lunes, 5 de marzo de 2012

Cosas que me fastidian trillones

La vida mola, la vida mola mil, pero hay pequeñas cosas que nos sacan de quicio y que nos hacen el día a día un poquito más irritante. Prácticamente todas se podrían solucionar con un poquito de respeto hacia el prójimo y tener más en cuenta al de al lado, pero algunas otras son cosas que co-habitan con nosotros y de las que no podemos huir.

Aquí os dejo en este soleado lunes algunas de las cosas que me hinchan la vena del cuello:


- Que me hablen cuando estoy hablando por teléfono. A ver, soy recepcionista, ya sé que no puedes vivir sin mí y necesitas decirme cosas súper-mega urgentes como que me devuelves mi cable de red o que si tengo una sala para tu reunión inminente. Pero esque resulta que yo, aunque tenga dos orejas y sólo tenga ocupada una con el auricular, eso no quiere decir que la otra esté libre para escucharte a ti. Cuando me hablan mientras hablo por teléfono, no sólo consiguen que pase de ellos y les enseñe muy amablemente la palma de mi mano, si no que además consiguen desconcentrarme por completo de la conversación que estaba teniendo. Pero vamos, que aunque yo tuviera mis dos hemisferios cerebrales muy desarrollados y fuera capaz de escuchar a dos personas a la vez contándome sus problemas, me seguiría pareciendo una falta de consideración y de sentido común.

- "¡Caja abierta! ¡Pasen por aquí en orden, por favor!", y ahí van todos los que estaban los últimos en plan estampida. Me pone enferma.

- Que le digan a mi hija que se quite ya el chupete. Me tiene hasta las pelotas la gente con este tema. Mi hija tiene dos años y suele usar chupete porque le gusta, estamos en proceso de eliminación pero suelo llevar siempre uno encima por si surgen rabietas, que pueden ocurrir perfectamente porque está en la edad. Una una vez que le pones el chupete se acabó la rabieta y todos tan contentos, ¿qué hay de malo? pues nada, absolutamente nada. Vamos, que ya me gustaría a mí que mi hija razonara perfectamente y yo pudiera explicarle que hay que ir quitándose ese hábito ya, pero no es así, con lo que tiempo al tiempo, estamos en ello, déjennos hacer las cosas a nuestro ritmo y no me vengan con el rollo de que deforma los dientes, porque yo me chupé el dedo compulsivamente hasta los 9 años y tengo una dentadura que fui por primera vez al dentista con 25 años y me dijo que nunca había visto una dentadura igual en 30 años de profesión, y muchísimo menos en una persona que no había ido al dentista (oh, soy tan guay...). Así que dejen de tocarle la moral a mi niña conque se quite el chupete que ya lo hará ella cuando sienta que puede dormir agustito y tranquilizarse sin él. Y sobre todo, ¡no me digan lo que tengo que hacer como madre, leches!.

- "¡Uuuuyyy.... eso que estás comiendo engorda muchísimo...!!".
¡Que te vayas a la mierda y me dejes comer mi plato de pasta agusto, hombre ya!, ¡¡y gorda tu madre!!

- Que las mujeres con mucho pecho sean siempre el blanco de todas las bromas, las risas y las mofas. "Si fueras pelirroja y con pecas se hablaría de tus pecas, pero hija... no sé qué esperas", me dijeron una vez porque escuché por error una broma muy, muy, muy desagradable sobre mí. Y encima me tengo que aguantar y asumirlo y hasta tomármelo con humor.

- La gente que habla fatal de sus hijos y te dice que esque son unos terroristas o que son muy impertinentes o que quieren siempre que le compres el juguete más caro y te dicen por eso que mejor que no tengas hijos. ¿No será que tu hijo es un imbécil porque tú no le dedicas el tiempo que necesita y no te esmeras en educarle? no sé, se me ocurre...

