viernes, 9 de octubre de 2009

Una historia real

Hace cerca de 6 años me dejó mi novio. "Lo normal", pensará el lector, "le pasa a todo el mundo", pero para mí fue una experiencia horrible.

Él era una persona egoísta, egocéntrica, frustrado y acomplejado. Y para colmo era mayor. Muy mayor. Cuando empezamos a salir, él tenía la edad que tiene mi marido actualmente, la diferencia es que yo tenía 19 años.

Volcaba todas sus frustraciones en mí, y a lo largo de los años me acusó de un millón de cosas. Estúpida y mentirosa eran palabras que estaban siempre en su boca. "Tú qué vas a saber si no sabes pensar", "tengo que asumir que tengo una novia que es retrasada", "tienes problemas mentales" o "estás siempre buscándome sustitutos para cuando me des la patada" eran cosas que decía de vez en cuando.

La vida le iba mal, francamente mal. Era uno de los mejores músicos que he escuchado en mi vida, pero por desgracia, este mundo no siempre premia el talento, y llevaba cerca de 20 años intentando sin éxito ganarse la vida haciendo lo único que sabía hacer. No sabía ver la vida desde el lado práctico, lo único que quería hacer era tocar la guitarra, así que nunca se preocupó en aprender nada más. Vivía en una casa compartida en el centro en una habitación tan pequeña como mi cuarto de baño, y uno de cada tres meses tenía que atrasar el pago porque simplemente no tenía dinero para pagarla.

Le conocí tocando la guitarra en la estación de metro de Alonso Martínez. "Pretty woman", para ser más exactos. Oí su melodía desde dos pasillos antes de verle, y me quedé absolutamente hipnotizada. Aún así, tardé dos años en darle mi número de teléfono, y en ese tiempo, seguí viéndole esporádicamente en el metro. En la misma estación, en el mismo pasillo, tocando las mismas canciones.

Cuando empezamos a salir yo tenía 19 años, trabajaba en un estanco, vivía con mi familia y lo único que me importaba era quedar con mis amigas y gastarme el sueldo entero en Zara, Bershka o Mango. Escuchaba a los Backstreet Boys, acababa de descubrir lo "mayor" que se sentía una con un cigarro en la mano y mi móvil estaba forrado con una carcasa de las Super Nenas.

Estuve cerca de 2 años durmiendo 3 horas al día, y no es una forma de hablar, me acostaba siempre después de las 5 de la mañana y a las 8 me levantaba. Sola. Él se quedaba durmiendo disfrutando de la vida del autónomo. Me pasaba la vida llorando, absolutamente siempre, desde aquel día que descubrí que se acostaba con su ex-novia de manera regular, y cuando le pregunté por ello me dijo que yo no entendía nada, y que ella era muy importante para él y se lo debía.

Mis ojeras se fueron haciendo más y más obvias, hasta que un día fui a un concierto suyo con mis amigos y todos me dijeron que estaba extremadamente demacrada. Cuando vi las fotos entendí a lo que se referían. Nunca antes me había dado cuenta. Ese día empezó mi lucha contra mi propia fuerza de voluntad para dejar de estar con él, dejar de quererle. Esa lucha duró unos meses, me sentía incapaz de dejarle, me veía completamente vacía sin él, sin su música, sin su vida.

Nunca supe por qué, pero le quería muchísimo, y no conseguí dar el paso.

Pero él, en su falta de inteligencia y de valor por las cosas reales, me lo puso fácil, y un día me dejó. No me dejó sin más, me cogió del pelo, abrió la puerta de la calle, me tiró por las escaleras y cerró gritando que nunca más volviera a llamarle. Y aún así, llorando, dolorida y destrozada, me fui a trabajar y continué mi vida. Después de trabajar quedé con mi prima Julia para ir al cine, y recuerdo que le dije con una sonrisa "estoy hecha un asco, esta mañana no me apetecía y ni me he duchado, pensarás que soy una cerda". No le conté nada, a excepción de que me había dejado, pero nisiquiera quise hablar mucho del tema.

Al día siguiente todo eran llamadas para que volviera con él. Las llamadas se alargaron semanas, y siempre le daba la misma respuesta. No volví con él, pero no fue por lo que pasó la última vez, fue por lo que llevaba pasando 2 años.

Hace más de 5 años de todo eso, y es ahora cuando siento que me he recuperado de todo el daño interno y la inseguridad que me creó, algo que durante los 2 ó 3 años siguientes se manifestaba cada vez que conocía a alguien nuevo. Hoy soy una persona completamente distinta. He viajado, he estudiado, he conocido gente de muchos entornos... ahora tengo una vida estable y plena y una pareja que me adora y no puede explicarse como alguien pudo tratarme así. En resumen, he avanzado, he evolucionado y he madurado, algo que, por lo que he comprobado, no puedo decir de él.

Hace un par de meses cumplió los 40, y de vez en cuando todavía me manda mensajes diciendo que le encantaría verme y que sueña conmigo, pero aún así, llevaba mucho tiempo sin pensar en él.

Pero hace unas semanas, mientras hacía transbordo por los pasillos de Alonso Martínez, escuché una guitarra. Escuché su guitarra. Y pensé en la vida que me esperaba a su lado si hubiera seguido estos 6 años con él. Y sonreí al descubrir lo lejos que estoy de todo aquéllo...

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