jueves, 29 de octubre de 2009

Apatrullando la ciudad



No he sido yo nunca una gran usuaria del mundo del taxi, pero por los pocos que he cogido a lo largo de mi vida, lo que sí que sé es que los taxistas, todos, absolutamente todos, son gente muy peculiar.

Los pobres se pasan todo el día ahí, encerrados en su cochecillo, y en cuanto alguien se sube, se abalanzan sobre esa persona buscando un poco de conversación. Yo he tenido desde taxistas que me cuentan el parte deportivo del momento hasta uno que me estuvo dando la charla todo el viaje con que sin inglés en estos días no vas a ninguna parte, como si él supiera de buena mano que a mí me la refanfinfla el inglés.

Una vez tuve uno semi-suicida que iba con la música a tope, gritando y bailando y saltándose todos los semáforos a las 2 de la mañana camino a Vallekas. Obviamente por su estado de excitación debo decir que no era precisamente de alcohol de lo que iba bien surtido el amigo taxista. Otra vez, nos cogió un taxista que no pasaba de la marcha segunda por la Castellana, y nos llevó todo el viaje dando unos frenazos que por poco se me sale la cena por donde entró. Mil y una historias que podemos decir de ese gremio tan particular.

Y ahora resulta que mi marido se va a convertir en uno de ellos.

Pues sí, después de que esta crisis apriete tanto, hemos decidido que el taxi es una buena solución a nuestros problemas, y lo que es más importante, es una solución rápida y barata. Siempre he pensado que sacarse el carnet de taxista era algo terriblemente caro, como todos los carnets de conducir, pero resulta que no, es muy barato, mucho menos dinero del que estaríamos dispuestos a pagar por esta oportunidad, y encima, si te lo curras bien, en menos de un mes estás listo para que te contraten. Y para más ventajas, de taxista parece ser que no hay ningún problema para encontrar trabajo.

Así que nada, casada con un aspirante a taxista, quién me lo iba a decir a mí cuando le encontré, Controller de la empresa trajeado y además con aptitudes de informático, que parecía hasta importante, y ahora resulta que mi marido va a ser uno de esos coches blancos que conducen con el brazo por fuera de la ventanilla, no te dejan pasar, invaden tu carril, te cierran para que no puedas girar, y encima tienen el privilegio de tener un carril asignado para ellos solos y sus amigos los autobuseros. Pero qué le vamos a hacer, el paro aprieta y hay que buscar soluciones, y desde que decidimos lo del taxi, estamos muy animados, y yo la verdad tengo que decir que me siento muy orgullosa de haberme casado con una persona a la que no se le caen los anillos por tener que recurrir a medidas como ésta después de haber hecho su carrera y de haber formado parte de empresas muy importantes, y que lo único que quiere es poder trabajar honradamente, de lo que sea, pero honradamente.

Así que nada, ya sea gracias a la solución del taxi o gracias a que algún currículum de los que llevamos meses repartiendo le dé por surtir efecto, esperamos que antes de que Abril llegue al mundo su papá pueda decir que ya no forma parte de los parados de este país, y podamos olvidarnos al fin de todo el peso que hemos estado cargando este año.

¿Será verdad que los niños vienen con un pan debajo del brazo? nosotros esperamos que Abril sea más práctica y venga con un buen contrato de trabajo...

No hay comentarios:

Web Statistics