martes, 29 de noviembre de 2011

Mi melena, mi laaaaarga melena...

¿¿Alguna vez alguien ha visto cómo se cerraban las puertas del ascensor desde dentro, a lo lejos ha visto a alguien correr para alcanzarlo y se ha hecho el/la loco/a para no esperarle??.


Yo sí. Muchas veces.


Pero qué le voy a hacer, trabajo en un edificio con muchísimos trabajadores donde todos entramos más o menos a la misma hora, pillar el ascensor para ti solita es todo un lujo, pero en realidad es lo que todos queremos: hacer nuestro trayecto en ascensor sólos para poder mirarnos al espejo descaradamente.


Total, que cuando consigo disfrutar de ese privilegio, me miro y me remiro, me doy todas las vueltas que el corto trayecto a la cuarta planta me permite, y por supuesto, admiro mi ya-no-tan-nuevo corte de pelo que me súper-mega encanta mil y con el que considero que he ganado en comodidad, sex-appeal, modernidad y elegancia.


Pero eso sí, siempre que me fijo en mi corte de pelo en el espejo admirando lo estudiado y personalizado de sus capas, no puedo evitar decirme a mí misma "vaya, ya no voy a poder vender mi melena como Jo". Todas las señoritas cultivadas que me lean sabrán a qué me refiero.





Mi abuela me regaló hace como un millón de años un pack película-libro de Mujercitas (recuerdo que yo la llamaba "Mujerzuelas" sin saber lo que significaba y mi abuelo decía "¡¡Carmen, la nena está hablando de una peli que ha visto de mujerzuelas!!"). Vi la peli, y me encantó. Y entonces decidí leerme el libro. Ahora no tendría nada de peculiar, pero recordemos que yo por aquel entonces SÓLO leía la Súper Pop y el libro más gordo que me había leído en mi vida era uno de esos de "Elige tu propia aventura", que como vas saltando páginas te lees prácticamente la mitad. Y ahí está, tu primer ejemplar de Mujercitas en tus manos. Lo habré leído, no sé, 15 veces. Eso sí, sólo mis partes favoritas.

Pero cuando pienso en el libro, lo primero que me viene a la mente es Jo vendiendo su pelo. Un pelo largo, negro y brillante que todo el mundo admiraba. Y esque yo siempre he querido ser Jo, aunque sabía que yo no era como ella para nada. La hermana culta, lista y fea y feliz de serlo. Aunque yo tampoco me sentí nunca guapa como Meg, ni dulce como Beth, ni superficial como Amy. Yo quería ser Jo. Igual es porque era la protagonista y resulta que todas las niñas leídas del universo han querido ser Jo, puede ser. Pero recuerdo como Jo vendió su pelo, y al llegar a casa, con su pelo corto, lo único que se le ocurrió a su madre (Susan, mi diva) fue decir: "¡¡Jo, tu pelo, tu única belleza!!".

Vamos, será posible, tu hija, pensando en el bienestar de tu familia que se está muriendo de hambre porque tu marido está en la guerra, ha sacrificado su melena para que podáis comer, ¿y lo único que se te ocurre es decirle eso?, ¿no te parece que eres un poco asquerosa?. La pobre Jo.



(¡¡por favor ese buzón!! ¿¿cómo no vas a ser súper-mega creativa y feliz con un buzón así??)



En fin, que yo no voy a tener ese problema porque ya me he cortado mi preciosa melena y no voy a dejar que crezca durante muchos, muchos años porque mi corte de pelo me súper-mega encanta, me hace sentir muy favorecida y por primera vez en muchos años puedo pegarme el lujo de dormir sin coleta.


Mi madre aún no me ha visto sin mi larguísima melena, pero espero que cuando me vea (si esque me ve algún día, porque a este paso no lo veo nada claro) no me diga "¡Pati, tu única belleza!", porque cogeré el libro de Mujercitas y se lo tiraré a la cabeza. O mejor, la cinta VHS.



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