jueves, 9 de junio de 2011

The simple life

Recientemente he estado pensando en todas las maneras posibles de sacarle todo el partido posible a mi casa, algo que sin tener un duro, como es mi caso, es todo un reto, porque si hay algo que mi casa necesita es dinero, necesita dinero por todos lados. Así que he estado pensando en lo fácil que es la vida para la gente con dinero, no necesariamente para la gente con muchísimo dinero, si no simplemente la gente con más dinero que yo, que no es que estén bollantes, pero que no pasan penurias y que pueden decir "¡oye, pues se me ha ocurrido una idea para mi casa, me voy al Ikea y me gasto 500 euros!".

Total, que pensando en todo lo que yo haría con mi vida y con mi casa si pudiera hacer eso, me he planteado qué haría con mi vida si depronto me llamara mi abogado (que no tengo, pero ésta es mi fantasía y en mi fantasía tengo un abogado que me llama) y me dijera que resulta que soy la única pariente viva de la Princesa de Zamunda y que resulta que ha pasado a mejor vida y me deja su fortuna, lo cual veo más probable a que me toque la primitiva, porque no echo nunca jamás menos algún día suelto que veo un ciego y me viene la inspiración y le compro, pero tampoco eso suele ocurrir. Debe ser que me va muy bien en el amor.


El caso es que si fuera súper-mega millonaria, tengo claro que me iría de España, no porque no me guste mi país, si no porque cuando viajas te das cuenta del país tan bananero en el que vivimos y lo bien que se vive en otros lugares.

Yo personalmente me compraría una casa en un pueblo pequeño del sur de Estados Unidos, seguramente en Pasadena, Palo Alto, Sausalito o en alguno de las ciudades pequeñas de al ladito de San Francisco. Sería una casa grande, como la mía, pero con una parcela enorme sólo para mí y mi pared no tocara con ningún vecino y sus dichosas canicas del piso de arriba.

La parcela sería enorme, y tendría un árbol grandísimo al lado del que pondríamos un cenador y nos sentaríamos por la noche a cenar (bonita redundancia).

Mi casa tendría una cocina muy grande, con una mesa de esas para cocinar en todo el centro, una nevera del tamaño de mi actual cuarto de baño y muchas ventanas. Y sería cuadrada, porque odio la manía de las nuevas generaciones de arquitectos que les ha dado por hacer las cocinas alargadas. No, la mía sería cuadrada.


El salón sería también muy grande y muy cuadradito, pero no de esos enormes que salen en las casas de los ricos esos que enseñan sus casas en la tele, mi salón tendría poco más o menos las cosas que tiene mi salón actual, con mi mesa del ordenador y tal, pero grande, con más espacio, y un sofá que se derritiera como mantequilla cuando te sentaras en él.
Casi toda la pared de detrás del sofá sería acristalada, así con cuadraditos blancos, y tendría vistas a mi precioso árbol centenario.

Arriba estarían las habitaciones, y la mía tendría una cama king-size con un montón de almohadas. El suelo sería de moqueta marrón y tendría una de esas mesas con espejo para quitarte el maquillaje y peinarte (por supuesto en mi vida soñada tendría una melena a lo Sirenita y no la fregona que tengo por cabellera, y tampoco tendría la cara del borrego del suavizante).


Tendría al menos tres habitaciones más a parte de la nuestra, para poder tener una inmensa prole, y el cuarto de Abril sería mucho más grande de lo que es ahora pero estaría pintado y decorado exactamente igual, verde manzana, moradito y con los juguetes justos.


Arriba tendría una buhardilla como la que tengo pero nunca haría especial frío ni calor, se estaría súper agustito, y la mitad la llenaríamos con todos los juguetes de Abril, incluyendo un caballito de madera, una mini piscina de bolas y un castillo de princesas hecho de tela, y en la otra mitad tendríamos un súper-mega piano de cola, una mesa de billar, un proyector para ver súper pelis y una mega mesa de ordenador. Y por supuesto lo tendríamos todo recogidito y no sería un estercolero. Eso no te lo da el dinero pero ya me las apañaría.

Abajo tendríamos un sótano al que llegaría toda la ropa sucia que tiraríamos por un tubo desde el pasillo del piso de arriba (mi madre lo tiene, mola muchísimo), y estaría todo puesto para la lavandería. Y tendríamos un cacharro de esos que te medio plancha las camisas, que para eso soy la heredera de la Princesa de Zamunda: yo no plancho.

Mi jardín enorme tendría muchísimas flores y una cabaña súper chula en un árbol (no en mi árbol centenario, en otro), y nosotros no subiríamos nunca porque se lo dejaríamos a Abril y sus hermanos/as para que tuvieran sus secretos.

Por supuesto tendría una piscina enorme que tuviera el agua a temperatura de la sopa de mi abuela, porque no me gusta la sensación de tirarte al agua y decir "¡JJJAAAAAAAARRRRRLLLLL!!!!", y estaría rodeada por hamacas y sombrillas de esas de brezo.

Por supuesto viviríamos con Juno, la hija del demonio y dos o siete galgos, tendríamos un acuario en... el baño, por ejemplo, que se limpiaría sólo y no sería un coñazo de mantener.

En la entrada de mi preciosa casita tendríamos un sillón-columpio de esos de toda la vida desde donde por las noches se vería la luna y me sentaría con mi maridito a tomarme un té y a disfrutar del amor y de la paz.


Mi marido tendría su propia y exitosa autoescuela, y yo haría un millón de cursos de decoración de interiores y después montaría también mi negocio. Abril iría a un colegio público donde no tuviera que llevar uniforme y donde los profesores hablaran asiduamente con los padres y no te dejaran a tus movidas alegremente.



Y esa sería mi vida perfecta, que es utópica, pero qué quieren que les diga, de vez en cuando necesito estos viajes extra-corpóreos para mantenerme firme.


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