martes, 19 de agosto de 2014

Carta desde mi recién abandonado pasado

Hace sólo unos meses escribí esto. No lo publiqué porque sonaba redundante con otras muchas entradas del estilo que escribía por aquel entonces, victimista como somos cuando sólo hablamos con nosotros mismos y en definitiva, más de lo mismo de lo que abunda por aquí últimamente (ya que mis asesores me tienen capado el hablar de mis momentos buenos durante un tiempo para que nadie pueda usarlos en mi contra), pero leerlo ahora habiendo salido por completo de aquella situación resulta sobrecogedor, o al menos para mí. Cuánto me alegro de estar lejos de todo aquello. Disfruten...




Cuando tenía 15 años, mi padre se fue de casa. Mi madre siempre dijo que ella no iba a dejar que un juez decidiera cuándo podíamos ver a mi padre, así que cuando quisiéramos verle, simplemente teníamos que llamarle y decírselo. Mi hermano y yo le llamábamos, pero él nunca respondía, y cuando respondía, nunca podía. Siempre había hecho otros planes. Como si mi hermano y yo no supiéramos de sobra que el plan favorito de mi padre era tirarse en el sofá hasta que su vejiga le permitiese. 


Cuando tenía sólo unos pocos años más, fue mi madre la que se fue sin preguntarle a nadie y sin mirar atrás. Todo mi dinero, absolutamente todo, se iba en pagar todas mis facturas, incluidas las llamadas de mi hermano al otro lado del charco donde vivía su novia, y en ahorrar para poder comprarme un billete e ir a ver a mi madre. Nadie nunca jamás me echó una mano para comprar un billete a donde ella vivía, pero si no iba yo, ella no venía.



Unos años después, por no sentirme tan sola supongo, corrí a los brazos de un hombre que me llenó de deudas y que me prohibía tocar el dinero que tanto me costaba ganar. Pasé mi primer embarazo llevando la misma camiseta de premamá porque no me dejó comprarme ropa, y mi segundo embarazo deambulando por los hospitales rogando que alguien me hiciera caso porque mi marido abusivo no me dejaba comprar comida y necesitaba alguien que me escuchara.



Cuando conseguí reunir el valor para separarme ya era una ama de casa a la fuerza después de que me despidieran por quedarme embarazada. Pero a mi marido le interesaba que estuviéramos completamente arruinados y con un millón de deudas porque de esa forma yo nunca tendría el valor y la fuerza para tirar por mi lado sin él. Hasta arriba de deudas y con vistas a tener muchas más dadas las circunstancias y su manera de gestionar el dinero, prohibiéndome por completo tocarlo y acusándome de querer usarlo para "comprarme zapatos". ¿?.




Completamente abatida y con un futuro tan negro como el presente, me separé sin un trabajo y sin posibilidades de tenerlo. ¿Cómo voy a mantener a mis hijos?, ¿cómo voy a pagar mis facturas?, ¿cómo voy a salir adelante con una ayuda económica ridícula y con un ex marido quitándome mi dinero, pagándome tarde y no ocupándose de los niños para nada?. Si encontrara un trabajo, con los sueldos que hay hoy en día ni siquiera llegaría para pagar los gastos de dejar a los niños en el colegio un par de horas más de su hora de salida. 


Y mientras tanto, observo como las facturas se acumulan, la comida se acaba y no puedo llamar a mis caseros para decirles que tengo una humedad porque se me cae la cara de vergüenza de pagarles el alquiler tarde y a trompicones. 



Unos meses después de haberme separado, ahora es cuando empiezo a sentir que recupero mi integridad. Empiezo a tener un pequeño renombre con la empresa que creé, y aunque eso me ayuda a pagar algunas de mis facturas, no las paga todas ni por asomo. Para ser capaz de salir adelante por mi misma, me veo absolutamente forzada a pedir ayuda a servicios sociales y a otro tipo de fundaciones para gente sin recursos. Desde servicios sociales a veces me dan tarjetas con dinero de Mercadona para comida, pero me imagino que para controlar el gorronismo, son muy estrictos con lo que puedes comprar con ese dinero. Leche, carne, fruta, pescado y pañales. Ni champú, ni pasta de dientes, ni café, ni desodorante, ni Cola Cao, ni yogures. Y hasta una vez me dieron un toque porque el precio de las manzanas reineta les parecía excesivo.  Así que por mucha leche y mucha carne que tenga en casa, nunca me ayuda lo suficiente porque hasta lo que yo sé, el champú sigue siendo un producto de primera necesidad.



