jueves, 3 de marzo de 2011

Million Dollar Man

Si me paro a pensar en la gente con la que me gustaría charlar largo y tendido, la primera persona que me viene a la cabeza es Clint Eastwood. Sus papeles actuales reflejan un hombre que ha sido duro, muy muy duro, pero toda esa vanidad le ha llevado a convertirse en un huraño, insociable y triste individuo. Y solitario, ante todo solitario. Y alguien que refleja tan bien una personalidad tan compleja sólo puede ser alguien que haya vivido esa sensación en su propia piel.

Clint Eastwood escribe sobre ese tipo duro que busca ser respetado por medio de la frialdad y la hombría, y depronto un día descubre que se ha convertido en un viejo desalmado al que nadie quiere cerca. Así era Frankie Dunn en Million Dollar Baby y así era Walt Kowalski en Gran Torino. Y así debió ver Clint que iba a acabar él mismo si seguía haciendo únicamente películas de tipos duros y divorciándose de una mujer tras otra. Y entonces decidió contar historias, historias que llegaran de verdad al corazón. Clint decidió ser una de las pocas personas que pululan por Hollywood que asume sus arrugas y hace gala de ellas, porque sabe que sus años hablan de su experiencia.

Y a mí me gustaría sentarme frente a él y dejar que sus arrugas me cuenten historias. Me gustaría preguntarle en qué momento de su vida se dio cuenta de que ya no tenía edad para pegar tiros en una persecucción hollywoodiense y decidió escribir guiones sobre un hombre completamente acabado y atormentado por su pasado.

Cuando vi Million Dollar Baby, descubrí una de las mejores escenas del cine de toda la historia. Frankie Dunn sentado en su cama con las cartas de su hija devueltas por correo en las manos. Esa escena me enseñó a lo que te puede llevar la vanidad, la soberbia, la presunción. A la hora de la verdad la vida siempre te acaba demostrando que hay que ser humilde y hay que desprender amor a la gente a la que queremos, porque a una persona fuerte y fiel a sus ideales todo el mundo la admira, pero a alguien arrogante y vanidoso nadie le quiere, sobre todo si encima es un viejo.

La vejez es algo que los artistas no tienen muy asumido. ¿Qué pasa cuando una actriz se dedica exclusivamente a hacer papeles de guapa? que un día cumple 40 años y ya nadie la quiere en sus películas. ¿Por qué Julia Roberts sigue siendo la actriz más cotizada del mundillo a sus años? porque nunca ha caído en esas trampas. ¿Por qué Meg Ryan ya no actúa ni en la obra de su pueblo? porque se empeñó en ser "la guapa". Ya veremos si Megan Fox o Scarlett Johanson siguen trabajando igual dentro de unos años.

Y eso es lo que me gusta de la gente como Clint Eastwood, que admite sus años sin complejos. Hay una edad para cada cosa en la vida, y sinceramente, no engañas a nadie a base de operaciones de estética. Clint Eastwood habla de las experiencias de su edad (que son muchas, lógicamente) y no pretende ir de algo que no es, y eso le hace auténtico, porque no hay nada que peor me siente en el cine que la artificialidad, cuando una película es de plástico y nos intenta hacer creer algo absolutamente absurdo, como que Robert DeNiro o Steve Martin tienen hijos de 6 años. Y a mí me gustan las historias de gente auténtica.

Ir al cine a ver una película de Clint Eastwood siempre me provoca suspiros, siempre me quedo con ese maravilloso run run en la cabeza que me dice constantemente "qué pedazo de película acabo de ver...", y por supuesto, siempre me confirma que Clint Eastwood es una de las personas en lo más alto de mi lista de "Gente con la que me encantaría charlar".

Porque yo, igual que Clint, también un día me di cuenta de que si seguía por la misma vía un día acabaría completamente sola, y me esforcé por renacer sin olvidarme de la persona que era antes, y creo que en mi caso iba por un camino aún peor que el que tomaron Walt Kowalski o Frankie Dunn.

Así que, una vez más, Clint Eastwood me dio una lección desde su experiencia, desde sus años y desde su inmensa sabiduría. Y eso merece todos mis respetos.


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