sábado, 26 de abril de 2014

Oh brother

Hace unos días hice un comentario sobre mi hermano con mis amigos. Entonces, sorprendida, mi amiga Diana me dijo... "¿¿tienes un hermano??". Diana. Una de mis mejores amigas. La que sabe mis altos y mis bajos. La que sabe cómo me siento a tiempo real. Una de las personas que actualmente más conoce sobre mí y sobre mi vida. "Claro, tengo un hermano mayor", le dije. "Ah. No lo sabía". Y entonces me di cuenta de que si alguien como Diana, que me escucha y que me conoce, no sabía que tengo un hermano es por un evidente motivo... yo nunca hablo de mi hermano.



Todo el mundo sabe que tengo una madre que vive lejos, muy lejos, que le va muy bien y que me ha negado su ayuda, su presencia y hasta su atención en múltiples ocasiones.

Todo el mundo sabe también que tengo un padre que me ha negado mucho más aún que mi madre, que nunca ha respondido a mis emails, que él y su amante-cuando-yo-era-pequeña-y-ahora-pareja me tienen bloqueada en el wassap y que no me coge el teléfono, ni a mí ni a mi ex marido cuando intentó contactarle por todos los medios, aunque no mucha gente sabe que mi padre vive a 15 minutos de mí y que hacemos la compra en el mismo Carrefour.

Aún más gente sabe que tengo una abuela que es la luz de mi vida, que vive lejos pero que es la compradora oficial de ropa para mis hijos, que me manda paquetes de vez en cuando con toallitas, pañales, pasta de dientes, galletas de chocolate, pastillas para el lavavajillas y una lista interminable de cosas que se le van ocurriendo que podrían hacerme falta en algún momento, que puedo hablar con ella de todos mis problemas y que nunca jamás se escandaliza, ni se viene abajo, ni evita los temas como hacen otras personas de su edad a modo de "a mí a mi edad no me cuentes problemas, habla chucho que no te escucho la la la la la..." (ahem-mis ex suegros- ahem) y que no me da ni un hombro donde llorar ni palmaditas en la espalda, me da SOLUCIONES, que es realmente lo que arregla los destrozos.

Mucha más gente sabe que tengo un ex marido que actúa según sople el viento y que vive para ser el motivo de mis miedos y de que salga de casa mirando hacia los dos lados antes de asomar por la puerta por lo que pueda haber fuera esperándome.

Mucha gente sabe todas esas cosas sobre mí y mi relación con mi familia, pero resulta que muy poca gente sabe que tengo un hermano, porque simplemente nunca le menciono.



Pero sí, tengo un hermano, un hermano mayor, cinco años mayor que yo para ser exactos, que vive en Irlanda desde hace años y que (creo que) le va muy bien la vida. Qué casualidad, igual que a mi madre e igual que a mi padre. Igual que al resto de mi cactus genealógico (porque aparte de una madre, un padre, una abuela y un ex marido tengo tres tíos por parte de padre, dos tíos por parte de madre, un porrón de primas y primos y otra abuela que es la versión masculina de Montgomery Burns en muuuchos sentidos, especialmente en el despotismo). Ninguno de ellos tiene relación conmigo, todos ellos por distintos motivos, pero por lo poco que sé de todos ellos creo que a la mayoría la vida les va bastante bien.


Con esto no quiero decir que fíjate qué malos son que todos gozan de una vida de comodidades y nadie me ayuda, no señor, ninguno de ellos más allá de mis padres tiene la obligación de echarme una mano en nada, pero lo que sí que relaciono con que disfruten de una vida cómoda y pasen de mí (digo cómoda porque ninguno es tampoco el colmo de la opulencia) es que no quieren problemas. Y si hay algo que yo tengo hoy por hoy son problemas. Problemas con una solución muy clara: dinero. Sin dinero, por ahora no queda más remedio que esperar a que la solución llegue por otra vía, y como nadie me quiere dar dinero (ojo, no es que yo lo haya pedido ni considere que debieran dármelo, nada más lejos), pues esconden la porquería debajo de la alfombra y ya está, ya no existe. Tienes problemas, me da miedo que vengas a pedirme algo... deja deja, cuanto más lejos mejor. Como si yo le hubiera pedido dinero a alguien alguna vez.


