miércoles, 4 de abril de 2012

Lluviosos días de Semana Santa

La Semana Santa siempre me ha intrigado mucho. Hay muchas cosas que no entiendo en absoluto, será quizá porque nunca he ido a una procesión más allá de ir a pasear un domingo al Rastro, que la verdad es que debe haber poca diferencia.





El caso es que siempre me ha llamado mucho la atención cómo la gente puede vivir tanto algo que para mí desde luego es lo más lúgubre que existe, unos tíos ahí encapuchados, otros tantos debajo de la madera ésa dejándose la vida y tomándoselo como un orgullo, esas Vírgenes amarillentas y llorosas rodeadas de oro y de flores, esa gente que se fustiga o, peor aún, esos filipinos que se clavan en la cruz..., no sé, reconozco que es algo que no me entra mucho en la cabeza, pero supongo que es cuestión de cultura y que a mí mis padres no me han metido mucho en el mundillo de las procesiones que se diga. Para mí la Semana Santa siempre ha significado un descanso cortito que de pequeña me servía como un trailer de lo que iba a ser el verano y de mayor poco más es para mí que cuatro días de fiesta por la patilla.






Sin embargo la gente lo vive, lo vive muchísimo, y yo, que soy una apasionada de intentar ponerme en la piel de los demás para entender cosas que de primeras se me escapan, pues me he documentado para ver qué es eso que ven y que a mí se me está pasando. Y éstas son algunas de las cosas que me llaman la atención:



- Hay un montón de términos que se me escapan, vamos, que para poder entender un texto entero sobre la Semana Santa hace falta un diccionario Español-Semana Santa / Semana Santa-Español. ¿Qué es exactamente una cofradía? ¿y un Palio? y más allá del vocabulario... ¿qué significan los colores del traje de los nazarenos...?.


- Por favor, no aplaudan, esto no es el Roland Garros. No hagan fotos con el I-Phone, esto no es un concierto de U2. Señores, estamos ante una fiesta religiosa para la que las ciudades se llevan preparando un año entero, realizar cualquiera de las dos acciones citadas le delata de inmediato como turista. Mimetice, por favor.


- Puede que no haya llovido en todo el año y que todos llevemos tres meses dándonos calambres unos con otros de pura sequedad en el ambiente, sí, pero en Semana Santa llueve. Fijo. Es cuestión del ciclo lunar que marca las fechas. Este hecho convierte la Semana Santa de todos los años en un thriller psicológico donde todo puede dar un giro inesperado, ¿saldrá...?, ¿no saldrá...?.


- Una vez que se entra en una procesión, hay que hacer exactamente igual que cuando nos vuelca una ola: dejarnos llevar y no pretender luchar contra el mar. Si en algún momento se nos levantan los pies del suelo no hay que asustarse, hay que dejarse llevar y esperar a que todo acabe. Y entonces será el momento de sacar el I-Phone para volver a reunirnos con nuestros acompañantes y preguntarles dónde exactamente les ha llevado la marea.


- Si queremos tomar algo después de la procesión, todo estará abarrotado. Recordemos que estamos ante algo que sólo ocurre una vez al año, como comerse un bocata de calamares en la Plaza Mayor el día de Navidad: tendrá que ser de pie. La Semana Santa es vertical, para todos excepto para los costaleros, pero es vertical, asumámoslo.


- Si pensábamos que no habíamos visto esmeraldas como las de la alfombra roja de los Oscars o las del Topkapi, era porque aún no habíamos visto las de la Macarena.


- La gente llora. Algunos no lo entendemos, pero la gente se emociona mucho. Pero qué demonios, yo lloré desconsoladamente cuando oí a Michael Bublé cantar Song for you a capella y sin micrófono enfrente mío o cuando James Taylor apareció de la nada sin que siquiera se apagaran las luces, no soy quién para juzgar las lágrimas.




La Semana Santa es una fiesta religiosa. Puede que yo no entienda muy bien eso porque yo no he recibido una educación cristiana y porque en mi ciudad no se hacen procesiones como para haber podido observarlas a lo largo de los años hasta entender su sentido, pero reconozco que después de mucho leer sobre ella puedo llegar a ponerme en la piel de alguien que vive mucho un acontecimiento y para el que es muy importante poder disfrutar de él cuando llegue el momento.

Lamento mi ignorancia por no ser capaz de ver más allá de un montón de tíos disfrazados de Ku Klux Klan que van descalzos y de otros tantos que se rompen la espalda por algo que perfectamente podía ir con ruedas. Sí, soy una ignorante. Pero también reconozco que tengo un profundo respeto por las pasiones de los demás siempre que éstas no consistan en hacer daño a nadie (como el fútbol, que como hemos ganado nos subimos a la Cibeles y nos la cargamos).




Así que disfruten, disfruten de la Semana Santa en Sevilla, Málaga, Murcia o Zaragoza, vivan su ilusión dentro de lo que las circunstancias meteorológicas le permitan, lloren ante La Dolorosa o el Jesús Sacramentado, disfruten de los días que el año dedica a su devoción. Los ignorantes como yo observaremos desde la barrera y les cederemos el paso para que den rienda suelta a su veneración....











(... yo que soy muy americana, me quedo con la tradición de estos días de pintar y esconder huevos de Pascua...)

No hay comentarios:

Web Statistics