Un semestre solitario

Este fin de semana mi padre ha estado visitando a mi hermano en Dublín. Lo sé porque de vez en cuando me meto en el blog de la mujer de mi hermano, algo que no debería hacer en absoluto, pero no puedo evitarlo, me guste o no son mi familia y me interesa saber cómo están. A ellos desde luego no les ocurre lo mismo conmigo porque en el mío no se meten nunca.

El caso es que hoy he visto las fotos de mi padre allí, tan feliz, pasándole la mano por el hombro a mi hermano, todos tan sonrientes, con su Guinness... y me ha dado un bajón de la muerte. Hace muchos meses que no me hablo con mi hermano y tampoco con mi madre. Con mi padre ya va casi un año. Y pesa, pesa mucho. Soy yo la que decidí que ya estaba bien, que estaba harta de que todo el mundo me echara la culpa a mí de todo y volcara sus frustraciones contra mí, pero estos meses han sido intensamente tristes para mí. No es que quiera ir de víctima, pero es así como me siento.

Hace poco tuve un ataque de tristeza y mi marido me propuso llamar él a mi padre para hablar con él e intentar mediar. Por supuesto él no cogió el teléfono, así que Mr. Rossi le llamó al trabajo para que no tuviera escapatoria y mi padre le dijo que no quería hablar con él, que no quería saber nada de nosotros, que no le volviera a llamar. No le deseo una respuesta así ni a mi peor enemigo.



A veces pienso en ellos, en toda mi familia, y me muero de pena de pensar que no voy a volver a pasar una Navidad con ellos, o un cumpleaños de Abril con ellos, o una simple tarde de sábado con ellos. Luego me paro a pensar en todo lo que me dijeron, en cuando mi madre entró en mi ducha gritándome que era una egoísta y que todo lo que tengo se lo debo a ella, en cuando mi cuñada no me quiso coger el teléfono, en cuando mi padre me dijo que toda la culpa era mía... y se me quita toda la pena, me hace acordarme de por qué estoy en esta situación y por qué les dije que no les quería en mi vida.
Pero les echo de menos, les echo terriblemente de menos. Y ver sus fotos de Navidad todos juntos y sonrientes y leer que estas Navidades han sido fantásticas rodeadas de todos sus seres queridos, o las fotos de mi padre en Dublín me rompen el corazón, por mucho que intento ser fría con todo este tema y vivir mi vida me producen una pena que no sé si voy a ser capaz de sobrellevar, porque al principio cuando pasó todo pensé que la herida iría cerrándose y lo iría llevando cada vez mejor y estando más tranquila, pero ha sido completamente al contrario, según ha ido pasando el tiempo he ido llevando un peso cada vez más grande y les he ido extrañando cada vez más. Echo de menos hablar con mi madre y contarle cómo está Abril, echo de menos mandarle fotos a mi padre y esperar a que me llamara en cuanto las viera para decirme que está preciosa, echo de menos el poder hablar tranquilamente con la mujer de mi hermano y contarle mis planes de futuro, y echo de menos sus vidas, que me cuenten sus cosas. Pero no hay vuelta atrás. Pase lo que pase mi relación con todos ellos nunca va a volver a ser la misma. De hecho dudo que después de todo lo que ha pasado pueda haber alguna relación en absoluto.


Y mientras tanto sólo me queda meterme en sus blogs respectivamente de vez en cuando y verles, ver cómo están, ver un poquito de sus vidas en el extranjero y comprobar que ellos, ninguno de ellos tiene el mismo sentimiento hacia mí que yo hacia ellos.


Por cierto, éstos son mi papá y mi hermano en Dublín. Felices.