El caso es que estar tan cerca de otras madres o abuelas y ver su comportamiento con respecto a los niños es algo que me pone enferma, pero enferma enferma de verdad por varios motivos.
El primero. A ver, no entiendo por qué las madres y/o abuelas (porque a veces son las dos a la vez) tienen que estar constantemente pegadas a su culo como si el niño fuera a caerse todo el tiempo y ellas tuvieran que estar allí para evitar el desastre. Vamos a ver señora, deje al crío a su bola jugar con otros niños que para eso ha venido, esque no entiendo esa obsesión por estar detrás de él sin dejarle su espacio, leches, que si se cae ya irás a socorrerle, pero eso de que el niño decida pulular por ahí y tú tengas que estar a medio metro a la redonda de él es algo que me enferma, y además esas madres tan obsesivas son controladoras en potencia y seguramente terminarán llorando por las esquinas en un futuro cuando su hijo se vaya de casa porque se habrán acostumbrado tanto a tenerle siempre a dos metros que no sabrán vivir sin él.
Lo veo a diario en mi vecindad, esas madres que son incapaces de disfrutar en la piscina porque tienen que ser la sombra de sus hijos y si su hijo decide darse una vuelta entera a la piscina no se pueden quedar en la toalla tranquilamente dejando al niño a lo suyo y vigilarles desde allí, no señor, tienen que ir a medio metro del niño no vaya a ser que se tropiece con un algo que haya por allí y se vaya de cabeza al agua y no estés tú allí para salvarle la vida heróicamente. Me crispa los nervios esa gente, de verdad, deja al niño a su bola que cometa sus propios errores y que aprenda por sí mismo que si haces el cafre te haces daño.
Segundo motivo de hinchamiento de vena: la madres/abuelas que están dando el coñazo constantemente al niño adivinándole el futuro.
Ejemplo de hoy: abuela detrás de un niño de unos 3 años que "intentaba" jugar (nota: el niño se llamaba Izan, así que partimos de la base del tipo de familia de la que hablamos, porque a cualquier persona que llame a su hijo Izan las autoridades deberían retirarle inmediatamente la custodia del pobre crío, pero es así, mi zona está llena de catetos que van de modernos y el nombre "Izan" se ha puesto muy de moda. Porque si eres cateto, llamas a tu hijo Pedro o Antonio, si eres moderno, llamas a tu hijo Luca o Marco, pero si eres "cateto-que-va-de-moderno" llamas a tu hijo Izan o Iker. Aunque bueno, casi mejor una madre que llama a su hijo Izan que ponerle a tu hijo el nombre que le hubiera puesto tu vecina si su hija hubiera sido niño sin decirle que le vas a robar la idea, la verdad...):
Abuela: ¡Iiizan, despaaaacio, que te vas a caer! ¡Iiiizan, no vayas por ahí hijo, que eso está muy sucio! ¡Iiiizan, despaciiiito, despaciiito! ¡Iiiiiizan, que te vas a caeeeeer, por ahí no! ¡¡Iiiizan, más despacio hijo, que te caes!...
Sí claro señora, su nieto, que tiene 3 años, está preocupadísimo de no ensuciarse y cuando usted le dice que tenga cuidadito que está andando demasiado rápido, el niño inmediatamente razona su porcentaje de razón, analiza las consecuencias de caerse a esa velocidad y entonces hace un balance de qué le compensa más, si ir por el lado salvaje de la vida y acabar siendo un descarriado, o andar tranquilamente a paso lento por la zona de juegos del parque, abrazando así la seguridad y la prevención y acogiéndose a una vida saludable, feliz y sin desagradables sorpresas inesperadas.
