jueves, 10 de marzo de 2011

Una oscura historia de Manhattan

Acabo de terminarme el libro más impactante que he leído nunca:



La historia comienza con un submarinista de la policía, en cuyo primer día de inmersión en el cuerpo tiene que meterse al río Hudson a buscar un enorme alijo de cocaína. Cuando está metido hasta arriba en el mugriento pantano, descubre a tientas dos esqueletos humanos sin cabeza y abrazados entre sí.


Ahí queda eso.


Ese es sólo el principio de cuatro historias paralelas de cuatro personajes distintos, por supuesto relacionados entre sí. Por un lado están los dos agentes de policía que están investigando el caso por separado, por otro lado está la científica con la que están colaborando para analizar algunas de las sustancias encontradas en los huesos, y también está la historia del periodista que está cubriendo la noticia.

Basado en ciertos datos documentados sobre los túneles que siempre se ha rumoreado que hay unos 30 pisos por debajo de todo Manhattan donde supuestamente viven indigentes completamente a oscuras, sus autores pasan unos 5 años documentándose para luego escribir un súper best-seller de ficción con algunos datos reales enredados en su historia.

Hace mucho tiempo que no cogía un libro con tantas ganas todas las noches, pero cada capítulo, cada página es un apasionante relato de los pasos que están siguiendo los protagonistas.

Ahora me han dejado el siguiente de los mismos autores, con el director de policía del libro anterior como protagonista, y estoy deseando meterme en la cama esta noche y empaparme en la historia. Me estoy leyendo otro libro simultáneamente (Jorge Bucay, mucho más tranquilito), y me encanta ir alternando los terribles asesinatos con el placentero camino a la paz mental.

Siempre lo digo, no soy muy lectora, por eso lo que necesito son libros que me enganchen desde el primer momento para no aburrirme. Preston y Child son los escritores perfectos para alguien como yo, y gracias a libros tan increíbles como El relicario por fin han logrado que le coja el gustillo a algo tan cultural como la lectura, un hábito que nunca había conseguido robarme demasiado tiempo.

Ahí va mi recomendación, si quieren un libro que les deje pegados a la silla, pregunten en la biblioteca por Preston y Child.

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