viernes, 1 de abril de 2011

Televisión en familia



En casa somos fans del canal Cuatro. La verdad es que desde que lo ha comprado Telecinco ha bajado mucho la calidad, pero aún así sigue siendo prácticamente el único canal que vemos.

Me encantan sus realities, y eso que yo ODIO los realities, pero lo de Cuatro tienen un fundamento, no son simplemente gente encerrada a ver quién consigue antes que alguno/a le ponga los cuernos a su novio/a de fuera. Los realities de Cuatro tienen un por qué.

Nos enganchamos a "Soy adicto", un programa en el que 10 personas con distintas adicciones (cocaína, juego, heroína, alcohol, cannabis...) se metían en una casa con tres psicólogos especializados durante un par de meses y hacían tratamiento para intentar superar sus adicciones. Nos pareció muy interesante la evolución de cada uno por separado, cómo unos estaban desesperados por consumir y otros sacaban una fuerza tremenda de donde nunca la habían tenido. Me impresionó mucho ver los puntos en común que tenían todos ellos, gente muy diferente entre sí, de distintas edades y con diferentes niveles adquisitivos, y sin embargo todos ellos sin ninguna excepción habían tenido experiencias horribles en el colegio, viviendo aquella época como una pesadilla, lo cual demuestra lo importante que es esa etapa en la vida de una persona. También me llamó la atención que todos ellos tenían o habían tenido en el pasado una tormentosa relación con su padre. Todos esos puntos en común me hicieron pensar la increíble influencia que tenemos sobre nuestros hijos y lo importante que es que se sientan escuchados y apoyados en sus problemas.

Me apasionó aquel programa. Me encantó ver el review que hicieron en el último episodio de cómo estaban todos ellos pasados unos meses después del programa. Me impresionó mucho ver como los que pensabas que estaban al borde de tirar la toalla salían adelante y volvían al programa con una alegría y una luz impresionante, y a los que quizás veías más fuertes y con más ganas de salir del problema habían recaído con todas sus consecuencias. Pero lo que más me gustó es que todos menos dos de ellos salían y contaban cómo les había cambiado la vida radicalmente para bien.


El reality que estamos viendo ahora no es tan profundo en absoluto, es muchísimo más superficial pero sin embargo también se aprende mucho de los errores que podemos cometer los padres. Se llama "Hijos de papá" y consiste en una pandilla de parásitos millonarios que prácticamente no saben hacer la O con un canuto a los que sus padres les dicen que van a ir a un programa y van a disfrutar de unas vacaciones glamourosas y, ¡oh sorpresa!, resulta que se van a una casita de pueblo en Ávila acompañados por Luján Argüelles y un par de psicólogos que les van a enseñar lo que es ganarse la vida y, básicamente, dejar de ser unos chupa-sangres.

Los chavales son para mear y no echar gota. Unos pijos del morir que no han freído un huevo en su vida pero que disponen de una tarjeta oro sin límite y cuyos padres no ejercen ninguna autoridad sobre ellos ni les imponen ningún tipo de restricción en ningún campo.

El resultado es que todos los chavales menos una, que está estudiando comunicación y marketing, dedican su vida exclusivamente a levantarse a las 3 de la tarde, salir de compras (millonarias, por supuesto), salir por la noche a los reservados más exclusivos y vuelta a empezar. Cada uno tiene su propia peculiaridad, su pequeño caprichito, su inocente debilidad. Uno de los chavales se pirra por los coches, no tiene carnet de conducir porque no ha tenido todavía la apetencia de sacárselo, pero su padre para "motivarle" le ha comprado ya el pequeño incentivo de un súper Ferrari. Una de las chicas vive obsesionada con las operaciones de estética, sus ídolos son nada menos que Yola Berrocal y Malena Gracia porque son dos modelos que no intentan disimular en absoluto que son plastificadas, y eso es lo que a ella le gustaría, ser completamente artificial, y a su corta edad ya lleva un gran número de operaciones de estética. Otro de los chavales vive obsesionado con las mujeres. Se sabe guapo (a mí me horroriza, pero él dice que es guapísimo y que eso nadie lo puede negar), y vive por y para llevarse a casa una tía distinta cada noche. Ni lo oculta ni lo niega: ellas lo saben y se matan por ser la afortunada de la noche. Otra de las chicas (mi favorita) es hija de un marqués. Su vida es "súper churruqui" (palabras textuales) y su pasión es ir de compras con su "papuqui" porque él entra en las tiendas diciendo "¡a ver, hacernos mucho la pelota que venimos a gastarnos mucho dinerito!".

Todos ellos gastan entre 6.000 y 30.000 euros al día, se jactan de que no han abierto un libro en su vida y aseguran que la sola idea de trabajar les da urticaria.

Y yo me pregunto... ¿cómo es posible? ¿cómo puede ser que gente que puede elegir hacer cualquier cosa en este mundo, lo que quieran sin ninguna excepción, elija eso, elija ser un parásito para la sociedad, elija ser un inútil, elija ser una persona que no aporte absolutamente nada a su (dudosa) inteligencia?, y lo peor de todo, ¿cómo siendo una persona que trabaja para crear toda esa fortuna puede aceptar que su hijo se convierta en semejante inepto? ¿de verdad creen que les están dando una buena vida, que les están haciendo un favor?. Me parece demencial.

Sin embargo, aunque cuando los chavales abren las boca te dan ganas de matar, es un programa que encuentro interesante. Me resulta apasionante ver las reacciones de cada uno ante las dificultades que les pone el programa, ver quién hace la cena sin rechistar y quién pone mil excusas y se siente en su derecho de que se la hagan los demás. Es muy curioso ver los puntos en común de todos ellos, como por ejemplo que todos son hijos únicos menos una, cuyos hermanos trabajan con su padre, y también que en todos ellos, su padre es su mayor fuente de caprichos y su madre es la que no acepta la vida que llevan. Lo cual certifica, al igual que en el programa de los drogatas, lo influyente que es la figura paterna en una familia.


Reconozco que estoy enganchada, me encanta ver cómo al principio se horrorizan de "mancharse" las manos cogiendo una escoba y al final acaban tragando sin rechistar y haciéndolo hasta con gusto. Me encantó el episodio en el que les hicieron trabajar en una discoteca sirviendo copas y después sin descansar ni cenar se fueron al mercadillo del pueblo a montar el chiringuito, vender aceitunas, ropa o lo que se tercie con el dueño del puesto y después desmontarlo de nuevo. Los chicos hablaban de la experiencia con muchísimo orgullo y valoraban mucho el trabajo de la gente que se levanta de madrugada para ganar cuatro duros. Cuando terminaron de trabajar se abrazaron todos y se dieron la enhorabuena orgullosos del trabajo que habían hecho, y eso, en su caso y con la vida que han llevado, es algo asombroso, ya que lo que era de esperar era que estuvieran indignados y que terminaran la noche diciendo que por ahí no volvían a pasar ya que no tenían por qué.


Me gustan los realities que tienen un objetivo y que intentan aportar algo nuevo a la persona que lo vive y a la persona que lo observa, y Cuatro es especialista en eso, Telecinco conmigo desde luego que no cuente. Yo prefiero a mis drogatas y a mis pijos, al menos los de Cuatro están en el reality para dejar de serlo, sin embargo los de Gran Hermano están ahí para poder ser aún más pijos y aún más drogatas.


No, gracias.

1 comentario:

Bego dijo...

claro que sí! Ya que se molestan en hacernos tragar realities y dañarnos la vista con engendros, que por lo menos nos aporten algo.
Minipunto pa mi Patiki !!!

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