Y eso es lo que le pasa a mi hermano. Eso es lo que le ha pasado siempre a mi hermano. Ambos nos quedamos solos cuando mi madre se fue y lidiamos con nuestra nueva condición juntos y felizmente unidos. De buen rollo, mi hermano y yo llevando una casa, respetando nuestros espacios y a nuestro rollo, como siempre. Pero entonces llegó ella, entonces llegó la novia de mi hermano desde nada menos que Venezuela, y llegó plantando su bandera. Me reservo el capítulo de la pesadilla que fueron aquellos años por varios motivos, el primero es que no tengo ninguna gana de recordar todo aquello, y el segundo es porque las putadas, los desprecios, las injusticias, los insultos y las veces que se rió de mí en mi cara la novia (pronto mujer) de mi hermano dan para una trilogía de Voy a contarte un secreto, y tampoco me apetece ahora ponerme a escribir el corán.


El caso es que con el tiempo la situación se volvió insostenible y de un día para otro y sin avisarme se hicieron mayores y se fueron a vivir su vida en otra casa, y yo, tan jovencita y desamparada con mi madre viviendo en el otro lado del mundo y mi padre pasando de todo, pues obviamente necesité muchísima ayuda, algo que nunca obtuve por parte de ellos, que les iba muy bien su bonita vida y, de nuevo, barrían la porquería debajo de la alfombra.


Los años pasaron, la relación con mi hermano y su señora se deterioró y ella consiguió lo que siempre había querido, poner a toda la familia en contra y que su maridito fuera sólo para ella, pero lo realmente desagradable es que consiguió que mi madre se olvidara de todo el daño que esta mujer había hecho a la familia y se posicionara radicalmente de su parte, con lo que el hecho de que mi madre lleve 3 años sin querer saber nada de mí ni de mis hijos fue cien por cien culpa de la mujer de mi hermano, que estuvo labrando durante años ese secreto cometido. Y sí, lo consiguió, vaya si lo consiguió.



Ella escribe un blog en el que de vez en cuando entro, y ahí encuentro más y más de lo que ya sabía sobre ella, que nada en este mundo le hace feliz, que nunca está satisfecha con nada por mucho que vaya consiguiendo con los años, que es una niña mimada a la que todo el mundo le compra el juguete con el que se encapricha para después tirarlo a la basura y encapricharse con uno nuevo y que sigue siendo lo que siempre ha sido y será, una persona descontenta consigo misma que se toma de manera personal el éxito de los demás y que necesita pisar cabezas de la gente que destaca para que nadie esté por encima de ella ni consiga ser más feliz que ella, es decir, más bien poco. Pero lo que realmente me preocupa es que la gente así hace aflorar sentimientos en mí que no son para nada de mi naturaleza. Cuando leo lo feliz que le hace que su suegro se porte taaaaan maravillosamente bien con ellos porque es un hombre maravilloso y generoso a más no poder, no sólo siento una envidia insana difícil de controlar, si no que me entran ganas de lanzar cocktails molotov a todo lo que rodea a su falsamente satisfactoria vida. Porque no es justo, porque mi padre no es un hombre maravilloso ni generoso y porque sólo se porta bien con ellos porque necesita compensar lo escondida que tiene la porquería debajo de su alfombra. Mi padre no la aguanta, no la ha aguantado nunca y fue una de las pocas personas que se opuso abiertamente a que mi hermano se casara con ella, pero eso al parecer se les ha olvidado a todos.



¿Y mi hermano? pues reconozco que es imposible hablar de él sin hablar de ella, porque mi hermano no es él mismo desde que empezó con ella, se ha convertido en su sombra, en un amén a lo que ella diga y en una marioneta manejada por el victimismo y la manipulación constante de su mujer y mientras ella le deje tranquilo y a su bola con sus chorradas él se deja manejar en todo lo demás. ¿Él es feliz? no tengo ni idea, supongo que sí, pero lo que sí sé es que mi hermano sólo vive para hacerse feliz a sí mismo, está acostumbrado a no tener que luchar por nada en esta vida, a que todo se lo den hecho, a que le defiendan y le sobre protejan sin mover un dedo porque "pobre Jaime que se viene abajo enseguida" y a que todo el mundo le deje en paz, justo lo contrario a lo que estoy acostumbrada yo con lo que a mi cactus genealógico se refiere. Estoy convencida que si mi hermano viera mi brazo salir de unas arenas movedizas se rascaría la tripa y diría... "oh, eso parece mi hermana hundiéndose... ¡¡que no se hubiese caído, no te digo la tía morro, y todavía querrá que me manche, que siempre hay que estar pendiente de ella!!".



