Y entónces me conoció a mí. En medio de ese caos mental que es tomar una decisión a mejor, aparecí yo. Y en medio de esa decepción que es a veces la vida, apareció él. Y nos hicimos amigos. Y nos hicimos íntimos amigos. Y empezamos juntos. Y entonces empezó la vida para los dos. Yo nunca he sido tan feliz, y aunque está mal hablar de sentimientos en nombre de otra persona, creo que él tampoco. Y nos comprometimos. Y entonces todo el mundo se reveló. Todos esos que habían sido incapaces de pararse a dar un consejo cuando más falta hacía, pretendían ejercer de Pepito Grillo ahora que todo iba bien, que todo iba más que bien. Eso sí, una versión encolerizada e inoportuna de Pepito Grillo. Muy poca gente creyó en este matrimonio.
Y siete meses después, aquí estamos. Dos años, cuatro meses, tres casas, un perro y una hija después, aquí estamos. Más juntos que nunca.
Así que desde mi espacio quiero transmitirle este mensaje a todos aquéllos que no nos apoyaron, a todos los que no pensaron que fuéramos a durar juntos, a todos los que no creyeron en nosotros cuando quisimos hacer oficial nuestro amor. No suelo poner tacos en mi blog porque queda muy poco elegante, pero hoy voy a hacer una excepción. A todos aquéllos:
QUE OS JODAN A TODOS, PUTOS ENVIDIOSOS
Moraleja: antes de juzgar a los demás, métete en tus malditos asuntos. Ha quedado demostrado quién ha reído el último. Me encanta mi vida.
Dejo unas cuántas fotos de archivo. Y a ver quién se atreve a decirme que casarnos era un disparate.



2 comentarios:
ande yo caliente, ríase la gente!
Jeje, bien dicho!
Publicar un comentario