lunes, 9 de abril de 2012

Murphy y yo

Yo soy una persona con mucho mundo interior, de eso no le cabe ninguna duda a nadie. Bien, pues partiendo de esa base, yo me doy cuenta de que una vez que estoy sola, sola físicamente, con mis pensamientos y mis movidas, pues da igual lo que esté haciendo y lo importante que sea, si estoy sola mi cabeza se va a poner a hablar consigo misma y a contarse e inventarse paranoias, y la conclusión es que tengo el cerebro dividido, por un lado estoy haciendo lo que esté haciendo y por otro mi cabeza está de cañas divagando sobre sus movidas y pensando en cosas que realmente me desconcentran, pero que son más fuertes que yo y que no puedo controlar.

¿El problema? pues que yo trabajo sola. Ni en equipo, ni con reuniones, ni con compañeros ni nada: sola. Sola, como los Edelweiss en las montañas, SOLA. Y entonces claro, pues tengo que hacer esfuerzos sobre humanos para no estar en la parra todo el día y poder ejercer mi labor en este mundo de manera satisfactoria. Y me cuesta horrores centrarme, pero creo que lo consigo. Aún así, el hecho de tener la libertad de desconectar cuando tengo poco trabajo o cuando a mí me dé la gana pues a veces da pie a situaciones completamente surrealistas que yo me doy cuenta que a otra gente no le pasan. Algunos ejemplos:



- Dos compañeros de dos agencias distintas entre sí. Dos personas que no se parecen absolutamente en nada entre ellos, ni sus nombres son parecidos ni tan siquiera tienen la misma edad para nada. Bien, pues por algún motivo desconocido voy yo y me creo que son la misma persona y me pongo a hablar con uno alegremente de conversaciones mantenidas por email sobre reuniones y movidas que tenemos en proyecto como si fuera el otro. El pobre hombre me ríe la gracia y no me dice ni media, y yo voy y me doy cuenta del error como 2 meses después. Es decir, recientemente.

- Suelo oír los pasos de la gente cuando viene, pero también suelo estar muy calladita siempre en mi sitio. Bien. Un día, uno sólo, que llego muy temprano y me pienso que estoy sola en la oficina y me pongo a cantar muy en bajito la canción hortera del anuncio de seguros que escucho por la mañana en la radio, y resulta que se me acerca el vacilón de la oficina por supuesto sin que yo le oiga llegar, diciendo que cante más alto y amenice la mañana, que me están oyendo él y los dos que tiene al lado, que hoy han madrugado.

- Me dan mi I-pad, se lo enseño a mis compañeros y uno de ellos me dice "¡uy, cómprale una funda pero ya, que son súper frágiles!" y antes de que me dé tiempo a hacerlo, según subo las escaleras con él en la mano el primer día pensando en los campos y las flores... ¡¡PLOFF!!, al suelo.

- Primera semana de trabajo. Hora de comer, sobras de una reunión, todos los compañeros como buitres a carroñear. Me intento hacer la graciosa y digo una estupidez sobre que siempre acabo dando vueltas por la casa en bragas para coger la ropa del tenderete en lugar de colocarla en el armario como las personas normales. En ese momento todo el mundo se calla y contiene la respiración. El presidente de la empresa (osea, Dios) está a mis espaldas. Y me ha oído.

- Tengo una compañera que siempre que pasa por mi mesa me vacila. Un día me hace una broma sobre una friki de las de Callejeros, y yo le digo que a mí las que me molan son las vecinas de Valencia. Nos reímos con lo de "me dice puta puta puta sin ser yo nada de eso", pero por supuesto yo voy un paso más allá y le digo "¡¡ay no no no!! ¡¡lo mejor es lo de "DILE, DILE LO DE TU PRIMER MARIDO, ÉSE QUE NO TE TOCÓ NI EN LA NOCHE DE BODAS!!". Mi compañera se esfuma depronto sin más y sin que me dé tiempo a adivinar cómo. Mi jefa está justo a mi derecha, viene a comentarme una factura.

- Entre las recepcionistas de todas las agencias nos llevamos muy bien. Es muy raro que entren llamadas en una centralita destinadas a otra agencia porque tenemos números distintos, pero a veces ocurre. Suena mi teléfono, veo el nombre de una de las chicas con la que mejor me llevo y digo muy felizmente "¡¡hola guapiiii, dime princesaaaa!!". Al otro lado del teléfono oigo a alguien con la respiración cortada. Miro de nuevo el visor de llamadas y veo un número de Barcelona, la guapi me llamó y en cuanto me sonó un tono me pasó la llamada. Así que reacciono muy profesionalmente y digo "eeeh... eeeh... eeeh... Vi... Vi...¿Vivaki dígame?", y la otra persona, con aún más flipe y más corte que yo me dice "eeesteeee... sí, preguntaba por el Fulanito (presidente de la empresa), llamo de Antena 3".

