Ayer tuve mi primera experiencia en una cabalgata desde el otro lado de la historia, como madre.
La verdad que la cabalgata del pequeño pueblecito donde vivo no es gran cosa, más que una cabalgata (o lo que una persona como yo, acostumbrada a la de Madrid, entiende como tal) era más bien un desfile de tractores con los niños del colegio tirando confeti. En vista de que no nos caían más que pequeños papelitos de colores, durante 1 hora tuve complejo de los típicos abuelos de la cabalgata que matan al que haga falta para coger caramelos, y cada vez que pasaba un tractor me ponía a gritar "¡¡¡CARAMELOS!!! ¡¡¡CARAMELOS!!!", olvidándome por completo de que ahora vivo en un pueblo y todo el mundo se conoce, con lo que seguramente, la próxima vez que entre en la farmacia, el veterinario o que pasee por la calle, la gente cuchicheará a mis espaldas "esa es la loca de la cabalgata".
En mitad del desfile nos dimos cuenta de que nos habíamos puesto en el peor sitio por dos motivos, el primero, estábamos ya al final de todo el trayecto, con lo que los niños que veían a una cafre gritar desde abajo que me dieran caramelos me miraban con miedo y me decían "ya no me quedan, lo siento", con lo que me hice mi nota mental del año que viene ponerme más cerca de la salida, y el segundo motivo por el que nuestro sitio era el peor: estábamos un pelín antes de la esquina, con lo que todos los tractores se paraban justo en nuestra cara esperando a que el de delante hiciera el giro, con lo que chupé más gasolina que mi coche en un trayecto de aquí a Cuenca. Vamos, que toda esta semana cada vez que estornude va a salir confeti y un litro de gasoleo.
Al final entre los cuatro nos llevamos una media de 10 caramelos por persona (recuerdo con nostalgia esas épocas en las que no había crisis y te volvías a casa con dos bolsas llenas de caramelos, *sight*), 3 caramelazos en toda la cara (incluyendo a Abril, que estaba tan contenta aplaudiendo y depronto me doy la vuelta y la veo cubierta en lágrimas, con lo que intuyo que a ella también le dieron), a mí me colaron uno en el escote y aparte de mis 10 caramelos me llevé a casa la sensación de que los niños de hoy no tienen vergüenza, porque la niña de unos 9 años que estaba a mi lado se entretenía gritándole a su amiga, que estaba justo enfrente: "¡¡OYEEEE!! ¿¿SABES DÓNDE ESTÁN LOS REYES?? ¡¡EN COMISARÍA PORQUE NO TIENEN PAPELES!! ¿¿Y EL NIÑO JESÚS?? ¡¡DE BOTELLÓN!! ¿¿Y LA VIRGEN?? ¡¡TIENE UNA ORDEN DE ALEJAMIENTO!!". Yo no sé qué nos queda con esta juventud.
Vamos, que como experiencia muy bonita ver desfilar los tractores de mi pueblo cubiertitos hasta arriba de publicidad de Pinturas Paco, Talleres Pedro etc (aprovechando), pero mi hija lo de ver a los Reyes como que le refanfinflaba bastante, a ella lo que le moló fue tirar a su madre del pelo durante las 2 horas intentando cazar algún que otro trocito de confeti, y ya cuando le dieron su globo de Caja Asturias fue cuando la hicieron feliz del todo. Ya ves, tú ahí como una histérica "¡¡¡ADIÓS GASPAR, ADIÓOOOS!!!", y tu hija ahí pasando del tema.
Esta mañana los regalos han sido todo un éxito, ha jugado con todos sus juguetes y ha flipado de encontrarse el salón lleno de cosas. Su favorito, las frutas de madera que vienen partidas por la mitad con un velcro en medio, su cuchillo y su tabla para que aprendas a cortar tus frutas y tus verduras. Mi favorito, la banda sonora de Phineas & Ferb, por supuesto.
En fin, que el año que viene iremos otra vez, estudiando estrategicamente el sitio, a ver si con un poco de suerte la crisis aprieta menos y nos volvemos a casa con unos cuantos caramelos más.
Felices Reyes a todo el mundo.
Hace 10 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario