viernes, 20 de mayo de 2011

Más fuerte que yo

Tengo que hacer una confesión al mundo, todos tenemos nuestros pequeños vicios escondidos, pero yo necesito sacar el mío al exterior, corro el riesgo de que todo el mundo me juzgue, pero no puedo soportarlo más, necesito sacarlo:


¡¡¡Siento un ardiente deseo de borrar las horribles pizarras que nos descubren el menú del día de muchos bares y restaurantes!!!


Sí, lo deseo locamente, abrir mucho mi mano y extenderla, con un movimiento rítmico y constante, contra una de esas horribles pizarras con cocinerito al lado, cuanto más grandes son y cuantas más cosas llevan escritas más me tiran y menor es mi control, ¡¡quiero borrar, borrar, borrar, borrar, borrar!!.

Pero la culpa no es mía, que alguien le diga a los hosteleros españoles que eso es prehistórico y que existen otros métodos publicitarios para sus baratos y sabrosos menús, no sé, hojitas imprimidas, luminosos, internet, folletos en los coches o buzones, teléfono, teledifusión, señales de humo, silbidos, coches de empresa con megáfono, un tío vestido de pollo en la puerta...

Algún día lo haré, iré al infierno pero lo haré, y miles de obreros entrarán en el bar sin tener ni idea de lo que van a comer hoy, y entonces tendrán que pedir la carta y tardarán mucho en decidirse, con lo que el bar se colapsará, el camarero no dará a basto y la gente se mosqueará porque tienen prisa por irse a currar y no les traen el segundo plato a tiempo, con lo que es probable que un 62.3% por ciento de los obreros del bar no vuelvan al día siguiente, el bar no tendrá los ingresos esperados y no tendrá dinero para modernizarlo, con lo que adiós a la idea de actualizar su manera de anunciar su menú. Pero aún así, aunque mi Pepito Grillo interior me machaque durante el resto de mi vida, antes de morir lo haré... ¡lo haré!.





Uf... ahora me siento mucho mejor...

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