Encontrarme en esta situación me hace sentir una perdedora. Como madre, es mi trabajo mantener a los dos niños que traje a este mundo, y lo cierto es que eso no está ocurriendo y por ese motivo me siento un fracaso. Y lo que es peor, la sociedad se encarga de recordarme cons-tan-te-men-te que así es como debería sentirme, como una auténtica fracasada. Cada día veo, escucho o leo algo o a alguien quejarse sobre como la gente como yo, gente que recibe ayudas, somos unos vagos. Hay hasta grupos en Facebook dedicados a los "chupasangres" de la sociedad, y hasta oigo comentarios en esos programas horribles de la radio que emiten por las mañanas que "seguramente los que recibimos ayudas porque sí estamos en casa viendo la tele mientras otros trabajan para que recibamos nuestro sueldo". Te hace sentir muy pequeña oír algo como eso.



Lo que la sociedad opina de mí me lo recuerdan las dos asistentes sociales que me miran de arriba abajo juzgándome cada vez que les pido una tarjeta del Mercadona. Me imagino que en servicios sociales están tan hartas de ver a vagos poner el cazo que se les olvida que hay gente que simplemente está pasando por un mal momento, pero esque hay fundaciones enteras dedicadas a dar de comer a gente vaga que no se ha preocupado en invertir en su futuro ni en el de sus hijos ni un segundo, y una de esas fundaciones me cerró las puertas a sus ayudas porque "sólo tengo dos hijos, aquí vienen chicas hasta con siete" y porque tenía "recursos de sobra para salir adelante por mí misma", palabras textuales. ¿Qué es lo que esperan exactamente? ¿que vayas vestida como una homeless? ¿quizá hubiera sido más productivo no haberme duchado la mañana de mi cita con ellos?.



Todos los días cuando me levanto siento que soy yo sola contra el mundo. Cuando suena mi despertador a las 8 tengo que levantar a mis niños, vestirles, peinarles, darles de desayunar y después subirme andando con ellos una cuesta enorme porque su padre nos quitó nuestro coche. Después de eso me vuelvo desde el colegio, me ducho y me pongo delante del ordenador durante horas peleándome con el Photoshop para hacer un banner chulo y llamativo que venda muchos cursos, y después de eso me pongo a limpiar mi casa, doblar ropa, recoger juguetes, quitar pelos de perro del sofá y mil cosas más.




Después me vuelvo a subir la cuesta para ir a recoger a mis niños e invierto mi tiempo en leer un rato con la mayor, jugar con ellos, que me ayuden a seguir recogiendo la casa, sacamos al perro los tres juntos, les baño, hago la cena y les acuesto. Si se han portado bien hasta les leo un cuento. Después de acostarles, hago todo lo que no he podido hacer durante el día y que todavía tiene que hacerse. Recoger la cocina, responder wassaps atrasados, limpiar mis pinceles de maquillaje y dejarlos listos para la próxima clase etc. Y después de todo eso, me voy arrastrándome a la cama nunca antes de las 12 de la noche. La alarma suena sólo unas horas después y vuelta a lo mismo, pero según la sociedad en la que vivimos, todo lo que hago no es suficiente porque sigo sin sacar a mis hijos adelante. 
No sé qué más hacer. Si alguien sabe qué puedo hacer, por favor que me lo diga porque no sé hacia dónde tirar desde aquí. He oído de todo, "limpia casas, limpia cuadras, cuida niños, límpiale el culo a viejos". Y de ahí en adelante cosas que prefiero no nombrar. Pero no, nada de eso me va a sacar adelante, como si la gente ganara un sueldazo haciendo ese tipo de trabajos. Estoy invirtiendo todo mi tiempo "laboral" en intentar sacar adelante la empresa que he fundado, pero hoy por hoy, estoy completamente estancada y no consigo encontrar una salida.
Estoy cansada de pelear por mi dignidad. Estoy cansada de sentir que haga lo que haga no es suficiente. Estoy cansada de que la sociedad me trate como menos de lo que soy sólo porque no tengo dinero. 



