lunes, 5 de enero de 2009

Pros y contras de ser una Material Girl

Ser la persona que se encarga del material de oficina tiene un montón de grandísimas ventajas. Yo me tomo las mías pidiendo por ejemplo un cubilete giratorio chulísimo para mi mesa, o haciendo que todos los archivadores desde que yo entré a trabajar aquí sean de colores en lugar de negros o grises. Un sin fin de maravillosas posibilidades expuestas en un catálogo de 558 hojas.

Sin embargo, también tiene sus inconvenientes. Yo soy la responsable de todo lo que no llegue a tiempo o de si lo que ha llegado no es lo que el individuo que lo pidió esperaba. Y eso es un graaaaan inconveniente algunas veces...

La persona a quien hay que hacerle los pedidos es un señor que está en la central en Sevilla, y a quien no he tenido el gusto de conocer en persona, pero que ya tuvimos una "pequeña disputa" vía email por la parsimonia con la que se tomaba mis encargos.

El trato con él es este: lo que le pidas, si lo haces con su código desde el catálogo, te manda exactamente lo que tú quieres, pero te tarda un mes, sin embargo, si simplemente le dices lo que quieres, te manda el que a él le parezca en mucho menos tiempo.


Bien, pues le pedí Tipp-ex hace unos días. Tipp-ex. No es tan dificil, ¿verdad?. Pues mientras yo esperaba recibir este moderno y sofisticado artilugio, como siempre hasta la fecha:




Este simpático caballero me mandó una caja de 10 de estos:




Sí, ese Tipp-ex de cuando éramos pequeños. El de la bolita dentro. El que se hacía grumos. El que el pincel se le despeluchaba. El que te manchabas los dedos con menos de nada. El que tenías que esperar diez minutos antes de escribir encima porque tardaba un montón en secarse. ESE Tipp-ex. Y encima, por si eso fuera poco, ni siquiera es de la marca Tipp-ex, es de la marca Kores, así que ni siquiera es un típex, es un "líquido corrector".

No quise tomarme demasiado en serio cuando le pedí 10 calendarios de los de triángulo de sobremesa y me mandó agendas de una hoja por día. Tampoco me lo quise tomar como algo personal cuando le pedí papel de ese marrón para envolver paquetes y me envió un rollo que pesaba 50 kilos (peso verídico, lo ponía en el albarán), pero esta guarrería de líquido corrector del siglo pasado...


Es oficial: ese tío me odia.

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