Por supuesto y como es lógico, a Izan lo que le decía su abuela se la sudaba mil, porque eso es lo que consigues cuando eres tan histérica y tan tremendamente plasta, que tus hijos se acostumbren a que eres así y no te hagan ni caso. Aparte de que el niño tiene 3 años, leches, no esperará que razone inteligentemente al respecto de las tonterías que usted dice. Y además el niño esque ni se caía ni nada, qué se va a caer, si el pobre crío estaba simplemente paseando, ni se estaba subiendo a nada, ¡como para decirle a la abuela que se quiere subir al castillo-altura-de-cuarto-piso al que se estaba subiendo mi hija!.
Y de verdad, esque no lo entiendo, cuando yo era pequeña para empezar nos íbamos al parque solos, no tenía que venir la abuela a vigilarnos, para seguir, si venía la abuela, se quedaba en un banco haciendo cosas de abuela, es decir, charlando con las demás abuelas pasando de nosotros como de la mierda a menos que les llegara el olor a sangre, y para seguir, nosotros hacíamos el cafre como los que más, porque ¿quién no se ha tirado de un tobogán de cabeza, o quién no se ha puesto bocabajo en un arco, o quién no ha saltado desde un columpio? ¿y qué? pues si te tenías que abrir la crisma te la abrías tranquilamente y no pasaba nada. Pero ahora no, ahora tirarse de un tobogán es una acción completamente estudiada con unas estrictas normas a seguir, vamos, que esque hoy hasta había un padre ahí organizando la cola de niños, ¡que mi hija se ha tirado desde uno de mayores y con lo poco que pesa ha llegado al suelo totalmente patas arriba (partida el culo, claro) y la señora que estaba al lado mío por poco se saca el rosario ahí para rezarlo por favor, la tía ahí hablando para sí misma "¡ay esa niña por Dios que se cae! ¡¡ay ay ay!!"!. ¡Venga ya señora, si la niña se cae está su padre detrás para socorrerla!, y vamos, ni que se hubiera tirado de un quinto piso en patines, ¡¡que es un tobogán por favor!!.
Esque no puedo, no puedo entender esa nueva moda de ver todo como un peligro, ¡deja que el niño se escoñe que ya aprenderá!. Es más, yo (y aquí es cuando a partir de ahora todo el mundo opinará que soy una madre malísima horrible asesina y psicópata) hasta dejé una vez que mi hija se quemara con una llama porque le dio por jugar con un mechero y metérselo en la boca y apretar el botoncito del gas y lloraba como una condenada si se lo quitaba, así que dije "¿sí? pues vas a ver lo que hace este aparatito del demonio". Y mira, funcionó.
De verdad, no entiendo en absoluto esta nueva forma de paternidad que consiste en sentirse un padre malísimo si no vives al cien por cien para tu hijo y dejas a un lado todas tus necesidades de persona normal como es disfrutar tranquilamente de una conversación en un parque, pasar tiempo a solas con tu pareja o hasta sentarte en el asiento del copiloto en tu propio coche (no vaya a ser que al niño le dé un ictus si no te sientas a su lado). Uno de mis adorables vecinos incluso me llegó a echar en cara con toda su jeta que mi hija se cortó el dedo con una lata de Coca Cola porque la llevaba en brazos y llevaba la lata en la otra mano y en un despiste la niña quiso agarrar la lata y se cortó. ¡Por Dios, qué osadía la mía, qué madre tan terrible soy que expongo a mi hija a peligros tan violentos! ¡menos mal que ahí están ellos para recordarme lo poco que quiero a mi hija que la paseo al ladito de una sierra mecánica!.
No puedo, no puedo con ello. Acúsenme si quieren de ser insensible, de no querer a mi hija lo suficiente, de pasar de ella, acúsenme de todas las cosas que me acusaban hace poco más de un año, acúsenme de ser mala madre si quieren, pero no, desde luego para vivir la vida así no cuenten conmigo...
Aquí van algunas fotos de ese lugar demoníaco en el que la amenaza acecha en cada rincón y mi hija totalmente consciente de los peligros a los que estaba expuesta ...