Mi posición y mi versión de todo lo que cuento sobre mi familia puede parecer victimista y descompensada, pero lo cierto es que si viviendo las cosas te parecen injustas, una vez que miras hacia atrás y lo ves todo con perspectiva las cosas se amplifican muchísimo más y entiendes que en realidad es todo una farsa y siempre lo fue. Yo nunca he sido una santa, siempre lo he admitido, miro para atrás y me doy cuenta de que me he portado mal en muchas ocasiones y hasta hace unos años hablé con mi amiga Alba para pedirle perdón por lo mal que la traté durante toda nuestra infancia y lo buenísima amiga que ella fue siempre conmigo, sé que en muchas ocasiones he sido una déspota con mucha gente y que he cometido un trillón de errores, pero lo que sí sé es que siempre he querido a mi familia, siempre les he perdonado a todos ellos sus errores, que nunca le tuve en cuenta a mi madre que se marchara a hacer su vida y nos dejara solos y jamás le reproché nada, que me olvidé que mi padre nos dejó a nuestra suerte cuando éramos unos niños y que no nos cogía ni el teléfono cuando le llamábamos un millón de veces el día del padre para ir a comer con él y le seguí queriendo siempre a pesar de su indiferencia, que pasé por alto el tormento que me hizo vivir mi cuñada cuando le abrí las puertas de mi casa y años después fui su amiga como la que más. Yo siempre he querido tener una familia unida y he perdonado todo lo que ellos hicieron para hacerme la vida más difícil o no hicieron para ayudarme, con lo que sé de sobra que no me merezco que me nieguen un sitio en su mesa ni para mí ni para mis hijos ni que me culpen a mí de que el cactus genealógico al que pertenecemos esté completamente desmembrado.



Hay relaciones que aún me sangra la herida y hay otras que las tengo completamente cicatrizadas. Cada segundo de mi vida me acuerdo de mi madre pero sin embargo pasan semanas sin que recuerde que también tengo un padre, y reconozco que mi hermano es alguien que no me sorprende lo más mínimo que mis amigos más cercanos no sepan de su existencia porque su vida no me escuece lo más mínimo, sé que siempre le va a ir bien porque no gasta ni un segundo de su tiempo mental en preocuparse por nadie más que por sí mismo, con lo que la gente tan egoísta siempre consigue lo que quiere. Pero ella, su amargura, su victimismo y su constante queja tras queja tras queja tras queja es algo que puede conmigo porque ella tiene algo que me pertenece, que era mío y ella se empeñó en arrebatarme para poder disfrutarlo ella sola y que trabajó de manera sutil e hipócrita, como funciona la gente traidora que apuñala por la espalda. Ella consiguió que mi familia no quiera saber nada de mí, y eso no lo voy a olvidar nunca.



Mi vida va bien, al contrario de lo que parece a veces mi vida va bien y por dentro estoy feliz  y tranquila, simplemente intentando concentrarme en hacer frente a los factores externos que son los que ahora mismo me complican la vida, pero tengo que admitir que algunas veces me vienen a la mente todas estas cosas y durante un tiempo, a veces minutos y a veces días, la rabia me consume y tengo que esforzarme en  centrarme en que ellos son los que se están perdiendo la persona maravillosa en la que me he convertido con los años, humilde, íntegra y compasiva, pero sobre todo se están perdiendo a las dos personitas más dulces del mundo que iluminan una habitación cuando entran en ella, dos niños increíbles que a pesar de todo lo que están pasando tienen toda la tendencia del mundo a estar felices, tranquilos, serenos y a aceptar la vida según les viene sin rechistar ni quejarse ni acordarse de cuando tenían más de lo que tienen hoy ni a pedir cosas que están fuera de su alcance...









































 ... y eso sí me pone en una posición privilegiada con respecto a todos ellos.



1 comentario:

Elisabet R. dijo...

Los niños son una chulada ! Enhorabuena ! Bs

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