jueves, 19 de abril de 2012

Pedaleando un mes después

El tiempo ha pasado y mi actitud a la hora de montarme en la bici de spinning con respecto al principio ha cambiado mucho.

Mi primera meta a corto plazo era aguantar pedaleando de pie todo lo que el profe exigiera, algo que en la primera y la segunda clase me parecía absolutamente utópico pero que con mucho esfuerzo y muchísima perseverancia conseguí alcanzar mucho antes de lo que yo pensaba.
Mi siguiente gol consistía en darle tantas vueltas a la ruedita que pone los pedales en modo cuesta tanto como el profesor exigiera, y no a mi ritmo como él mismo me aconsejó que hiciera hasta que me sintiera con fuerzas. Una vez más, con muchísimo esfuerzo y no prestando ninguna atención al diablito que todas las clases se me posa en el hombro diciéndome "¡¡no puedes más, tú aún no puedes con esto!!" conseguí acercarme a lo que hacen el resto de mis compañeros, aunque reconozco que cuando el profe dice que subamos una vuelta de rueda yo subo unos tres cuartos, pero aún así siempre que dice que subamos más yo le subo, cuando al principio pensaba que me moría si ponía los pedales más duros y me hacía la loca dos de cada tres subidas.

Sólo hace un mes que empecé el gimnasio y ya he llegado más lejos de lo que pensé que llegaría en más tiempo, pero reconozco que hay muchos factores que ayudan mucho a sentirse motivada.

Para empezar, la música. Por mis clases han pasado Michael Jackson, Santana, las Pointer Sisters o hasta el Highway to Hell de AC/DC, y la verdad es que no tiene ni punto de comparación pedalear con ritmos que te gustan como hacerlo con canciones que no te dicen nada. Algunas clases han tenido mezclas que me han gustado mucho menos y no tiene nada que ver la forma de pedalear o la fuerza que te da, ¿cómo va a ser lo mismo darlo todo mientras cantas en tu cabeza "Billie Jean is not my lover ¡¡¡WHOO!!!" que mientras Rebeca te agota con su "Duro de pelar"?.
Por otro lado, supongo que haber bajado 4 kilos en un sólo mes, ver que te cierran unos pantalones que hace meses que no puedes llevar o que los compañeros de trabajo te digan que estás muchisisisísimo más delgada, pues ayuda bastante. Ese momento báscula de los lunes tan agradecido en el que se van cumpliendo expectativas que te habías propuesto para mucho más adelante es muy, muy estimulante.
Y por otro lado está, por supuesto, mi jovencísimo, encantador, nada pretencioso, apasionado, alentador y absolutamente gratificante profesor de spinning: Guillermo, un chico de sólo 22 años que cree muchísimo en todos nosotros y sabe cuáles son nuestras posibilidades mucho mejor que de lo que nosotros mismos lo hacemos. Es increíble cómo a veces estás ahí pedaleando a tope y piensas "¡¡NO-PUEDO-MÁS!! ¡¡me tengo que sentar, no aguanto ni dos segundos más!!" y él nos dice "¡¡¡AGUANTA!!! ¡¡30 SEGUNDOS Y NOS SENTAMOS, AGUANTA!!", y sólo con eso depronto te ves capaz de aguantar medio minuto más cuando creías que no eras capaz de seguir.

A lo largo de mi vida he pasado por muchos gimnasios, muchos profesores y muchísimas dinámicas distintas y puedo decir con toda seguridad que Guille es el mejor profesor de deporte que he tenido nunca. Hay días que mientras pedaleo le miro con cara de horror y le digo "¡no puedo!" y me hace un gesto para decirme que no me preocupe, que voy bien, que me siente mientras los demás siguen, pero hay otras veces que le miro con la misma cara de muerte y me dice desde su bici "¡¡SÍ PUEDES, VAMOS, AGUANTA QUE SÍ QUE PUEDES!!", y es verdad, aguanto y resulta que sí que puedo.

En la segunda clase me dijo algo que no se me va a olvidar nunca ni relacionado con el deporte ni relacionado con ninguna otra cosa en la vida. Estaba yo ahí queriéndome morir, pedaleando al ritmo de un mambo al borde del ictus, se acercó a mi bici y me dijo: "tranquila, siéntate, tú tranquila, no quieras hacerlo a la primera, tú date tiempo, que aquí todos, todos incluido yo, hemos necesitado tiempo, TODOS". Y es verdad, ¿cómo voy a hacer lo mismo en un mes de clase que todas las Nancys que llevan yendo años al gimnasio ininterrumpidamente?. Ese consejo me ayudó muchísimo, así que me lo quedo y lo aplico a otros aspectos de la vida en la que nos exigimos mucho y nos decepcionamos demasiado pronto sin darnos cuenta de que absolutamente todo en este mundo lleva un proceso, más largo o más corto pero un periodo de adaptación después de todo.


Todo eso mezclado con el sentido del humor que tiene que a veces me hace querer parar de pedalear mientras estamos ya en bajada sólo para poder reírme agusto de las cosas que nos cuenta, más el entusiasmo que le pone a todo lo que hace (me súper-encanta la gente entusiasta), más todo lo que se inventa para hacernos las clases amenas y distintas unas de otras (¡¡ESPARTANOS!!) hacen que ir al gimnasio sea, por primera vez en mi vida, toda una fuente de satisfacciones que, además, en esta ocasión tengo la suerte de compartir con mi marido.



La verdad es que estoy muy sorprendida conmigo misma, me estoy esforzando mucho y los resultados están floreciendo como setas, que es algo que nunca había sido tan obvio ni tan inmediato para mí. Así que, como se imaginarán ustedes, mi diario privado en el que cuento mis avances (bautizado como Diario de una gorda traicionera) es todo un despliegue de buenas energías, de auto-felicitaciones y de ticks al lado de los objetivos a cumplir.


Y sigo pedaleando...

No hay comentarios:

Web Statistics