domingo, 31 de agosto de 2014

Summer of 14

El verano se acaba. O mejor dicho, el verano de 2014 nunca terminó de llegar. He dormido tapada todas las noches, he hecho mi trayecto metro-trabajo con la piel de gallina todas las mañanas, mi maquillaje no se ha derretido ni una sola vez y lo que es más inusual... no he tenido ni un sólo día de esos de "oh otoño, ven ya por favor" debido al calor, tengo muchos motivos para pedirle al otoño cada año que llegue ya y este año no ha sido una excepción, pero esta vez no se lo he pedido porque estuviera muerta de calor.





No me gusta nada el verano, nada. Lo sé lo sé, suena a una especie de blasfemia, pero esque es verdad, no me gusta el verano, yo soy carne de otoño e incluso de invierno. El verano me despista, la falta de rutina se me hace enormemente cuesta arriba, mis hijos están desubicados y esa sensación de que el momento que estamos viviendo, horarios, clima, rutinas, exceso de tiempo libre etc se va a acabar me desestabiliza muchísimo.





Sin embargo, este verano ha tenido grandes momentos. Unos contables y otros que por el momento tengo que mantener en privado, pero ha habido momentos memorables este verano, algunos incluso life changing. Estos son sólo algunos de ellos...






Subir a la cima del mundo y mi primera tortilla de patatas decente. Todo en el mismo día.








Tener tiempo para reencontrarme con viejos amigos. Cañitas en un sitio mega cool con mi Maribelis, visita a mi wey y a Dukito, perrito caliente fugaz con Leo, piscinita y día de sierra con mi sister, volver a reencontrarme después de meses con mi tele-marido oficial Carlitos..., amigos de los buenos, de los que aunque pasen meses, es como si os hubieseis visto ayer.





La mañana que volví a ser rubia. Siempre he querido ser rubia, pero yo soy el cliché auténtico de la mujer española. Pelo oscuro, ojos oscuros, pestañas y cejas oscuras... y piel de color incalificable. Las que reúnen todo eso pero además tienen la piel oscura son el cliché de latino américa, pero yo soy la clásica española. ¿Y qué quiero decir con todo esto? que no estoy hecha para ser rubia en absoluto. Pero siempre he querido ser rubia, y hace como mil años, cuando era joven e inconsciente, me teñí de rubio. Y lo adoré, pero al parecer fui la única, porque todo el mundo me decía que me quedaba fatal, así que acabé sucumbiendo a la presión del pueblo y volví a mi aburrido marrón chocolate natural por muchos años más. Este verano encontré la solución para ser semi rubia semi marrón natural, y el resultado no me puede gustar más. Gracias Kloe Kardashian por la inspiración.








El fin de semana que me encerré en mi casa de viernes a lunes y sólo cogí la puerta para pasear con Juno, montar en bici y darme un mini capricho a la vuelta de la esquina de casa. Pensando, encontrándome, reencontrándome y sintiéndome enormemente acompañada conmigo misma.










Aquel desayuno resacoso con Diana. A veces vamos tan acelerados que cuando tienes tiempo por delante que gastar te centras en ser tú misma más que en el reloj.




La noche que me senté con Luis a los pies de una piscina y tuvimos una conversación de las de verdad, de las que marcan, de las que te cambian el concepto de una persona a un trillón de veces mejor, y eso que mi concepto de él ya sobrevolaba las nubes. Nunca volveré a mirarle de la misma forma, y más sabiendo que tuvimos una conversación tan productiva estando pseudo ebrios. A veces pienso que todas las conversaciones importantes en esta vida las deberíamos tener después de algún que otro vino...





El día que miré atrás y descubrí que tenía nuevos amigos.





Volver a ver a mis niños después de un mes y medio. Verles tan cambiados, tan mayores, tan unidos entre ellos a pesar de los 3 años de diferencia. Sentarme con ellos y que Abril me contara su verano con tanto entusiasmo. Suena a cliché, pero ver que son tan felices es el motor de mi vida, y a veces hay que poner un poquito de distancia y de tiempo para reiniciar la máquina.



Aquella charla con mi Silvi. Cervecita en mano, luz de velas, brisita corriendo y nosotras arreglando el mundo. Tan, tan, tan agusto...




El día que cumplió un año mi separación. You did it, girl.





Tocar la guitarra con mis amigos y verles a todos cantando y disfrutando. Hacía sólo un par de días le había contado a Silvia en privado y sin que nadie más escuchara que hacía años y años y años (casi desde pequeña) que nadie me hacía una foto. Me refiero a una foto porque sí, sin que te enteres, no el típico "perdona... ¿me haces una foto?", que todas mis fotos eran selfies, o posando con alguien o incluso foto sin que te enteres pero de grupo, en ningún caso una foto mía sola sin posar, y que eso era algo que me apenaba muchísimo, que nunca nadie hubiera sentido las ganas de hacerme una foto.

Tocando la guitarra no me hicieron una, me hicieron varias fotos sin que me diera cuenta, y Luis incluso se la mandó a todos sus amigos para presumir de que su amiga tocaba la guitarra sin si quiera contarme que me había hecho aquella foto.









Reencuentro con antiguos compañeros y compartir con ellos los nervios de tener una mega segunda entrevista al día siguiente. Y el lago de mi infancia de fondo.









El día que cobré mi primer sueldo en muchísimo tiempo. Ese día que fui al banco a ver si ya había cobrado y por poco me quedo bizca cuando vi tanto número junto. Mi cuenta no está acostumbrada a números de más de dos dígitos, tuve que parpadear varias veces. No es que mi sueldo sea nada del otro mundo, no me entiendan mal, es simplemente la falta de costumbre, la primera vez en mi vida que mi sueldo tiene cuatro numeritos. Memorable. Jamón ibérico, vinito del bueno y un brindis conmigo misma esa misma noche. Y la sólida promesa de que nunca jamás volvería a tirarme al suelo a recoger las migas de pan que los ricos me tiran para reírse de mi desesperación, y la aún más firme promesa de que yo jamás me convertiría en uno de ellos.








Pasear por el centro comercial donde trabaja mi padre tranquila y sin pensar que le he visto en cada hombre con camisa de cuadros que veo. Parece absurdo, pero esque siempre que voy por allí contengo la respiración desde que entro hasta que salgo sin poder evitarlo, y darme cuenta de que estoy paseando tranquila es para mí un gran avance. ¿Será que quizá está empezando a resbalarme...?





El mensaje que recibí en aquella fecha que me acompaña a diario en todas partes. Mensaje con un contenido tan inesperado como delicioso. Y poder compartirlo con mis chicas mientras me derretía como una vela.





Cenar con Irene allí donde empezó todo. Tantas dudas, tantos bloqueos, tanta venda en los ojos, tanta confusión y tantísimo miedo evaporados después de una conversación en dos direcciones, sin sermones ni monólogos, sin consejos vacíos y sin "lo que tienes que hacer es...". Gran, gran noche...







Romper a llorar como una niña pequeña de puro estrés delante de mi jefe. Su reacción. Y su reacción después de irse a dar una vuelta para despejarse. BEST-BOSS-EVER.





David y Jose enfrente mío, Diana y Silvia a mi derecha, Juncos y Marcos a mi izquierda. Todos ellos cantándome canciones en absoluto sonido envolvente. Y yo feliz. Escuchando detalladamente las seis voces y feliz.





El día que decidí que no pasaba nada por abandonar. Y que no tenían por qué ser batallas perdidas, que podían ser incluso batallas por ganar.



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