Nadie sabe lo que pasa en mi casa de puertas para dentro. Nadie me oye decirle a mis niños que no pueden repetir cena. Nadie oye a mi hija preguntarme que si hoy voy a cenar o no para ponerme a mí también un tenedor cuando le digo que ponga la mesa. Mis hijos no saben que yo renuncio a mi cena para que ellos sí puedan cenar. Ellos no saben que mi hijo no ha estrenado absolutamente nada de la ropa que lleva a diario, y que todo lo que lleva puesto es reciclado de alguien que también lo recicló. Mis niños no saben que somos una familia desestructurada, que hago todo lo que está en mi mano para sacarles adelante, que su padre no se ocupa de ellos como debería y que la sociedad sólo me señala a mí como culpable de nuestra situación, en ningún caso a él. Porque él SÍ gana pasta, no la usa para cuidar de sus hijos, pero sí gana pasta, y está claro que el problema está en la chupasangres vaga y fracasada, no en alguien que hace dinero.



Pero la sociedad no sabe que soy una madre con un NO constante en la boca. O ni siquiera, porque mi hija no me pide nada de nada. Ni siquiera se molesta en pedirme que vayamos al zoo, al burger, al cine, porque sabe la respuesta. Mis hijos no saben lo que es ir al cine, no saben lo que es recibir clases extra escolares, no tienen ni idea de lo que es celebrar su cumpleaños en un parque de bolas. Ni siquiera se dan cuenta todavía de que las pasadas navidades no le escribimos carta a los Reyes Magos, porque los Reyes trajeron lo que pudieron, en ningún caso nada de lo que habríamos pedido si hubiéramos escrito la carta. Nadie en esta sociedad me vio contar monedas encima de la mesa de la cocina intentando reunir algo de dinero para comprarle a mi niña una mierda de guitarra de juguete por su cumpleaños. Nadie ha visto todo eso, y sin embargo me juzgan.



Esto ha dejado de ser "lo que hay" para mí, esta situación está durando demasiado. Sé que la sociedad piensa que yo no debería tener derechos porque estoy viviendo de los impuestos que les quitan a ellos, a los que sí trabajan, y de un hombre al que según él eché de mi casa separándole de sus hijos, pero estoy harta de que me juzguen. Sé que en servicios sociales piensan que como me "alimentan", debería callarme la boca, pero esque ya no puedo más.




¿Acaso la gente piensa que no me cambiaría por ellos ahora mismo si pudiera?, me encantaría estar en su lugar, de hecho antes estaba en su lugar. Si alguien me ofreciera un trabajo ahora mismo que pagara todas mis facturas y me obligara a pagar impuestos para mantener a gente como yo, no me lo pensaría ni medio segundo, porque ahora mismo me dejo la piel trabajando y aún así no soy capaz de hacer ni tres comidas al día. 



Cuando eres joven sueñas con encontrar al hombre de tus sueños, y si eres como yo, sueñas con tener niños, una casa, una familia feliz y una vida feliz. Lo que no esperas es que tu marido te arruine económicamente hablando y no puedas escapar, tengas que huir de ese matrimonio y vivir siempre a unos céntimos de quedarte sin tu techo, irte a la cama muerta de hambre cada noche y encima ser considerada por la sociedad como una carga. Y cuando digo la "sociedad" me refiero a gente con la que a veces trato a diario, ya sea alguna mamá del cole que te mira por encima del hombro porque no le has comprado nada a su hijo por su cumpleaños o hasta a veces gente a la que considerabas tus amigos.




Yo valgo mucho más que eso. Soy fuerte, soy resuelta y además soy muy peleona. Sé que acabaré saliendo de este agujero, pero hasta que eso ocurra, necesito fuerzas para no rendirme, pero para tener fuerzas necesito que la sociedad deje de juzgarme, que la gente deje de pisotearme cuando estoy en el suelo. Os lo aseguro: eso no ayuda. Tengo ambiciones, tengo mis sueños, quiero valerme por mí misma, quiero sacar adelante a mis hijos y quiero darles todo lo que ellos se merecen, que es muchísimo. Quiero que mis clases de auto maquillaje y auto estima sirvan para ayudar a muchas mujeres a quererse más a cualquier edad. Quiero todo eso que tiene todo el mundo, y vivir de los impuestos de los demás el resto de mi vida no es parte de mi plan.




No soy una carga, soy una luchadora, una trabajadora, una superviviente, una madre y por encima de todo eso, soy una persona.





Por favor, dejen de juzgarme.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Cambia de amigos, ellos no te quieren. Suerte en el futuro.

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