- Formación de 60 personas en nuestra sala grande, que resulta ser a su vez la cocina. Por supuesto y como era de esperar, a una visita que hay por ahí en algún despacho se le antoja un café, y resulta que mi jefa está ocupadísima y me pide que se lo ponga yo. Bien, no pasa nada, voy a entrar en una sala donde 60 personas en un silencio sepulcral van a mirarme intensamente con cara de "¿por qué interrumpes nuestra paz?" durante unos segundos, pero no pasa nada, yo soy una profesional muy seria. El paseo de ida al fondo de la sala lo hago muy dignamente con la mirada fija al frente y con unos 400 ojos fijos en mí, especialmente los del ponente. El paseo de vuelta lo hago con mi camiseta de color claro repletita de gotas de café, que estaba vivo, y con el turbo metido, muy consciente de que a nadie se le ha pasado por alto que se me ha caído la torre de tuppers al suelo al intentar coger las servilletas, que he tenido que poner en marcha el microondas para calentar la leche y que le he dado unas cuantas patadas a la máquina porque se me ha quedado atascada la chocolatina con la que me quería auto-homenajear.

- Siempre bromeo con el informático y le digo que cómo tengo que hacer para meterme en páginas de bomberos cachondos sin que quede registrado. Un día se viene a mi ordenador para mirar algo rápido y resulta que yo tengo la carpeta de "Mis Imágenes" abierta con, entre otras cosas, una foto ochentera horrible de Arnold Schwarzenegger marcando músculo con una malla marca-paquete que me bajé para hacer un montaje estúpido con la cara de un compañero al que le decimos que es un vigoréxico. El informático echa un vistazo rápido al ordenador y se topa durante tres décimas de segundo con la carpeta, y antes de que pueda darse cuenta que es una foto de coña empieza a cerrar ventanas y a decir "¡¡LOS BOMBEROS LOS BOMBEROS!!" y huye vilmente antes de que pueda explicarle por qué tengo la foto de un cachas y enseñarle que es un montaje con la cara del otro. Cuando vuelve a pasar por mi mesa hago un intento de decírselo, pero por supuesto él no me deja y, muy maduramente, se tapa los oídos diciendo "¡¡bla bla bla bla bla bla!!". Total, no pude explicárselo.

- Viene una visita, un chico jóven, con unas pintas bastante normales, nada pijo, y me dice "¡hola, venimos a la reunión de Publiseis!". Yo, que debía estar ese día sembrada, me entra la risa medio floja y digo "eeeh... ¿venimos? ¿tú y tu amigo invisible?", al chico le hace mucha gracia la broma y me dice que su acompañante está en el baño, riéndose a carcajadas. Yo me vengo arriba ante el éxito de mi chiste y le digo "ah, ya decía yo, ¡digo, otro que oye voces!". El chico se parte la caja, y en esto que entra el compañero, un tío mucho más mayor con una pinta de La Moraleja que lo flipas, y va el chaval y le suelta "¡¡que dice que si oigo voces, JAJAJAJA!!". El compañero no lo pilla, y yo hago un intento de explicarlo diciendo "eeh, no, a ver, que esque me ha dicho que VENIMOS a una reunión...". El chaval jóven sigue partiéndose el pecho, sin embargo el de la alta alcurnia sigue sin pillarlo y dice "eeeh... ¿están aquí ya de Publiseis?". Conclusión, la recepcionista está gilipollas.






Así que, a veces por despiste y a veces por pura y dura ley de Murphy, pero el caso es que siempre acabo viviendo situaciones surrealistas que dan pie a que acabe quedando como una idiota de las chachis. Total, que yo empecé en esta empresa hace ya casi 6 meses, y a base de trabajármelo mucho y muy duro he pasado de "hola, soy Patricia y soy una tía muy lista" a "hola, soy Patricia y es posible que rompa algo". Vamos, que si me metes en una sala sola como a los niños, me das un trozo de plastilina y me dices: "haz una bola", no sólo no saldrá una bola, sino que lo más seguro es que al rato, de mi boca caiga la frase "no sé qué ha pasado... pero me he comido la plastilina" (o similar).







Todos los documentos que acaba de leer son totalmente verídicos. Por favor, no se confíe ni baje la guardia, usted podría ser la siguiente víctima de mi lerdidad...

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