viernes, 6 de noviembre de 2009

Mis viernes

Hace unos años, cuando vivía sola, tenía una norma que no me podía saltar, todos los viernes tenía que hacerme a mí misma un regalo. Era como un autopremio con sus propias reglas, aunque en realidad tenía una única regla: el regalo lo tenía que disfrutar yo, los regalos de los viernes eran míos y para mí.


Estos son algunos de ellos. No espero que nadie lo entienda:

- Ir al cine a la primera sesión, con la sala vacía.

- Embadurnarme en algún exfoliante. Encerrarme en el baño para darme todas las cremas que tenía a mano.

- Darme un mini capricho de pastelería, de esos que por entonces nunca podía darme. El más frecuente, una súper napolitana gigante de chocolate que vendían cerca de mi casa. Porque yo lo valgo.

-Leer toda la tarde, leer en papel. Mi autoregalo de lectura favorito, "Las nueve revelaciones".

- Darme un baño de burbujas con un paquete de Chesterfield y un té a mi lado. Puro placer de viernes.

- Volver a ver "Cantando bajo la lluvia" una vez más, permitiéndome el lujo de repetir la escena de "Make them laugh" tantas veces como quisiera. Era viernes y era mi regalo, sin remordimientos.

- Dedicar tiempo a rebuscar entre todos mis discos una de esas canciones que hace muchísimo tiempo que no escuchas pero que en su momento te hacía volar, y escucharla con los ojos cerrados, sin hacer nada más. Y volver a elevarme...

- Dar un largo paseo por Chamberí. Ese barrio tan encantador, un barrio color sepia, un barrio con vistas...


Hace mucho tiempo, muchísimo, que dejé de hacerme mis autoregalos, porque mi vida empezó a progresar y ya no necesitaba llenar un vacío. Ahora mi vida está completa, pero echo de menos algunas cosas que eran mías, solo para mí, y haciendo balance de todas esas cosas, mis autoregalos eran mi placer solitario favorito. Y he decidido retomarlo.

Y hoy es viernes. Apago el ordenador. Comienza mi regalo.


Por cierto, tengo el Copyright, pero puedo prestar el concepto...

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