Ya ha llegado la primavera y con ella el buen tiempo. Y con el buen tiempo, he vuelto a coger la bicicleta para ser la que ríe la última en mi pelea con la báscula.
Ahí estoy yo. Con mis mallas, con mis guantes de ciclista profesional, con gafas de sol de mercadillo y mi Ipod. Dispuesta a recorrer como un rayo la distancia cuesta arriba que hace tiempo me propuse recorrer todos los días para volver a mi linea habitual. Y funcionó. Y a día de hoy ya habría mutado en mi antigua talla 38, lo cual es mi objetivo, si no fuera por el frente de frío que hemos tenido y que nos ha obligado a mí y a mis pancetas a quedarnos en casa.
Así que empezamos la carrera. Y unos acertados No Doubt sonando en mi Ipod me dan la caña que me hace falta para atravesar las cuatro rotondas de las que consta el recorrido. Allá voy, veloz como un relámpago...
Empiezo a todo tren, cantando en alto ya que no hay nadie a la vista y parezco más bien una monitora de spinning, de esas que se pasan toda la clase "¡¡VENGAAAA!!!, ¡¡¡ARRIBAAAA ESOS GLUTEOS!!! ¡¡¡YUJJUUUUU!!". Y cuando aún no he llegado a la segunda rotonda, a mis muslos se les enciende la luz de "poca batería" y empiezan a flojear, avisando que de un momento a otro van a transformarse en plastilina. Así que en un plazo de tres segundos paso de ser Jane Fonda a ser Jane Fondona.
En la tercera rotonda no siento los brazos ni las nalgas ni el bazo, que me lo debo haber dejado por ahí por la primera rotonda, y escucho una pequeña voz que viene desde mis gemelos que grita "¡¡mayday, mayday!! ¡¡abortar operación rotondas inmediatamente!! ¡¡nos estrellamos!!".
Para cuando llego a la cuarta rotonda ya no me acuerdo ni de en qué país estoy, porque todos los mecanismos de mi cuerpo se han puesto en huelga. Lo de repetir "no hay dolor no hay dolor" y mantener la imagen de Kate Moss en la cabeza para motivarme dejó de tener sentido cuando me adelantó el tercer abuelo en su paseo diario, aunque yo sigo intentándolo, pero estoy tan agotada que para agotarme menos me como alguna letra, a ver si ahorro energía. Así que acabo repitiendo "hay olor, hay olor", lo cual, obviamente, es una verdad como un templo.
Total, que sobrepaso la cuarta rotonda y es el momento de la victoria, el momento de dar la vuelta, el momento de la cuesta abajo. Parezco un tomate borracho y tengo la lengua igual que Oddie, el perro de Garfield, con lo cual me imagino la estampa vista desde la acera por donde circulan los transeúntes, pero yo me siento orgullosa de haber luchado contra los elementos un día más y haber superado la pereza.
Y mañana más....
Hace 10 años
5 comentarios:
Muy bien Patri!!!!Animo animo!!!!
Tu puedes!!!!
(Odio la bici.. :-S)
Pati!!!
Pati!!!
Pati!!!!
Esta es mi chica: Si ahí entro, significa que cueste lo que cueste ahí entro... mucho ánimo, yo te acompaño com mis muletas....
Besines, muak,
Mari.
Jooo, eso es fuerza de voluntad!!! Eso es lo que debería hacer yo, pero desde el Funky, ningún ejercicio volverá a ser lo mismo ... y como no tengo bici, correré al son de mi ipod.. y acabaré andandito...
Besos Mari!!
Creo que Kate Moss debe de andar por la talla 34... y sin bici ni ná (... sniff-ando...)
Publicar un comentario