? ¿¿me estás entendiendo o esque no hablas mi idioma?? ¿¿esque no sabes que con todo esto que estás haciendo, los perjudicados son los niños?? L-O-S-N-I-Ñ-O-S".


Vivimos en un país donde en un terrible momento de rabia le echas un cara que has tenido que hacerte la loca cuando un cura se roza varias veces con tus tetas y se le baja la mano a tu culo sólo porque se ha ofrecido a pagarte una factura que realmente es imprescindible que pagues y tu ex marido te dice que qué p*ta eres. Alguien abusa de ti y tú eres una puta por ello. Ése es mi país.



Así que sí, a pesar del mal rato para mis hijos, mi dignidad me dijo que cogiera a mi niña y huyera con ella hasta que me pagaras. Porque esto ya no es por dinero. Darle lo mejor a mis hijos y no dejar que nadie me pise no siempre significa tener dinero en la cuenta. Mis hijos necesitan una madre sana, una madre entera y una madre capaz de ponerse por delante de quien venga a arrebatarles una infancia tranquila y sin baches. Mi hija necesita ver que no está bien aceptar que un hombre te pise. Mi hijo necesita que su padre se ocupe de él como hacen los padres. Me niego a volver a dejar que mis hijos vivan en una casa donde no se paga el alquiler sólo porque es papá el que maneja el dinero. Ninguno de nosotros se merece que nos barran debajo de la alfombra porque papá considera que está cumpliendo su deber como padre.


No quiero aceptarlo.



Así que lo necesito, necesito que vea que no es más fuerte que yo, que no es él sólo quien decide las cosas. Que a pesar de toda la mierda que me ha lanzado a lo largo de mi matrimonio, no voy a agachar las orejas porque él decide cuándo y cuánto con respecto al dinero. Pasé los últimos años de mi matrimonio escondiéndome de él, haciendo cosas horribles sólo para no sentirme sola. Necesito saber que todo eso tan asqueroso que hice lo hice por un motivo, lo hice para aprender dónde no quería volver a meterme, y que de todo eso saqué la inmensa lección de a dónde no quería volver en una relación. No quiero que nadie vuelva a tirarme como si fuera basura.


Necesito recuperar el último trocito de amor propio que me queda y por desgracia sólo me queda eso porque él me lo ha ido robando con el tiempo. Necesito que sepa que no voy a dejar de luchar, que tengo muchísima gente a mi lado que me apoya, que me ayuda, que me respeta y que me entiende. Necesito levantarme para que sepa que pienso vivir de pie cueste lo que cueste. Necesito que mis hijos sepan que he luchado por ellos con uñas y dientes.


Hay una gran diferencia entre rendirse y aceptar la vida tal y como ha venido, pero sabiendo que lo que está por venir merece la pena y que no puedes quedarte atascado en el pasado. No puedes vivir huyendo, así que o llega un momento que dices hasta aquí, o seguirás corriendo toda tu vida.


Yo acepto mi pasado por lo que es: un asco. Lo acepto y elijo avanzar porque sé que el resto de mi vida es tan importante que si sigo mirando atrás, nunca seré capaz de mirar hacia adelante para no perdérmelo. Lo que no pienso aceptar es el hecho de que aún sigo atrapada en una situación abusiva.


Hasta aquí.



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