- Los golpecitos en la pared de los vecinos. Vale, hacemos ruido, sí... pero vamos, lo normal y como TODO EL MUNDO, tampoco montamos fiestas con tam-tams. Vale que el otro día Abril se puso a intentar mover su moto muy temprano y daba golpes en el suelo sin querer, pero vamos, ni que nos hubiéramos tirado una hora con los golpes, pues ya teníamos al de abajo dando golpecitos (golpecitos suaves con cariño y amor y con respeto, no como el omínido de mi ex-vecino de al lado), pero vamos, que cuando a las 12 de la noche su niño se pone a dar voces pues yo me aguanto y me callo y no me hirve la sangre tampoco, me lo tomo con naturalidad, que todos somos humanos y yo paso de estar siempre pendiente del vecino. Claro que hay que tener consideración y no hacer ruidos que puedan molestar al de al lado, claro que sí, pero eso de que a la mínima te llamen la atención me pone histérica, porque todos hacemos ruido fuera de horas, todos todos todos, así que vamos a ser un poquito flexibles, ¿no?.
La próxima Villa Farfalla será un chalet independiente como el de mis cuñados, que nos pusimos en Nochebuena a tocar la batería a la 1 de la mañana y a hacer solos de guitarra eléctrica y todos tan felices. Y pasaré de estos rollos, de verdad...


- Que los edificios de oficinas de hoy en día estén diseñados para que las ventanas no se abran. Ya es algo cotidiano para mí que la gente cuando entre por la puerta diga "¡uy, huele raro!". No es que huela raro, esque este edificio no se ventila en la vida jamás, ¿cómo no va a oler "raro"?. Y ni hablarte de las reuniones multitudinarias en una sala...

- Los que no ponen el intermitente para meterse en tu carril y, por ello, van arrasando. Los que se mosquean porque has dejado a alguien meterse delante tuya y te pitan. Los que se desesperan en los atascos y se les queda pegada la mano al claxon (solucionando así el atasco, por supuesto). Los que se ponen a 60 en una carretera de 120 porque van a tomar una salida. Los ciclistas que van de negro por la noche sin luces y sin chaleco. Las motos, que les encanta lo agustito que se está en nuestro ángulo muerto. Las calles en las que ya das por hecho que no vas a poder circular por el carril derecho porque sabes que habrá treinta coches en doble fila porque sí. Los que adelantan por la derecha a 150 que ni les ves venir. Los conductores cabreados y los alelados, en general, que para cabreada y despistada ya podría estar yo y sin embargo me controlo y soy una conductora ejemplar y respetuosa.

- La gente a la que le fastidian los niños y los perros. Pues sí, los niños tienen mocos y los perros sueltan pelo, pero me dan las suficientes alegrías como para que eso sea algo totalmente insignificante, he ido con el jersey lleno de mocos y de pelos y he sido súper feliz, no me importa. Me pone súper enferma que la gente sólo vea eso cuando ve niños y animales. Superficialidad absoluta.

- Que se me fastidie la pintura de una uña después de pintármelas, que se me haga una carrera en la media según llego al trabajo, que se me enganche una pulsera y se me rompa, vestirme toda mona y depronto darme cuenta de que no tengo zapatos que me peguen con lo que llevo..... en fin, todas sabéis de qué hablo.

- Que algún antiguo compañero de trabajo, de instituto, de colegio o de lo que sea me contacte por Facebú con mucho énfasis y mucho entusiasmo por saber de mí y en cuanto le cuentas que estás casada no vuelvas a saber nada de él en la vida (me ha pasado muuuuuchas veces...).


Y éstas, entre otras muchas cosas, hacen que la vida sea bastante más cargante de lo que ya de por sí es. Menos mal que hay otras muchas cosas con las que también convivimos que son súper chachis y hacen que el día a día sea más bonito y más fácil, así que para que esto no sea sólo un mar de quejas y de amarguras, próximamente haré una lista de las cosas que más me hacen sonreír.

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