Así que este año la vamos a pasar con vistas a kilómetros y kilómetros de paisaje verde. Cenaremos cosas súper ricas que cocinaré yo misma unos días antes y beberemos champaigne (no champán, no señor), todo ello en una manta extendida en el suelo delante de una preciosa chimenea. Y por supuesto vestidos de gala, que el lujo no está reñido con la vida rural en absoluto. Lejos de las tracas, de la música y los gritos de los vecinos hasta las mil de la mañana y lejos también de los programas resumen del año y de los especiales rodados en agosto.
Esta Nochevieja la pasaremos mi marido, mi hija y yo rodeados de silencio, de paz y de calor en esta preciosísima habitación...

...y que se mueran de envidia los que el año pasado me dieron la espalda.
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